No creo que desvele ningún secreto al decir que aquí en Brainstomping somos muy fans de Boardwalk Empire. De hecho se podría decir que estamos más que enganchados a la serie, pero es que la jodía es muy muy buena. Es una de esas series corales en las que es dificil quedarse con uno solo de los personajes, aunque ambos tenemos nuestros favoritos. Pero pese al cariño que le podamos tener a Nucky, a Chalky o a ese inmenso retaco que es Al Capone, o que Diógenes y yo coincidamos en que Micky Doyle no debería morir jamás, si hay un personaje del que somos fanes a muerte ese es Nelson Van Alden, personaje con el que Michael Shannon demuestra episodio a episodio que es un actorazo como la copa de un pino. Y sobre este personaje quiero hablar hoy un poco, así que quien no lleve al día la serie, que deje de leer aquí si no quiere destriparse un buen montón de episodios.
A Van Alden le conocimos en la primera temporada y en aquellos tiempos parecía que no era más que un agente federal con mal carácter, un fundamentalista cristiano que consideraba que beber era un pecado y que era lo más cuadriculado que uno podía encontrarse. Pero debajo de esa fachada de funcionario obsesionado con las normas se podía entrever que había algo más. Así fue como, poco a poco, un personaje que podría haber sido un simple secundario se convirtió por derecho propio en uno de los principales protagonistas de la serie. Lo que realmente había tras su puritanismo era un hombre frustrado por la vida que llevaba, y cada nuevo acontecimiento en su vida, cada momento de debilidad, ayudaba a agrietar esa fachada tras la que se reprimía y le ponía en camino de ser una persona nueva. Comenzó a beber, dejo embarazada a la ex-amante de Nucky y aceptó sobornos por hacer la vista gorda. Esta caída en desgracia culminó cuando para encubrir su doble vida mató con sus propias manos a su compañero ahogándole en un río. Durante un tiempo dio la impresión de que Van Alden podría mantener oculto este crimen y seguir con su falsa vida, pero fue descubierto por sus superiores y tuvo que escapar de forma bastante violenta, llevándose consigo a su hijo recién nacido y a su niñera, George Mueller había nacido.
En esta nueva vida suya volvieron las represiones, Van Alden/Mueller tenía que mantener un perfil bajo, no podía llamar la atención y tenía que hacer lo que fuese para mantener a su nueva familia, ahora aumentada con el nacimiento de un segundo hijo junto con su ex-niñera y ahora falsa esposa. Así fue como el ex-agente federal acabó convertido en vendedor de planchas a domicilio, un empleo que lo único que consiguió fue aumentar poco a poco toda esa ira, resentimiento y frustraciones que siempre había llevado dentro y que había tenido que reprimir de nuevo. Pero tras meses de soportar ese trabajo que odiaba y el menosprecio de sus compañeros, paso lo que tenía que pasar, una simple broma pesada desató todos los infiernos y George Mueller dejo salir brevemente a Van Alden, quien nos enseño los muchos usos que podían tener las planchas de los años treinta.
Pero lo mejor estaba por llegar. Tras tener que desaparecer de su empresa y mudarse de nuevo, a Van Alden/Mueller no le quedo más remedio que aceptar la oferta de empleo que le había hecho Dean O’Banion, un pequeño jefe mafioso de Cícero, la ciudad en la que ahora vivía Mueller. En su nuevo trabajo Mueller no era más que el “chico de los recados” de su jefe, limpiaba la floristería que servía de fachada a sus negocios ilegales, cobraba deudas y si hacía falta machacaba un poco a quienes se retrasaban con el pago de sus cuotas. Todo esto aguantando que su jefe le tratase como a un cobarde de mierda que no servía para nada y que su “esposa” le recriminase cada cosa que aun no tenían y que le exigía que aportase más dinero a la casa. Mientras su vida le agobiaba cada día mas, Mueller se tragaba su orgullo y su rabia y seguía aguantando y aguantando… Y por si esto fuese poco acabó entablando una curiosa relación con Al Capone que no le ayudo precisamente a mantener una vida estable.
Tras meses de aguantar esta situación y empujado por las ansias de su “mujer” de querer vivir mejor, Mueller aceptó la oferta de Capone de matar a O’Banion, a quien Capone culpaba de la muerte de su hermano. Pero mientras se dirigía a realizar este pequeño «encargo» de Capone, Mueller se encontró con sus antiguos compañeros de trabajo, quienes pensaron que era buena idea darle una paliza al tío que se había vuelto loco en la oficina y que había quemado a uno de ellos… Estos hombres tuvieron la desgracia de presenciar la muerte de George Mueller y el renacimiento de Nelson Van Alden, quíen con su frase de “estoy relajado” dejo claro que no va a dejar que nadie vuelva a tocarle los huevos.
Pero aún faltaban un par de clavos mas en el ataúd de George Mueller (y del Van Alden de la primera temporada) A Mueller aun le quedaba acabar con su jefe para cobrar el dinero de Capone, un encargo que no podría haber venido mas a tiempo ya que O’Banion llevaba tiempo sospechando que Mueller había matado a uno de sus hombres compinchado con los Capone. O’Banion le confrontó y trato de intimidarle, a lo que Mueller le respondió que él no era George Mueller, que era Nelson Van Alden, que habia matado a mas gente de la que el creia y que solía creer en Dios pero que ya no creía en nada. Pero antes de poder terminar con su encargo, otro ajuste de cuentas mafioso acabo con O’Banion dejando a Van Alden libre de seguir creando su nueva vida.
El último clavo en el ataúd de Mueller fue a su llegada a casa donde, de forma bastante machista, le dejó claro a su mujer que él es quien construyó la casa, que es él quien paga las facturas, que él es quien sostiene mil dólares en su mano (un dineral para la época) que su nombre es Nelson Van Alden y que ya podía ir quitándose el camisón… La evolución del personaje de Van Alden ha sido impresionante, poco tiene que ver el hombre que encontramos hoy en día en la serie con aquel que debutó hace ya cuatro temporadas. Pero lo mejor de ello es que dicha evolución en ningún momento ha resultado forzada, le hemos visto pasar de fundamentalista religioso dispuesto a fustigarse con un cinturón por haber “pecado”, a tirarse a su “mujer” sobre una pila de dinero, dejándonos claro que este nuevo Van Alden ya no va a detenerse ante nada y que hará lo que le plazca.
¿Qué le espera al personaje? Algo espectacular imagino, que a esta temporada aún le quedan tres episodios y dudo que los creadores de la serie quieran dejar escapar a un personaje con tanto potencial como este, por lo que estoy bastante seguro de que a Nelson Van Alden aún le quedan muchas cosas por vivir y temporadas en las que salir. Lo único que me da miedo ahora es que el éxito cada vez mayor que está teniendo Michael Shannon le acabe apartando de la serie, así que llevo una buena temporada cruzando los dedos para que siga en Boardwalk Empire y no nos quedemos sin uno de los mejores personajes de la serie.