Vaya por delante que esto iba a ser una reseña del Double Dragon Neon, que acaba de salir en PC, pero me parece que antes que nada necesitamos hacer un poco de memoria y remontarnos al juego original. Porque 1987 es la era de los recreativos como catedrales del videojuego, tiempos en los que la música iba en cassettes y la gente todavía alquilaba películas en los videoclubs. La chavalería se gasta los cuartos en partidas a videojuegos que duran una media de cinco o diez minutos, y pocos juegos ofrecen la posibilidad de ser jugados coperativamente. Son juegos como Buble Bobble o el Avengers/Hissatsu Buraiken de Capcom, juegos que pasaron a la historia con mayor o menor gloria, pero que se vieron eclipsados por un coloso cuyo coperativo arrasaría en todo el mundo: el Double Dragon de Technos.
Se ha dicho más de una vez que Double Dragon es un producto derivativo y que no inventaba gran cosa, porque al fín y al cabo se limitaba a fusilar al gran éxito de Technos de 1986, «Renegade/Nekketsu Koha Kunio-kun», pero creo que el que diga semejante barbaridad ni siquiera ha jugado a Renegade. Porque el primer juego de la serie Kunio Kun (a la que pertenecería esa joyaza de NES que es River City Ransom) ni siquiera puede considerarse correcalles, ya que cada nivel es una «arena» más o menos pequeña en la que el jugador tiene que ir eliminando los enemigos que le vienen. Lo que si que es toda una innovación en ese juego es la mezcla entre la perspectiva cenital de otros brawlers como el «Avengers/Hissatsu Buraiken» de Capcom y la perspectiva lateral del «Kung Fu Master/Spartan X» de Irem, con lo que poco a poco empezaba a verse lo que en el futuro serían los verdaderos «yo contra el barrio».
Renegade fue un gran éxito en Japón, pero lo verdaderamente importante de ese juego es que sentó las bases para el desarrollo del gran bombazo de Technos para 1987, un juego en el que se le podían arrebatar las armas a los enemigos, tirarles barriles encima, escalar paredes… Pero la gran novedad que ofrecía Double Dragon estaba en que por fín se podía jugar a un beat’em up a dos jugadores, en modo cooperativo.
Lo curioso de Double Dragon es que, al igual que Renegade, ha envejecido un poco. No tanto como su predecesor, pero si que luce un aspecto añejo comparado con sus «hijos bastardos» como Final Fight y demás brawlers de Capcom o el Asterix o las Tortugas Ninja de Konami. Probablemente sea porque el juego diseñado por Yoshihisa Kishimoto (creador también del Road Avenger, al que homenajea a lo largo del propio Double Dragon) vive y respira el mundo macarra de los 80, y no deja de basarse en clásicos del cine ya casposos como The Warriors o Streets of Fire (las dos de Walter Hill). Es un intento por parte de Technos de abandonar el mundo pandillero japonés de Kunio Kun y acercarse un poco más a las guerras de bandas occidentales, tratando de hacer una película de acción al gusto de todo el planeta. Double Dragon tendrá como protagonistas a los gemelos Billy y Jimmy Lee, completamente occidentales en su apariencia pero no de nombre, y la historia será la del tópico de los tópicos: La banda de los Black Warriors le casca un soberano puñetazo en la barriga a la novia de Billy y la rapta, provocando que los gemelos tengan que enfrentarse a medio barrio con tal de rescatarla (y por la que nos pegaremos contra nuestro propio hermano al final del juego, en una muestra más de lo perturbados que estábamos en aquellos tiempos).
Nunca se pudo decir que Double Dragon fuera un juego largo o complicado, ya que constaba de sólo cuatro niveles que podían ser superados en unos veinte minutos. Para colmo de males, el jugador tenía a su disposición una técnica secreta completamente demoledora que desequilibraba por completo el juego: si ponías a tu personaje de espaldas al enemigo y pulsabas el puñetazo y el botón de salto simultaneamente, nuestro personaje le arrearía a su enemigo el codazo más poderoso de la historia de los videojuegos, haciendo a nuestro personaje invencible durante sus frames de animación y quitando bastante vida a nuestros enemigos, dejando totalmente obsoletas otras técnicas como la patada invertida, el cabezazo, la patada voladora o los puñetazos y patadas convencionales.
Porque claro, Double Dragon te permitía hacer presas y llaves a nuestros enemigos, ¿pero quién quería arriesgarse a ello y quedar expuesto al ataque de otro rival (aunque en realidad no lo estuvieras), cuando podías poner en práctica la muchísimo más segura técnica del codazo? Sin embargo, y aún cuando el juego se simplificara gracias a esa técnica, el público se enganchó masivamente a aquel despliegue gráfico y sonoro. Porque el juego presentaba una paleta de colores envidiable y sólo a la altura de titanes del momento como After Burner o Out Run, además de venir acompañado de una banda sonora que hacía que el attract mode de Double Dragon fuera uno de los mejores de aquellos tiempos, lo cual contrastaba con unos discretos efectos sonoros que iban en la línea de las voces digitalizadas de aquellos tiempos -y si no mirad las del Street Fighter original, que salió en aquel mismo año-.
El legado de Double Dragon daría para multitud de secuelas y hasta un soberbio juego de lucha 1vs1 para Neo Geo, pero ninguno llegaría a tener el éxito del original. Las conversiones domésticas que iban de lo genial a lo lamentable, las secuelas con absurdos experimentos jugables -horrendo el control del Double Dragon II de recreativa, uno se pregunta si los diseñadores llegaron a jugar su propio juego-, una película de muy mal gusto y hasta un cómic en Marvel escrito por McDuffie y el mismísimo Tom Brevoort, mantuvieron a Double Dragon vivo en mayor o menor medida, pero la franquicia no llegó a sobrevivir decentemente hasta el siglo XXI. Cierto es que la muerte del correcalles podría decirse que se dió a finales del siglo XX con el final de la era de los recreativos, pero Final Fight ha seguido estando presente en mayor o menor medida en otros juegos de Capcom, mientras la creadora original de Double Dragon, Technos, caía en bancarrota en 1996 y la licencia Double Dragon empezaba a pasar de mano en mano con remakes de desigual resultado…