Que Joe Kubert era un artista muy trabajador es algo que nadie pone en duda, así que el descubrir que casi hasta el último momento de su vida estuvo haciendo lo que más le gustaba, crear comics, no va a sorprender a nadie. Esta es la historia del comic que hoy reseñamos, «The Boy and the Old Man», una historia corta de ocho páginas que apareció publicada en Ghosts, un especial de Vertigo que se publico este mismo mes.
En la introducción de esta historia nos enteramos de que esta fue un encargo directo de Karen Berger para esta antología de relatos cortos de Vertigo, pero por desgracia falleció antes de poder terminarlo. Pero aun así, y aprovechando que el guion sí que estaba completo, se publicaron las paginas abocetadas a modo de homenaje a este gran artista. En la introducción también descubrimos una cosa curiosa que tengo que admitir que me ha sorprendido, Karen Berger comenta que Joe Kubert una vez entintado el comic lo hubiera coloreado el mismo en Photoshop. Resulta admirable ver como un hombre que ya tenía 85 años había aprendido a colorear por ordenador, pero claro, hablamos de un autor que desde que empezó en esto de los comics en los años treinta jamás dejo de evolucionar y experimentar con su trabajo, así que tendría que haberme esperado algo así.
Pero vayamos al comic en sí. “The Boy and the Old Man” nos cuenta la historia de un anciano azteca que se encuentra en su lecho de muerte y al que su pueblo ha llevado la selva para que muera allí en paz. Pero el anciano no se encuentra solo, a su lado se encuentra su nieto, quien le quiere tanto que no es capaz de dejarle allí solo y quiere estar junto a su abuelo hasta el final pese a las objeciones de este. La noche llega y con ella una horrible aparición, dios, demonio, da igual. Sea lo que sea es quien se lleva a los moribundos al otro lado, pero en esta ocasión, al encontrarse con el joven junto al anciano le señala a el, el anciano ya no le interesa. El viejo, sacando fuerzas de flaqueza se opone, es a él a quien debe llevarse, es él quien se encuentra al final de su vida y no su joven nieto, pero el demonio no atiende a razones e insiste.
El demonio agarra al chico por el cuello para llevárselo, pero su abuelo, que pese a estar moribundo ha sido un guerrero toda su vida no va a consentirlo y se enfrenta al demonio con todas sus fuerzas. El demonio se sorprende al encontrar tal ferocidad encarnada en alguien que estaba ya al borde de la muerte y momentáneamente suelta al chico. Pero ni este cejara en su empeño en llevárselo ni su abuelo dejara de protegerle aunque sea lo último que haga…
En esta obra póstuma Kubert demostró de sobras porque había sido un profesional durante más de 70 años. Pese a tratarse solamente de bocetos a lápiz en los que aun se ven marcas de borrado y restos de los diálogos que Kubert puso en sucio, su trabajo le da mil patadas al de muchos mal llamados artistas que están trabajando por ahí. Y es una pena que no le diese tiempo a completarla, pero aun así es un bonito broche a una gran carrera. Eso si, a los de Vertigo no les hubiera costado nada reseñarlo en portada, que casi paso de largo sin leérmelo.
Al leer esta historia uno no puede evitar ver ciertos paralelismos con la vida del propio Kubert y tiene la sensación de que Joe Kubert sabía que ya no le quedaba mucho de vida, ya fuese simplemente por su avanzada edad o porque ya sabía que tenía la enfermedad que se lo acabo llevando. Porque eso del anciano al que sus seres queridos no quieren perder y que pese a estar en su lecho de muerte sigue teniendo fuerzas para hacer lo que siempre hizo en su vida suena a despedida, y una muy bonita. Pero pese a que sea triste la pérdida de un autor como el nos queda el consuelo de que aun no hemos visto lo ultimo suyo. Aun quedan por publicarse cinco números de su Joe Kubert Presents y tenemos también todas las obras que realizo a lo largo de su dilatada carrera, así que el hombre ha muerto, pero el artista nos va a acompañar siempre.