Si, igual el titulo del artículo es un poco burro, pero es que es la pura verdad, y otra cosa no, pero aquí nunca nos hemos caracterizado por mordernos la lengua. Que igual cuando alguien se “marcha” es más bonito hablar solo de las cosas buenas de forma unánime y omitir, o incluso esconder bajo la alfombra, todos los errores cometidos en el pasado. Pero aquí no somos de esos, y si este Rey fue un poco golfo cuando reinaba sobre los siete reinos no vamos a endulzar su reinado por muy campechano que fuese el pobre Robert. Así que de eso es de lo que nos ocuparemos hoy aquí, sin motivo aparente y sin haber escogido estas fechas por nada en particular, un pequeño repaso al Rey más entrañable y sinvergüenza que ha tenido cualquier reino ficticio o imaginario. ¡Viva Poniente! ¡Viva el Rey! ¡Viva Robert de la Casa Baratheon, el primero de su nombre, rey de los ándalos y los rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino!
No podemos dejar de reconocer que Robert lo tenía a su favor todo para ser el rey perfecto. Pertenecía a una de las familias nobles más antiguas del reino, era alto, apuesto, simpático y un gran guerrero. Por si todo esto fuese poco, su reinado comenzó tras terminar la horrible “dictadura” a la que Poniente estuvo sometido bajo el yugo del sanguinario y lunático gobernante anterior (Aerys, no pensemos mal) Pero pese a tenerlo todo a favor, el Rey tenía un punto flaco muy gordo, algo que acabaría empañando su legado y por lo que acabaría siendo más recordado, que era un golfo de cuidado.
Se podría decir que Robert era un poco como esa canción de Julio Iglesias, era un truhan, un señor, le gustaban las mujeres y el vino. Su alta cuna y su educación no le impedían saltar de cama en cama como quien se cambia de camisa y dejar sembrados los siete reinos con sus hijos bastardos. Pero por desgracia para estos hijos de Robert las leyes de Poniente le blindaban y no podían ni soñar con reclamar sus derechos o llevar su apellido, teniendo que malvivir como podían mientras veían como los “legítimos” herederos de Robert disfrutaban de todos los beneficios de ser los hijos del Rey.
Ni siquiera el casarse con una joven heredera de otra de las familias nobles más antiguas de Poniente. Cersei Lannister, consiguió calmar sus insaciables apetitos, y Robert no dejo de buscar la compañía de otras mujeres, prostitutas incluidas. Si, aquel matrimonio tan bonito que tanto había ilusionado a sus súbditos se había convertido en una simple fachada de mentiras y falsas apariencias en la que de puertas para adentro hacían vidas separadas. Así fue como la joven Reina Cersei, desilusionada con su nueva vida, se limito a cumplir con su papel de dar buena imagen a sus súbditos y darle a Robert tres herederos como toda una profesional mientras la amargura la consumía por dentro.
Pero al final no fueron las intrigas palaciegas (al menos no está demostrado…) o los deseos de su pueblo de librarse de la monarquía lo que puso fin al reinado del Rey Robert, fue un incidente de lo más tonto lo que acabo con quien tendría que haber sido el mejor Rey de los últimos siglos. Y es que a Robert, como a todo buen monarca que se precie, le gustaba mucho eso de ir de cacería. La emoción de la caza, el buen vino, mujeres que no son tu esposa… Todo lo que le gustaba al Rey podía encontrarlo en dicha actividad, pero los años no pasan en balde y Robert ya no era aquel joven que tanto ilusionó a sus súbditos, era un hombre mayor con problemas de salud. Así que lo que tendría que haber sido un agradable paseo que terminaría en comilona, borrachera y polvo se convirtió en un trágico accidente del que Robert ya no podría escapar. Esto no era un simple escándalo del que Robert hubiese podido librarse pidiéndole a su amigo Ned, la Mano del rey, que comunicase al pueblo que lo sentía mucho y que no volvería a pasar. El animal al que Robert estaba cazando le había herido de muerte y la abdicación en su heredero o el exilio ya no eran alternativas posibles al descontento del pueblo, lo único que le esperaba ya era el abrazo eterno de la parca…
Si, el Reinado de Robert Baratheon tuvo casi mas sombras que luces, y no dejo un buen sabor a todos. De hecho no puedo dejar de preguntarme como no salía la gente en masa a las calles a reclamar la abolición de la monarquía y pedir un gobierno más democrático como tienen en las Ciudades Libres, sin cargos hereditarios ni nada que se le parezca. Pero claro, por suerte todo esto no es más que una obra de ficción fruto de la mente de George R. R. Martin y no tiene el más mínimo parecido con la realidad… Pero que Robert ya no estuviese en el trono no era el final de la saga, que para algo los monarcas y nobles siempre tienen herederos sobradamente preparados…