Satanás, Lucifer, Belial, Luis Cobos… El Mal tiene muchos nombres, pero siempre nos es dificil verlo, porque la gracia del Mal es que te engaña para que abandones tu virtuoso camino de pagafantas y muertodehambre para que acabes en la mansión Playboy poniendote morado y gastándote el Producto Interior Bruto de Senegal en condones.
Pero, ¿que es el Mal, quién es el demonio, que un día dice un papa que no existe y al siguiente aparece otro y le da certificado de autenticidad hasta a sus cuernos y rabo? Satanás, según dice la Biblia, era un angelico que vivía feliz en el paraiso sin tener sexo y en la gracia de Dios, que debe ser algo parecido a tener una máquina de endorfinas conectada al culo constantemente. La cuestión es que un día Lucifer se junto con unos colegas y dijo «hasta aquí hemos llegado» y le dijo a Dios que, aunque hubiera hecho el cielo, la tierra, y alguna cosilla más, no tenía ningún derecho a tenerles así toda la vida. Las malas lenguas afirman que le tenía envidia, que quería ser como el o, directamente, que quería tener pene y follárse al Padre de Todos hasta que le saliera el Espíritu Santo por la boca.
Claro, la cosa no podía durar. Dios echó a patadas a Lucifer y volvió dejar las cosas como estaban, mientras Satán juraba venganza y se montaba un imperio del Dolor y el Sufrimiento (y el Crujir de Dientes, no lo olvidemos) bajo tierra y lo llamo Marina D’Or, o como es más conocido, «El Infierno».
Pasan los siglos, y el Maligno se dedica a hacer putaditas. Que si dame tu alma que te hago millonario, que si darle la manzana a Blancanieves, que si hazme un aquelarre que luego te quemarán los sicarios de Dios… El objetivo básico de Belcebú es acumular almas para atormentarlas en el infierno para poder decirle a Dios durante el Juicio Final eso de «pues que sepas que mi Más Allá es mejor que el tuyo y hay mejor ambiente».
No voy a entrar a debatir que es el alma. Supuestamente es lo más profundo de nuestro ser, y si condenamos nuestra alma nos vamos al infierno y sufriremos tormentos sin cuento, esto es, que nos putearán cosa mala aunque no tengamos cuerpo al que aplicarle hierros candentes ganchos y cosas de esas. Y oiga, que la amenaza no es una chorrada, eso de que te duelan las cosas sin tener sistema nervioso es algo bastante impresionante para un neurólogo. Lo importante es que si a una persona le quitan el alma, se queda hecho un zombi, como muerto en vida. Va por ahi, come, dice que sí y hasta se le cae la babilla, pero se le ha ido la chispa de la vida. Su personalidad desaparece…
Los adoradores de Satán (que son gente que basicamente adora a Dios pero en vez de decir Dios dicen Satán, y tienen el rebote que tiene cualquiera que pierde la final de la Champions y tiene que aguantar como el rival sale en la portada de todos los periódicos celebrándolo, vamos, que la Navidad si que les pone de mala hostia) son gente muy chunga que, como ya he dicho en el interminable paréntesis, se pasan el día cabreados. Gritando cosas, sacrificando vírgenes (les debe cabrear eso de tener que enseñarlas a fornicar y que no vengan ya enseñadas, vete a saber) y hablando en idiomas raros que nadie entiende y sólo se pueden entender como lenguas demoniacas. Son avariciosos, egoistas, y quieren destacar tanto como su propio líder, que al final no deja de ser un pobre hombre que sólo quería ser el favorito de Dios, cual conejita de Hugh Hefner cualquiera. Los jugadores de World of Warcraft, pues también.
De entrada, tenemos que el «juego» es competitivo, ya sea en «a ver quien mata antes este bicho» o en «voy a ser el mejor cazador elfo que habrá jamás». Hay gente rara dentro del juego (rara entre los raros, ya me entendeis) que no juega a eso, que va explorando el mundo, haciendo amigos y cosas así. A esos los podemos llamar los ilusos, aunque luego vengan contando que conocieron a su mujer así y esas mierdas. Ilusos todos, te lo digo yo; te han cobrao una cuota de 1o euracos al mes por tirarte a una gorda que por 6 te hace un completo en el portal de su casa.
Los jugadores también son irascibles. No hay mas que poner «ventrilo transcript wow» por los youtubes de Dios para encontrarse con multitud de líderes de raid que sonrojarían al Niño Loco Alemán (que a estas alturas es el Loco Alemán a Secas, y tiene una tienda de chukrut a las afueras de Frankfurt; ¡menudas oktoberfests que se monta el mamón!) que para colmo hablan de formas incomprensibles. Lo poco que el profano en lenguas demoniacas puede llegar a discernir suelen ser mensajes en plan Pocoyo del tipo «el fuego es malo, no pisar el fuego» seguidas de un escandaloso torrente de tacos en multitud de idiomas combinadas con neologismos 2.0 y una profusión abrumadora de las sílabas «nub» y «lol».
Mañana seguiremos con este apasionante tema y desvelaremos la terrible (y satánica) verdad de World of Warcraft.