Suicidios incomprensibles. Muertes misteriosas. Globos gigantes enamorados. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Tienen todos estos delirios algún sentido? ¿Esta Junji Ito tomándonos el pelo otra vez? Sigamos leyendo para averiguarlo.
Habíamos dejado Kazuko observando con horror como los globos gigantes con las caras de Terumi y Shiroishi se besaban en el cielo. Ella trata de denunciarlo a la policía, pero las cabezas han desaparecido y nadie cree su historia. Pero Kazuko ha seguido dándole vueltas al asunto y ahora tiene la teoría de que Terumi no se suicido, sino que fue asesinada por el globo gigante con su efigie y que la soga se enrollo en los cables del teléfono dando la impresión de que se había suicidado. Esto en principio sonaba muy absurdo, al menos hasta que Kazuko y sus amigas vieron como en el cielo aparecían cuatro globos gigantes con sus caras y sus respectivas sogas para ahorcarlas. Comienza el despiporre.
Las cabezas gigantes vuelan sobre ellas con una increíble maniobrabilidad, consiguen ahorcar a dos de sus amigas, pero Kazuko y la otra única superviviente consiguen encontrar refugio en un callejón demasiado estrecho para que las cabezas pasen por él. Pero pese a estar momentáneamente a salvo se encuentran atrapadas. Los globos las rodean y les lanzan latigazos con los lazos corredizos tratando de atraparlas. Parece que su muerte va a ser inevitable.
Por suerte para ellas un amable vecino al ver la situación se asoma a su ventana armado con una ballesta, si, una ballesta, en su casa. ¿Y es que quién no tiene un pequeño arsenal de armas medievales en su casa? Yo mismo voy a comprarme una catapulta para cuando vengan vendedores pesados. El valiente vecino dispara su ballesta contra uno de los globos pero obtiene un resultado inesperado, al mismo tiempo que el globo se desinfla al perder el aire se desinfla también la cabeza de la chica cuya cara tenía ese globo. No hay forma de acabar con ellos sin morir uno mismo.
Kazuko consigue llegar a duras penas a su casa, la ciudad está plagada de globos representando a todos los ciudadanos y no hay forma de salir a la calle con seguridad. En la televisión confirman que estos ataques están sucediendo por todo el país, y advierten a los ciudadanos de que no ataquen a los globos ya que ellos mismos fallecerían. Parece no haber salida para ellos. Pero el padre de nuestra protagonista dice que tiene que ocuparse de una cosa en el trabajo y que va a salir. Si eso no es dedicación no sé lo que es, igual locura o estupidez.
El padre les dice que no se preocupen, que tiene una estrategia, correrá hacia su coche abrazándose el cuello y así no podrán ahorcarle, y que le esperen a las seis con el baño preparado. Este insensato corre por la calle hacia su coche protegiéndose el cuelo y… obviamente el globo con su cara le atrapa en segundos ahorcándole y llevándoselo por los aires. Definitivamente no era dedicación por el trabajo, era estupidez.
Y esta estupidez parece ser hereditaria, porque el hijo mayor decide salir a la calle a por comida. Pero dice que no le mataran sin luchar, así que agarra un gran paraguas asegurando que apuñalara con su punta al globo si trata de ahorcarle. El también morirá, pero morirá matando. Aunque entonces a ver quien le llevara comida a su madre y hermana…
Pero pasó una semana y no se supo más de él. La madre de Kazuko no soporto más la situación tras perder a su marido y a su hijo y salió a la calle a encontrar la muerte, dejando sola a su hija. Por lo que se ve no hay mucho amor de madre en Japón… Kazuko cree que va a volverse loca, no se atreve a salir pero si se queda en casa morirá de hambre, la situación es de lo más desesperada.
Pero de pronto llega un pequeño resquicio de esperanza, a través de la ventana le llega la voz de su hermano. ¿Ha conseguido sobrevivir toda esa semana y ahora ha vuelto para salvarla? Su hermano esta tras la ventana, le pide que le deje entrar, que ha traído comida, pero que se dé prisa porque la cabeza le está siguiendo. Kazuko abre esperanzada la ventana pero lo que se encuentra es al cadáver de su hermano colgado de un globo y a este dándole las gracias por dejarle entrar.
Así es como termina esta trágica historia que soy incapaz de clasificar. Normalmente trato de extraer algún tipo de moraleja de estas historias, pero hoy me veo incapaz. ¿Pretende Junji Ito alertarnos de los peligros de los globos aerostáticos? ¿Se le ha ido la mano con las drogas? Lo único que está claro es que Junji Ito está muy mal de la puta cabeza.