Existe un fruto en la naturaleza llamado Musa paradisiaca, tras tan exótico nombre que nos hace pensar en una de aquellas musas de las leyendas que inspiraban a los artistas se esconde lo que comúnmente conocemos por los prosaicos nombres de banana, banano, cambur, topocho, guineo… y por el más común de Plátano. Así que confiando mi talento a las Musas a las que debe su nombre científico este fruto me dispongo a pedir a nuestros lectores que me acompañen en este apasionante viaje a través de la historia de tan singular producto de la madre naturaleza.
La primera curiosidad que encontramos en torno a este fruto es que no crece en un árbol sino en una gran “hierba perenne” que carece de tronco, de lo que no carece es de unas hojas de gran tamaño, de las más grandes del reino vegetal. El fruto que nos proporciona esta curiosa planta tarda entre 80 y 180 días en desarrollarse por completo, una espera larga pero que merece la pena. ¿Y qué nos encontramos tras tan larga espera? Pues lo que la Wikipedia describe como una “falsa baya epígina de 7 a 30 cm de largo y hasta 5 de diámetro” Una descripción un tanto fría y sosa para lo que es una de las más peculiares, y porque no decirlo, frutas del reino vegetal.
Los orígenes de esta fruta los encontramos en Indonesia, desde donde se propago hasta que en el siglo III llego a oídos de los comerciantes europeos la existencia de esta fruta. Aunque no se introdujo en Europa hasta el siglo X y tardaría seis siglos mas en llegar a Sudamérica. Hoy en día esta fruta se cultiva en todas las zonas tropicales del planeta, siendo la fruta tropical mas cultivada del mundo y una de las cuatro más cultivadas a nivel global. No está nada mal para haber comenzado en una pequeña región del planeta.
Pero no terminan aquí las curiosidades sobre esta fruta radiactiva, sí, he dicho bien, radiactiva. Debido a que contiene un alto nivel de potasio al Plátano se le puede considerar radiactivo, aunque en tan pequeñas cantidades que es completamente inocuo para el ser humano. Teniendo esto en cuenta y lo mucho que les ha gustado siempre a los autores de comics el uso de la radiación para crear superhéroes sorprende que existan tan pocos que deban su origen a los plátanos, se ve que las picaduras de arañas radiactivas son más dignos que comer plátanos repletos de potasio… El único héroe del comic del que tengo noticias que deba sus poderes a los plátanos es el Británico Bananaman. Este ochentero personaje creado por Dave Donaldson, Steve Bright y John Geering fue creado como una parodia de Superman y cuyos villanos también eran parodias de diversos personajes del comic de superhéroes estadounidenses. Y llego a ser lo bastante popular como para tener su propia serie de televisión. Nada mal para ser el único superhéroes aplatanado.
De la existencia del plátano en la ficción no podemos olvidar ese universal y recurrente gag en el que la piel del plátano es utilizada a modo de trampa, haciendo que cualquiera que la pise resbale de forma inevitable, apareciendo en series de tv, películas, comics e incluso en videojuegos tan recordados como el Super Mario Kart. Tampoco puedo evitar recordar aquella ocasión en la que el Doctor arrebato su arma de rayos al Capitán Jack Harkness y la reemplazo por un plátano para evitar que utilizase su arma contra un niño poseído por una entidad alienígena o como una posterior versión del Doctor hizo lo mismo para evitar que su futura esposa le disparase. Lo que nos lleva a otra de las facetas del plátano…
Por su forma el plátano siempre ha sido uno de los símbolos fálicos por excelencia. Su utilización en todas las formas de expresión como símbolo erótico o como metáfora del pene se pueden encontrar por todas partes, y necesitaría una semana entera para enumerarlas todas, quizás para la próxima vez que pierda la apuesta por los Oscars… Pero de entre todas estas referencias no quiero despedir este artículo sin recordar una de las que más grato recuerdo guardo. Cuando la muerte de Neil Gaiman utilizo un plátano para explicar la forma correcta de colocar un preservativo en aquella famosa historia de “Muerte habla sobre la vida”.
A cada artículo que escribo más me sorprendo de lo mucho que puede dar de sí un tema como este, recordándome que somos insignificantes ante la majestuosidad de la madre naturaleza y que haríamos bien en dar gracias cada día de vivir en un planeta que no deja de abastecernos con tan rica variedad de alimentos tan saludables y sabrosos.