Parece que fue ayer cuando en la Comicon presentaban Agentes de SHIELD y la gente de Arrow se apresuraba a contarnos que Flash iba a salir en la segunda temporada de la serie. Y es que la competencia les ha venido bien a ambas series, ya que aunque no compartían la misma franja horaria o día en la parrilla, se ha notado como en Arrow empezaban a subir las apuestas y la serie disparaba nombres de personajes de los cómics de DC como una gatling manejada por un mono borracho.
Y es que SHIELD llegaba dando mucho miedo, pero al final no fue tan fiero el león como lo pintaban. Tras una primera mitad de temporada en la que la audiencia fue bajando progresivamente y que provocó la justa ira del gran Jim Steranko, daba la impresión de que la presencia de Jeph Loeb en los créditos se notaba más de lo que debería, y que el modelo que seguía la serie estaba más cerca de Expediente X que de series de Whedon como Buffy o Dollhouse. Y es que no es de extrañar que la actitud de los personajes de SHIELD respecto a Loeb fuera parecida a esta:
Pero la serie dió el volantazo tras el estreno de Capitán América 2 y de repente empezaron a pasar cosas. El que «todo estuviera conectado» no justificaba de ninguna manera el aburrimiento al que nos habían sometido durante todo el año, y así fue como mucha gente volvió a ver la serie a partir de los episodios 15 y 16 de la serie, en los cuales aparecía la Sif de Thor (Jamie Alexander) y gran parte de la trama relacionada con el regreso de HYDRA se ponía en marcha. Tras un montón de episodios de bomberos enfermos de un virus alienígena, de asesinos que congelan gente o «falsos crossovers» con las películas de Marvel, SHIELD empezaba a contar algo interesante por si misma, demostrando una trama bastante más compleja y unos personajes que de repente empezaban a tener interés. Y es que Skye no había funcionado, su misterioso pasado no nos acababa de interesar y la pregunta que mantenía a la gente viendo la serie venía más de una curiosidad morbosa por ver cómo Marvel la cagaría aún más con su Deathlok que por la intriga que pudiera quedar de cómo había resucitado Coulson.
Mientras tanto, Arrow había seguido la ruta contraria. Como decía al principio, tal vez fue el miedo a la competencia lo que llevó a la gente de la Warner a meter a Amanda Waller y su Escuadrón Suicida, sacar a hijas de Ra’s Al Ghul y, en general, sacar toda la artillería a su alcance, pero si algo ha conseguido esta segunda temporada de Arrow ha sido divertirnos bastante más que su antecesora y su máxima rival. Sin embargo, el problema de Arrow ha llegado en su tramo final, cuando las historias y personajes que se han ido apelotonando a lo largo de la temporada tienen que ir cerrándose y vamos descubriendo que personajes como Jason Blood no pintaban nada, que si la primera temporada acababa con el final de Batman Begins la segunda acaba con Tierra de Nadie y que sucesos importantes de la temporada como la muerte de Moira parecían estar escritos sobre la marcha.
Y así nos encontramos con dos series que han acabado con un resultado parecido, la una siendo un coñazo insoportable hasta que llegan los últimos episodios y empiezan a cerrarse las tramas y la otra siendo en general bastante entretenida pero que empieza a mostrar todas sus costuras al final de temporada, dejando una sensación un tanto agridulce. Ninguna de las dos series pueden estar contentas con el resultado final, y si tenemos en cuenta que el año que viene nos vienen encima Agent Carter, Flash, Gotham, Constantine y todo lo que Marvel haga para Netflix, nos queda claro que ya se han acabado los tiempos en los que algunos nos tragábamos Smallville porque había mono de superhéroes en la tele. La abundancia de oferta nos va a hacer bastante más selectivos, y seguramente más de una serie acabará pegándose el morrazo que en su día debió recibir Smallville y que de hecho terminaron pegándose Heroes o The Cape. Esperemos que la llegada de la competencia provoque que se suba el nivel de calidad, y que los pecadillos de Arrow y SHIELD sean cosa del pasado…