Que la ciencia ficción televisiva esta en horas bajas no es ninguna novedad. Ya me he quejado muchas veces por aquí de lo mucho que cuesta encontrar una buena serie de ese género en la televisión actual, las pocas que se estrenan o duran un suspiro como Stargate: Universe o se hunden en el aburrimiento y los topicazos como Falling Skies. Así que cuando las novedades escasean me veo obligado a rebuscar entre los estrenos de temporadas pasadas a ver si hay algo que me ayude a superar el mono, y fue en una de estas cuando descubrí Fringe.
Yo ya había oído hablar de la serie más de una vez, llevaba unos tres años en antena y era inevitable leer cosas sobre ella aquí y allá. Mi problema con esta serie es que la veía como la nueva generación de expediente-X, otra vez agentes del FBI investigando casos extraños que nadie más podía investigar. Así que me mantuve alejado de la serie bastante tiempo. Pero hace relativamente poco un amigo me recomendó mucho la serie, y si un amigo me recomienda una serie no puedo negarme a verla, así que le di una oportunidad. Ahí fue donde me di cuenta de lo equivocado que estaba sobre Fringe.
Es verdad que el punto de partida es similar a Expediente-X, pero todo lo demás es diferente. Los protagonistas no son una pareja de sosos cuyas investigaciones no avanzan nada a lo largo de varias temporadas. Los protagonistas, aunque no sean el culmen de la caracterización desde luego no recuerdan a aquellos muñecos de cera inexpresivos que eran Mulder y Scully. Estos personajes parecen vivos, sus investigaciones avanzan, y sus jefes no se dedican a torpedeárselas y a borrar pruebas dejando el status quo de la serie siempre en el mismo punto. La trama avanza, cada nuevo descubrimiento es más gordo que el anterior y la historia se dirige a un punto en el que puede suceder cualquier cosa. Es aquí donde se nota y mucho la mano del creador de la serie, J. J. Abrams, creador también de Alias y Lost, en las tramas. Por cada incógnita que se aclara aparecen dos más en su lugar.
Por suerte ha conseguido que esto no roce el absurdo como pasaba a veces en Alias, lo que es de agradecer. La trama de esta serie gira en torno al “Patrón” una serie de incidentes extraños que parecen estar relacionados entre sí. Lo único que tienen en común todos ellos es el uso de una tecnología avanzadísima que en ocasiones ni siquiera pueden comprender. Es entre sus investigadores, la división Fringe del FBI, donde acaba Olivia Dunham tras darse de bruces con uno de estos casos. Pero una vez allí se da cuenta de que los recursos del FBI no son suficientes, que enfrentándose a casos de esta naturaleza necesitan algo más que a los analistas del FBI, es ahí donde entra quien sin duda es la estrella de la serie. Walter Bishop.
Walter es un genio científico, casi parece un científico de la Marvel, de esos que dominan todas las ramas de la ciencia. En los años 70 trabajo para el gobierno en lo que ellos denominaban “Ciencia Extrema”, investigaciones que se metían de lleno en el terreno de la ciencia ficción con el objetivo de crear súper armas y súper soldados para el gobierno. En estas investigaciones trabajaba junto a su amigo William Bell, el misterioso y ermitaño fundador de Massive Dynamic, la mayor empresa del mundo y cuyos objetivos, así como los de su fundador, nunca están del todo claros. Pero Walter ya no es el mismo, tras la muerte de su ayudante de laboratorio sufrió una crisis y paso los siguientes 17 años encerrado en un psiquiátrico. Es ahí de donde Olivia le rescato para la división Fringe con la ayuda del otro miembro de su equipo, el hijo de Walter, Peter Bishop.
Peter, está interpretado por uno de aquellos críos pedantes de Dawson Crece, aunque afortunadamente para él y sorprendentemente para nosotros ha conseguido alejarse mucho de aquella época. Su personaje, al igual que el de su padre, está lleno de secretos y es mucho más de lo que aparenta. Ha viajado por todo el mundo, ha trabajado en cualquier cosa y conoce a un montón de gente en los ambientes menso recomendables, habilidades que serán de mucha utilidad a la división Fringe cuando no puedan actuar por los canales oficiales. Aunque su principal ocupación en la división será la de controlar e interpretar los aparentes desvaríos de su padre.
Y es que Walter no es un hombre fácil de controlar, su crisis nerviosa, los años que paso internado y todos los secretos que guarda le han pasado factura. Ahora es más un niño grande que un adulto, y su comportamiento errático le hace parecer la mayor parte del tiempo alguien inútil. Pero pese a todo lo que ha olvidado sigue siendo uno de los hombres más inteligentes del planeta. Por hacer un símil con los comics, es casi como combinar en un solo personaje a Reed Richards y a Masacre.
Si estos dos tuviesen un hijo, seria Walter Bishop
Todos estos personajes se ven inmersos en una serie de ataques que pueden ser desde atentados terroristas a pruebas de armas. No tienen claro el motivo ¿Son atentados? ¿Es una guerra? ¿Contra quién o entre quien? Puede haber dos bandos, o tres o más. La agenda de los “enemigos” de la división Fringe no está clara del todo y la línea que separa a todos estos adversarios es tan borrosa que prácticamente no existe. Sus aliados pueden ser sus enemigos y viceversa, llegando a tales extremos la situación que a veces no pueden confiar ni en sí mismos. Pero todo ello bien contado de forma muy adictiva.
Así que no puedo hacer más que recomendar esta serie. Es divertida, es emocionante y en ella puede suceder prácticamente cualquier cosa. Por no hablar de los innumerables guiños frikis que la salpican y un cameo de lujo ocasional cuya sorpresa, por desgracia, los títulos de crédito del principio se encargaron de estropear. Así que ahora es un buen momento para subirse al carro, en unos pocos meses comenzara su 4º y puede que ultima temporada. Las audiencias ya decidirán su destino.