El viernes pasado, con esto de que era fiesta y tal, a alguien se le ocurrió que sería buena idea sacar a la venta un remake del UFO:Enemy Unknown. Para los que no lo conozcan, el UFO es uno de los juegos que más minutos de mi vida han podido robarme impunemente. Pero es que el dirigir una organización internacional (el X-COM) que caza alienígenas de esos que abducen vacas y patearles el culo hasta cidonia tiene su encanto… La cuestión es que la ONU nos llamó el otro día para preguntarnos si nos interesaba dirigir la lucha contra el invasor extraterrestre porque, siendo como era fiesta (se celebraba no se qué de un marinero borracho que desembarcó en una isla de la India y la llamó Cuba, o algo así) no habían encontrado a nadie competente disponible o sobrio. Asi que lo único que defiende a la humanidad ahora mismo son estos dos idiotas:
Cuando nos dijeron que nos iban a pagar dinero por hacer esto, nosotros no nos lo pensamos ni medio segundo. Estamos deseando cobrar por trabajar o, directamente, cobrar a secas. El problema es que lo que ibamos a hacer era cobrar hostias por trabajar a secas. Pero creo que me estoy adelantando a los acontecimientos… Nada más llegar a la ONU y hablar con un señor bajito llamado Ban Ki Moon (que con ese nombre yo pensaba que debía saber taicuondo, pero resultó que de taiqwondo nada, porque le partí dos dientes al arrearle una patadita de nada), nos dieron unas armaduras chulísimas y escopetones. Yo me puse esta:
M’Rabo, por su parte, pidió una armadura de caballero nosecuantos de Galador. Los de la ONU le dijeron que naranjas de la china, que ellos no tenían de eso. Entonces pidió una escopeta a lo Cable y un ojo biónico. Tampoco tenían de eso. Tras pasarse más de media hora probándose mierdas, acabó con esto puesto:
Mientras tanto, a mi me cargaron con todo el papeleo; que si selecciona nivel de dificultad, que si el modo de juego, que si patatín que si patatán… Yo estas cosas las tengo claras, lo más fácil posible. Sin embargo, había un modo de dificultad que ponía «clásico». Y entonces me acordé de que en Brainstomping somos un par de gruñones quejándonos de lo que hace Dan Didio y echando de menos los cómics de antaño, asi que decidí que ibamos a ser clásicos. También ponían no se qué de un modo «Iron Man». Eso tiene que molar, ¡si Tony Stark nos ayuda fijo que acabamos con los alienígenas enseguida!
Ya estaba yo feliz por haberme librado del papeleo, cuando llega M’Rabo y me dice que ya me vale, que siempre tiene que hacer todo el trabajo, que soy un explotador y todas esas tonterías que dice siempre. Que ha tenido que elegir el solo dónde poner la base, que es una vergüenza esto del esclavismo en pleno siglo XXI, y que prefiere una hipoteca en Bankia antes que aguantarme a mí. Entre todas las tonterías que dice, es incapaz de contarme dónde ha puesto la base, porque ya se le ha olvidado. Es entonces cuando miro el mapa y veo que nuestra nueva y flamante base millonaria, la que podría estar en cualquier lugar del mundo, está en…
M’Rabo defiende su decisión apelando a su identidad africana, a que ya basta del ombliguismo europeo, que África es el futuro y que los alienígenas nunca vendrían a buscar nuestra base en un sitio en el que hay caníbales y se explota a la gente por diamantes. Yo repito lo dicho, en Latveria habríamos estado mucho mejor. Sin embargo, no nos da tiempo a discutirlo mucho más allá, porque en ese momento nos avisan de que los extraterrestres cabrones estan abduciendo gente en tres sitios del planeta:
Mi razonamiento es claro, debemos ir a Alemania, que nos ofrece incrementar nuestro número de científicos y así nuestra capacidad de entender a que nos enfrentamos. Sin embargo, M’Rabo vuelve a tener su ramalazo africanista y me dice que ni de coña vamos a ir a defender otra vez a los europeos, que Angela Merkel se las arregle sola con el dinero que le ha robado al resto de Europa y que si tiene algún problema, que use sus Eurofighters, que así por lo menos servirán para algo. Con lo que, ignorando ya completamente a Brasil, nos vamos a de cabeza a Egipto…
Tras demasiadas discusiones y piques absurdos en el Skyranger, conseguimos llegar a la zona donde se iba a desarrollar nuestra misión, un lugar indeterminado de la frontera entre Egipto y Libia. Allí, lejos de encontrarnos un montón de gente queriendo escupirnos en los ojos, nos encontramos con que… Están todos muertos. Por los visto los alienígenas, a diferencia de lo que pueda decir la corrupta prensa occidental, dan más miedo que los musulmanes.
