Street Cleaning Simulator es… Un simulador de barrendero, de esos barrenderos que trabajan montados en uno de esos cochecitos tela de lentos y que siempre te mojan en el peor momento. Se han convertido en un elemento más del paisaje urbano casi sin que nos diéramos cuenta, y, la verdad, nunca me había preguntado como funcionaba un trasto de esos. Ahora lo sé (o eso creo) y compadezco tremendamente a quienes tienen que hacer ese trabajo si sólo se reduce a esto.
Porque barrer es un coñazo, pero barrer montado en un coche también es un coñazo. Ves a la gente pasar junto a tí y adelantándote, los coches paseando a su bola a tu alrededor como si fueran los amos de todo, tu correteando a paso de tortuga a ver si consigues limpiar ese otro trozo de mierda… ¿Quién cuernos pensó que un simulador de esto podía ser divertido? El juego básicamente consiste en, mediante unos controles atroces, pasear tus cepillos y tu chorro de agua por zonas enmierdadas. Te pones encima, echas agua y enciendes los cepillos. Y hala, todo limpio en un tris… Y ya está, porque eso es el juego.
Otro de los grandes logros de este juego es el sonido, porque parece que los coches de barrendero no llevan radio y los barrenderos no llevan un mp3, no sea que les joda los chakras del fengshui. Yo que sé, el caso es el que el juego no tiene música ni en el menú, te la tienes que poner tu solo encendiendo la radio de tu casa o poniendo el winamp. Porque de verdad, si no lo haces, serás torturado por el armonioso sonido del motor, los pitidos de la señalización de marcha atrás y el masajeante girar de tus amadísimos cepillos.
Pero más allá de limpiar calles, ¿qué ofrece Street Cleaning Simulator? Pues una terrible historia de desgarradoras implicaciones en las que un humilde barrendero lucha por abrirse paso en el mercado de la limpieza urbana en una ciudad imaginaria. Nuestro humilde empresario del saneamiento urbano recibirá encargos por email del alcalde de la ciudad, que deberá ir cumpliendo religiosamente para poder ampliar su negocio y sacar para delante su obscena idea de barrenderos privatizados. Y, aunque he exagerado un poco en lo terrible y desgarradora historia que tiene este simulador, básicamente de eso va el juego, te encargan cosas, las cumples y sigues inmerso en la misma monotonía. Si quieres enajenarte, alienarte y sufrir, no creo que haya juego mejor para ello a este lado del Polybius.
Aunque, llegados a este punto uno tiene que preguntarse, ¿a quién se le ocurrió la idea de hacer un videojuego que simula un trasto que se mueve a medio kilómetro por hora meneando cepillos? ¿Quién en su sano juicio no se da cuenta de que, aunque los controles fueran humanamente normales, el juego no iba a ser tal, si no un coñazo insufrible que ni con gráficos fotorrealistas se salvaría (que, por cierto, no los tiene)? Pues los responsables de este desaguisado son… Excalibur Publishing, gente experta en hacer simuladores de cosas como una grúa, un palé, una granja (y os aseguro que no es la de farmville), autobús urbano, una grúa de construcción, de demoledor de edificios con la bola esa y todo, un simulador de jardinero con enano de jardín incluido, un simulador de constructor de carreteras, otro de cirujano, de camión de reparto, de conductor del metro de Londres, de quitanieves y, el mejor de todos después del que nos ocupa… De camión de la basura. Uno pensaría que esta gente crea estos juegos de cara a sacarse pasta para sus propios proyectos (distribuyen algunos juegos de estrategia decentillos, vaya) si no fuera porque… ¿Quien cuernos se gastaría 30 euros en un simulador de mover un cepillo por el suelo?