Max Payne… Recuerdos de aquellas noches de llegar a las tantas a casa, encender el ordenador y delirium tremens en tiempo bala. Parece mentira que ya hayan pasado más de diez años, parece mentira que para un personaje de ficción los años pasen igual que para nosotros, pero aquí esta Max Payne 3, y para él ya son catorce los años desde el día en que el Valkyr arruinó su vida. Y hasta aquí la moña nostálgica por el personaje de Remedy, que la tercera parte la hace Rockstar.
Vaya por delante que yo Max Payne 3 no me lo he acabado, de hecho creo que voy por la mitad el juego (que lo mismo todo lo que me queda es un horror de microfases, vete a saber), pero necesitaba escribir un poco sobre el tema; en este juego Max está completamente acabado, alcohólico y dejado de la mano de dios. Ya sólo espera la muerte cuando decide largarse a Brasil a trabajar de guardaespaldas. Y así es como empiezan otra vez los líos…
El juego se siente como un Max Payne, en eso Rockstar no nos ha fallado. Es cierto que tiene un sistema de coberturas que no recuerdo de los juegos anteriores (perdonadme, pero no he jugado en diez años), que las fotonovelas como hilo conductor de la historia han pasado a mejor vida y que la tipografía del juego es la misma que usa Canal + y te da la sensación de que va a salir Michael Robinson en cualquier momento, pero el juego es divertido y se deja jugar. La dinámica del tiempo bala no la han manejado tan bien en ningún juego como en Max Payne, y eso que hasta intentaron que el mismísimo John Woo lo hiciera en aquella cosa llamada Stranglehold.
Pero, y a falta como estoy de leer medio juego, lo que estoy echando de menos de los Max Payne de Remedy son los detalles. Estos juegos estaban repletos de periódicos, televisores, radios que podías usar y pasarte un buen rato viendo las aventuras de Baseball Batboy, Dick Justice o Lords and Ladies. De momento sólo he visto un episodio de Baseball Batboy, y ninguna radio. Es un mundo mucho más vacio que en los juegos anteriores, supongo que por la excusa de que el juego se desarrolla en Brasil y Max no entiende nada de portugués, pero con cosa de 30 gigas de instalación (en gran parte por la de videos que tiene el juego) creo que se podían haber currado un poco más el tema del transfondo audiovisual del juego, porque uno de los puntos fuertes de los juegos anteriores era como se entrecruzaban los personajes de ficción con los «reales» del juego, los mensajes que daban que se podían aplicar perfectamente al juego en sí, etcétera. Y espero que haya un cameo de Sam Lake, porque para muchos sigue siendo el verdadero Max Payne.
En fín, que el juego esta realmente bien hecho y es bastante divertido, pero sigue pecando de lo mismo que casi todos los juegos de hoy en día; para ajustar el presupuesto y los tiempos de desarrollo, nos cargamos todo lo que no sea imprescindible.