Nos parapetamos entre los coches de un aparcamiento y M´rabo ya empieza a hacer una de las suyas: el tío va y, ni corto ni perezoso, se saca los genitales al aire y empieza a orinar sin el menor complejo. Al ser reprendido, él se limita a resoplar fastidiado y a decir que lo normal a esas horas en un aparcamiento es hacer exactamente eso, y que lo que es una auténtica vergüenza es que yo no me haya traido ni una gota de alcohol. El siguiente paso a dar es un auténtico calvario gracias, una vez más, a las quejas de M’Rabo; ante nosotros hay un supermercado y el se niega a entrar dentro, bajo la excusa de que él es negro y que la gente de su raza siempre es la primera en morir. Yo le digo que alguien tendrá que echar un vistazo ahi dentro, y el me dice que ya me cubre. Según parto hacia el supermercado, le pregunto quien le cubre a él, y entonces…
No voy a contaros lo que sentí en ese momento, aquella mezcla entre incomprensión y vergüenza ajena. Seguramente esta situación, de darse en otro momento, habría provocado todo tipo de discusiones entre nosotros, pero no con los alienígenas acercándose, disparándonos y flanqueandonos de la peor manera; por lo visto dentro del edificio si que había extraterrestres, ¡pero también por fuera!
Es igual. De la forma más profesional posible, me acerco a un vehículo cercano y con una certera ráfaga acabo con uno de los alienígenas que estaban en el exterior. Del mismo modo, M’Rabo se aproxima a otro enemigo y lo derriba con una inconmensurable suerte que poco tiene que ver con la punteria. Lamentablemente, el universo no permite que la gente tenga tanta suerte y equilibra la cosa haciendo que, mientras liquidaba al otro alienígena, los extraterrestres del interior reciban un primer plano de su hediondo trasero que les resulta irresistible:
Pero yo no me acojono, ¿eh? Si acaso lo que siento es alivio. De momento una cosa esta clara, los alienígenas estan dentro y yo estoy fuera. Asi que lo que toca es entrar yo dentro, destrozarlos y llevarme todas las medallas. Lo mismo consigo llevarme al huerto a la científica jefe, que más allá de la grima que da su acento, debajo de la bata debe de estar potable. Nadie se acordará de M’Rabo, toda la gloria será mía, y lo mismo todavía estamos a tiempo de mover la base a un lugar más civilizado como Brasil o alguna isla del caribe. Pensando en estas cosas, y no en lo que realmente estaba haciendo, me meto en el edificio:
Según entro en el edificio, aparecen dos alienígenas más, esta vez por el sur. Se suben por unas escaleras al piso de arriba y luego se vuelven a bajar, por lo visto son de reflejos lentos y se han dado cuenta de que estoy allí dentro. La verdad es que visto el percal, decido que lo mejor es salir fuera y esperar a que salgan ellos, que total, no tengo prisa por alcanzar la gloria esa si con eso me ahorro media docena de tiritas…
Yo ya no se que hacer, los cabezones tienen muy buena puntería y yo ya no tengo paciencia. Intento dialogar con ellos con un par de disparos, pero ellos me los devuelven en plena rodilla. Les lanzo una granada, pero a esa distancia lo único que consigo es dejar todo perdido de hollín y que ellos se descojonen en su idioma raro a base de chirridos. Esos hijos de xenomorfo se van a enterar, yo les voy a enseñar lo que es un ser humano cuando les tocas los cojones. Porque los seres humanos somos el resultado de millones de años de evolución, somos capaces de adaptarnos a cualquier situación y contamos con un cerebro con un porrón de neuronas con el que elaborar estrategias infalibles a la hora de tratar con gentuza como esta. Por supuesto, hay una que no tarda en ocurrírseme y que pongo en práctica inmediatamente:
Tenéis que entenderlo, yo también quería salvar al mundo, pero es que un marciano cabrón me pegó un tiro en la rodilla. Y sí, corro bastante para ser un jodido cojo, pero consigo librarme de su sed de sangre y gracias a mí algo se puede salvar y la misión no es un fracaso absoluto. Si los de Egipto tienen problemas con alienígenas ya los solucionarán ellos solos, si pudieron librarse de Mubarak esto tampoco les costará mucho. Y si tienen mucho problema, que les digan a los libios que los alienígenas son hijos bastardos de Gadafi, que total son igual de feos.
¿Créeis que no me jode? Claro que lo hace, pero alguien tenía que sobrevivir para contar el heroico sacrificio de M’Rabo. El mundo debe saber que murió con el culo pegado al escaparate de un supermercado, que lo mataron por la espalda, que se cargó a un alienígena (con un disparo que tuvo mucha suerte, eso sí) y que murió rápido y sin demasiado dolor. Lo de que sus restos olieran a chistorra mejor me lo reservo, que los caníbales del congo los tenemos demasiado cerca de la base. Al volver a casa me encargo de informar de lo sucedido y de dimitir como es debido. Si Ban Ki Moon quiere librarse de los marcianos, que llame a los Vengadores o gente así. Si lo llego a saber, me pongo a jugar al Dishonored…