Que los años ochenta fueron la segunda edad de oro de DC Comics lo tengo cada vez más claro. En aquellos años los autores tuvieron una libertad creativa muy alta y la editorial nos dio así algunos de sus mejores trabajos. De entre todos ellos destaca uno que no sé cómo no he reseñado antes, ya que está protagonizado por uno de mis personajes favoritos, Hawkworld. Timothy Truman fue el encargado de relanzar a los Hawkman y Hawkwoman de la edad de plata, quienes tras las etapas de Tony Isabella y Dan Mishkin no pasaban precisamente por su momento de mayor éxito. Y si bien Truman consiguió darles el éxito y la fama que merecían esto acabo trayendo consecuencias inesperadas…
A la hora de relanzar a Hawkman y compañía Truman utilizo la misma fórmula que había utilizado Miller con Batman, recontar su origen de una forma algo más adulta pero respetando el material original y siendo fiel al personaje, así que lo que nos encontramos aquí fue una especie de Katar – Year One. Pero curiosamente, y pese a los cambios radicales que sufrieron algunos elementos de la historia del personaje, este nuevo enfoque a su origen funcionaba muy bien para los tiempos modernos. Del mismo modo que su origen clásico a cargo de Gardner Fox y Joe Kubert había funcionado para unos más inocentes años sesenta.
A Katar Hol nos lo presentaban aquí como a un novato e idealista agente de la policía halcón que sentía nostalgia de los tiempos en los que los Thanagarianos fueron un pueblo noble y orgulloso. Pero donde Gardner Fox nos dio un Thanagar casi idílico en el que el crimen era algo nuevo y pintoresco, el Thanagar de Truman era algo completamente diferente. Este nuevo hogar para Hawkman era un mundo en el que la corrupción y los excesos campaban a sus anchas y que presentaba una sociedad profundamente dividida. La elite vivía en ciudades flotantes y poseían alas que les permitían moverse en su sociedad en las alturas. Mientras que en la superficie del planeta residían los esclavos capturados en otros mundos, los desposeídos, los parias… Estos vivían entre la basura producida por las ciudades flotantes y trabajaban duramente para que la élite del planeta pudiese seguir viviendo con toda clase de lujos y comodidades.
Quizás el cambio más radical que presenciamos en Hawkworld fue el de Shayera Thal, convertida aquí en una pija malcriada y racista que trataba como a basura a los sirvientes que le hacían la vida más fácil. Si, era un cambio brutal comparado con la Shayera que todos conocíamos, aquella guerrera fuerte y compasiva que en España solo habíamos podido ver brevemente en el Superman de Byrne o en la JLI. Pero pese a ello Truman consiguió darle un giro inesperado a su historia que haría que todo cobrase sentido al final.
Pero no todos los miembros de la elite de Thanagar eran así, Paran Katar, el padre del futuro Hawkman, era un científico noble y compasivo que creía que la sociedad de Thanagar debía cambiar y que había contagiado su idealismo a su hijo, pese a que la relación entre ambos no pasase por su mejor momento. Pero al final Paran pagaría caro este idealismo y sus acciones alterarían para siempre la vida de su hijo y le pondrían en el camino que le llevaría a convertirse en Hawkman.
Hawkworld pese a los cambios que tiene al modernizar la historia del personaje, y pese a que pueda parecer lo contrario, es bastante respetuosa con el personaje de Hawkman. Algo comprensible cuando te enteras de que Truman fue alumno de la escuela de Joe Kubert y que la miniserie está dedicada a este y a Gardner Fox. Ese respeto se puede encontrar en pequeños detalles como que pese a que los policías halcón llevan unas pesadas y feas alas y armaduras de metal, las alas de paseo y los uniformes de entrenamiento eran prácticamente calcados al traje que diseño Dennis Neville en los años 40. Seguramente era la forma de Truman de justificar que más tarde en la tierra Katar y Shayera llevasen los trajes que todos conocíamos y que este nuevo origen no contradijese apenas la historia del personaje. Además Truman termino la historia en el momento perfecto para que uno se lea a continuación el “The Brave and The Bold» #34 y siga leyendo la historia de Hawkman a partir de ahí.
Timothy Truman se graduó con honores en la escuela de Joe Kubert y se nota. Su recreación de Thanagar es impecable, pese a lo alejada de la imagen clásica, y consigue transmitir a la perfección ese aire de decadencia y corrupción que atenaza a la sociedad Thanagariana. Lo mismo se podría decir del rediseño de la Policía Halcón con esas toscas y pesadas armaduras que Truman diseño. El aire a tropas paramilitares que tienen, tan alejadas de la imagen clásica del héroe, contrastan de miedo con el aspecto de Katar las pocas veces que podemos verle con sus ropas de entrenamiento, recordándonos así quien es el héroe de la historia.
Pero no todo salió tan redondo como hubiera cabido esperar. El principal problema que provoco esta serie es que tuvo bastante éxito, por paradójico que suene. Así que en lugar de tomarlo como un “Año 1” en DC decidieron que esto debería ser un nuevo inicio para el personaje y le hicieron sufrir un “reboot” en la serie regular también titulada Hawkworld. Allí contaban como Katar y Shayera acababan de llegar a la tierra, seguían vistiendo sus armaduras horribles y contradecían todas las apariciones de los personajes de las últimas décadas, cosa que ya comentamos por aquí en su día. Si, los años 80 no fueron malos para DC, pero las cagadas editoriales ya estaban a la orden del día…
Con los años la situación del personaje empeoro mas y mas y ahora mismo cualquier escritor que se enfrente al reto de escribir algo con el personaje debe sufrir para hacerlo. Pero quien sabe, a lo mejor algún día deciden poner a alguien competente al mando de la editorial y los fans del personaje podremos disfrutar nuevamente de las historias de Hawkman. Pero hasta que llegue ese día y los personajes levanten el vuelo nuevamente habrá que esperar pacientemente con el triste consuelo de poder disfrutar una y otra vez de grandes historias como este Hawkworld, al menos eso no nos lo pueden quitar los Didiotas y compañía.