Hoy es miércoles, así que como prometí hoy hablaremos del grandísimo Junji Ito. En lugar de ir de cabeza a una de sus grandes obras vamos a comenzar por una de sus pequeñas historias cotidianas, una con la que todos nos podremos sentir identificados. Y es que, ¿quién no ha tenido una entrevista de trabajo que no ha salido bien? Pues la protagonista de Bio House la tuvo y seguro que no acabo con un buen recuerdo.
Kubota es una joven que viaja hasta la casa de campo de su jefe para aspirar a un puesto indeterminado en una empresa de Bio-Tecnología. Este la recibe amablemente con su banda de violinistas tirolesas. Tras esta recepción la acompaña a un gran salón donde les espera lo que parece ser una gran cena. Es entonces cuando el futuro jefe de Kubota hace una afirmación que nos recuerda inequívocamente que estamos ante un manga de Junji Ito. “No me creo que una criatura tan linda como tú le pueda gustar la comida repugnante”.
¿Eh? ¿Cómo? Si, así es, este señor tiene una curiosa afición que consiste en comer cosas que la mayoría de nosotros consideraría asquerosas. Insectos, lagartijas, parásitos, etc. Algo que, aunque asqueroso, no es algo que no veamos casi cada día en la tele en programas como el Último Superviviente o Lonely Planet. Pero para bajar toda esa “comida” habrá que beber algo, ¿Y qué mejor que una buena copa de sangre?
La historia se vuelve rara y asquerosa por momentos, como no podía ser de otra manera. Kubota, que ya se había mostrado algo reticente ante los grillos fritos, da un sorbo asegurando que la sangre de serpiente ya la ha probado. Pero esto es diferente, no sabe igual. Kubota la escupe con repugnancia, lo que ofende a su jefe ya que se trata nada más y nada menos que de una copa de su propia sangre.
Su jefe se indigna, se lo ha tomado como un insulto y trata con todas sus fuerzas de que Kubota se beba la copa. Para que luego uno se queje del acoso sexual en el trabajo… Él la agarra por el cuello, forcejean, pero Kubota de un manotazo consigue arrebatar la copa de manos de su jefe y destrozarla contra el suelo. Su jefe ya se ha enfadado más allá de toda medida.
Lentamente su jefe se pone en pie, levanta su padada y nos muestra bajo ella unos vendajes que se quita poco a poco. Bajo ellos hay una serie de cicatrices por todo su cuello. Saca un cuchillo, lo acerca a su garganta y hace una pequeña incisión en su propia yugular de la que surge un manantial de sangre. Lo habitual cuando uno está muy enfadado.
El jefe de Kubota comienza a perseguirla por toda la casa, rocia las paredes con su propia sangre que surge sin parar de la herida de su cuello. Parece como si su cuerpo tuviese reservas ilimitadas. El cómic ha pasado de ser una historia de mal rollo a llegar a un nivel de absurdo tal que se convierte casi en una comedia. Por el pasillo rocía inadvertidamente a sus violinistas en la cara. Esto provoca una sorprendente revelación, las chicas son vampiras. Sí, porque no, total ya…
Kubota queda arrinconada contra una puerta cerrada, parece que no tiene escapatoria. Entonces aparece una ayuda inesperada, las vampiras asaltan a su jefe reclamando beber más sangre, les ha sabido a poco el chorro que las ha salpicado en la cara. Kubota en la confusión escapa escaleras arriba solo para encontrarse nuevamente atrapada. Esta vez en la asquerosa “despensa” de su jefe.
Jaulas llenas de insectos y reptiles de toda clase la rodean. Los manjares de su jefe y acosador. Este la ha seguido y la arrincona de nuevo contra una pared, tras lo cual le vomita sangre en la cara. Kubota parece que ya está perdida, pero nuevamente una aparición inesperada acude en su ayuda. Una de las jaulas se ha roto y de ella ha escapado un «grillo camello». Su jefe se arrodilla emocionado admirando la belleza del insecto, se ha olvidado de Kubota. Esta aprovecha la situación para golpearle en la cabeza con una jaula y escapar de allí…
Pero su jefe aun no ha dicho su última palabra. Se incorpora de nuevo y se abalanza sobre ella, pero ha sufrido muchos golpes y ha perdido demasiada sangre. Se desploma y cae muerto al suelo. Allí sus propios «manjares» le devoran poco a poco.
Kubota se aleja tranquilamente escaleras abajo. Allí se encuentra con las vampiras, que aun estaban a cuatro patas en el suelo lamiendo la sangre de su jefe. Les dice que si quieren más suban por la escalera. Tras esto, Kubota sale por la puerta de la mansión, que ahora esta misteriosamente abierta de par en par, y se aleja de la entrevista de trabajo más retorcida del mundo.
Y este manga es otro de los motivos por el que cada día estoy más convencido de que Junji Ito está muy mal de la puta cabeza.