El comic del que vamos a hablar hoy es… digamos que raro. A mí me ha encantado, pero está claro que no se trata de un comic para todos los gustos. Publicado por DC comics en los tiempos en los que aun no existía el sello Vértigo pero tenían Piranha Press para publicar todas esas cosas que no sabían dónde sacar. Allí fue donde Mark Hempel dio rienda suelta a su imaginación y creo a Gregory para el disfrute de unos pocos.
Gregory es uno de esos comics que he estado muchos años esperando leer, desde aquellos lejanos tiempos en los que la editorial Zinco nos ponía los dientes largos hablando de las novedades estadounidenses y luego nos llevábamos un chasco al ver que muchas de ellas jamás llegaban aquí. Seguramente han pasado más de veinticinco años desde la primera vez que oír hablar de esta serie y quise leerla pero he tenido que esperar hasta ahora para poder hacerlo. ¿Ha valido la pena la espera? Pues yo diría que sí, ya que dudo que en aquellos tiempos hubiese sido capaz de entender este comic, eran aquellos confusos tiempos en los que había dejado de leer los Nuevos Mutantes porque no soportaba el dibujo de Bill Siekiewickz…
¿Pero de que va este comic exactamente? Pues aquí Mark Hempel nos cuenta el día a día de Gregory, un niño ingresado en un hospital psiquiátrico que es incapaz de hablar, que se encuentra permanentemente atado por su camisa de fuerza y cuyo todo su mundo se reduce a su habitación, que es prácticamente una celda. Pero pese al aislamiento Gregory es feliz la mayor parte del tiempo, con su imaginación tiene más que suficiente para no echar nada en falta, siendo más feliz dentro del psiquiátrico que fuera, aunque esto sea debido mas al miedo que le produce el exterior, lo desconocido, que a lo bien que se siente allí dentro.
Pero Gregory no se encuentra solo, tiene una más que curiosa compañía, Herman Vermin, una rata negra, repugnante narcisista y egocéntrica a la que solo él puede entender. De Herman se podría decir que es algo así como un antecedente del Bender de Futurama, tienen una personalidad bastante similar, con la diferencia de que Herman muere una y otra vez reencarnándose a continuación en si mismo solo para revivir ese ciclo una y otra vez. Pero el tampoco está solo, ya que cuenta con su pequeño fan y compañero Wendell, un ratoncillo blanco que le admira profundamente pero que solo piensa en comer queso. La popularidad de este personaje fue tal que muchas historias están protagonizadas por él, pasando Gregory a un segundo plano, eso cuando no desaparece por completo cediendo todo el protagonismo a Herman.
Del comic en si se puede decir que es muy divertido, aunque sea a través de un humor que mas que negro es negrísimo. Hempel no tiene piedad con nada ni nadie y su sentido del humor puede ser en ocasiones bastante cruel. Con estas herramientas en sus manos aprovecha para hablarnos a través de Gregory del miedo a lo desconocido, de mostrarnos acidísimas críticas a las familias estadounidenses, de poner a parir a la psiquiatría… Decir que no deja títere con cabeza es quizás quedarse algo corto.
Como ya decía más arriba, he tardado muchos años en poder leer este comic, pero finalmente hace unos pocos años se edito por fin en España, dos tomos recopilando los cuatro de la edición original y pude poner mis manos sobre esta obra. La espera valió mucho la pena, así que no puedo menos que recomendar su lectura, que esto aun debe ser más o menos fácil de conseguir y es una lectura de lo más disfrutable.