Seguimos explorando los orígenes del mal especulativo, los tiempos aquellos lejanos de principios de los 90 en los que las editoriales descubrieron que cincuenta variant covers vendían más que una buena historia. Y seguimos con la publicación insignia comandada por Gareb Shamus, Wizard, la revista que durante veinte años nos enseñó a no leer nuestros cómics:
El número uno de Wizard es… Algo anticuado hasta para los 90, a ratos hasta parece el Reader’s Digest de los 70. Ya de entrada vemos que el editorial de Gareb Shamus parece spam de «Triunfa en la vida aprendiendo trading» o algo parecido. Pero dejando esto de lado -por mucho que nos cueste- y entrando en los contenidos de la revista, nos encontramos con cosas la mar de curiosas; una entrevista con Todd McFarlane -que todavía estaba dibujando Spiderman-, un artículo sobre el coloreado digital, recomendaciones de nuevos cómics, un repaso a varios cómics de horror, otro artículo sobre como los distribuidores ven el mundo del cómic… Y por supuesto una burrada de páginas sobre precios de cómics viejos, juguetes, cromos y demás tontadas.
Hay que tener en cuenta que el número uno de la Wizard, por muy «collector’s edition» que fuera, no dejaba de ser un «número piloto». Hay secciones como la de preguntas y respuestas que dan verguenza ajena -absolutamente todos los que preguntan son de Nueva York-, pero es curioso ver como la revista intentaba en un principio hacer otro tipo de contenidos, como el editorial que se preguntaba que es lo que hacen los editores de cómics «hoy en día», y si se estaba dando demasiada libertad a ciertos autores. Y todo eso en un número en el que se entrevista a McFarlane y en un momento en el que Lee, Liefeld y compañía estaban destrozando de mala manera el legado de Claremont y Simonson.
Pero vamos con lo importante, la estrella del número, la entrevista a Todd McFarlane. Acaba de sacar a la venta el número 1 de Spider-Man a secas, la serie en la que Marvel le dejaba hacer y deshacer a placer sobre su personaje estrella. Todd nos cuenta que su forma de guionizar para el es «buscar una imagen visualmente impactante y construir una historia alrededor de ella» y que a la hora de escribir no tenía tiempo para los detalles, que no podía hacer una biblia completa de los personajes porque sólo tenía cuatro semanas para entregar el número entero. Que, en la mayor parte de las ocasiones, sus editores no sabían nada del cómic hasta que lo entregaba completo. Vamos, que en aquel momento Marvel le dejaba libertad absoluta con tal de que siguiera imprimiendo billetes de dolar en Spiderman y no se fuera a DC -porque en aquel momento era inconcebible que McFarlane se lo montara por su cuenta, claro.
La cosa va a peor cuando McFarlane detalla que sus guiones «normalmente nunca son escritos, y que sólo escribe algo si tiene algún personaje invitado y tiene que indicarle al editor que controla ese personaje que es lo que va a hacer con el». Que Todd desarrolla todo el guión en su cabeza, que ya ni siquiera hace un esquema previo de cada página ni nada, que lo vuelca directamente desde su cerebro y que lo dibuja sobre el papel. Que ni siquiera aboceta las portadas, que no tiene tiempo. Que lo dibuja todo directamente y santas pascuas, y así le salía -otro día igual os hablo de esos cómics, que tienen a una de las peores Mary Janes que se recuerdan a este lado de Matanza Máxima-.
Luego McFarlane habla de que los fondos los dibuja directamente a tinta, que no tiene tiempo para dibujar la chatarra a lápiz -digo yo que mejor ni preguntarle que es la perspectiva-, que no hay chatarra, ni nave espacial ni monstruo malo, porque no estan basados en nada real, con lo que todo vale. Que algunos lo hacen mejor que otros, pero que nadie puede decir que el mango de una pistola ficticia debería estar más a la izquierda, porque es ficticia. Que da igual hacia donde salgan disparados los ladrillos de una escena mientras pongas una buena pose de Spiderman encarando al lector, que da igual lo que haya al fondo, que los niños tendrán la impresión de que en los fondos hay más detalle del que realmente hay. La entrevista termina cuando le preguntan que es lo que hará después de terminar Spider-man, a lo que Todd responde que duda que «vuelva a hacer comics mensuales» y que «no ve razones para hacerlo cuando podría hacer proyectos especiales que le den mayor libertad creativa, mejor impresión y un empujón publicitario más grande». Que probablemente al dejar la serie haga esa serie de proyectos durante unos años y que luego, si vuelve a hacer una serie mensual, se autopublicará.
Tras un artículo sobre la historia de Spiderman -que tiene narices que en una revista especializada en cómic dediquen dos páginas a decirte quién es Spiderman, parece que esta gente no sabía quién era su propio público- llega la sección «comic watch», en la que Wizard nos viene a recomendar un par de cómics que comprar para especular con ellos. Estos cómics son Omega Men #3 -primera aparición de Lobo- y X-Factor #24 -primera aparición de Arcángel, «what is sure to be one of the 1990’s hottest characters!». Seguro que hoy en día valen millones… O eso creen algunos de ebay, que venden el cómic de Lobo a 100 dólares mientras otros lo venden a 10. Y eso treinta años después…
Luego tenemos el Top 10 de los cómics de segunda mano más demandados, que son el número 1 de Xforce -que aunque no tenía variant covers, si usaba la triquiñuela de regalar 1 trading card distinta en cada ejemplar, con lo que más de uno se compró varios para poder tener las cinco cartitas-, Uncanny X-men 248 -primer numero dibujado por Jim Lee, con los cosechadores reventando un robot de Lobezno y un apasionante enfrentamiento contra Nanny y el Creahuérfanos-, Silver Surfer 50 -Ron Lim, Infinity Gauntlet y tal-, X-Factor 63 -ése bonito cómic en el que se descubre que Cable no ha sido creado por Liefeld, si no por Chris Claremont y Paul Smith-, Spider-man 1 Platinum edition -pu*** portadas de papel albal-, New Mutants 87 -cualquier número anterior de la serie le da cien mil patadas, palabra de honor-, Silver Surfer 34 -Starlin, Thanos, Hickman tomando nota…-, Ghost Rider 15 -Johnny Blaze contra Danny Ketch, porque en aquellos tiempos el motorista ese era cool-, New Teen Titans 2 -porque había que meter algo de DC- y New Mutants 100 -tonto el que lo lea.
El resto de secciones no tienen mucho interés -un par de páginas explicando que es el coloreado digital, un repaso a los cómics de horror desde la EC hasta los primeros tiempos de Vertigo bastante soso y un artículo sobre Rocketeer-, y creo que por hoy ya ha sido suficiente. A lo largo de las próximas semanas hablaré de otros números y rescataré alguna que otra entrevista a los «genios» de la época que nos hagan conocer un poco su idiosincrasia personal y por qué provocaron el gran abismo de calidad de los años oscuros de los 90.