Érase una vez una joven de intensa mirada que se encontró con un desalmado y trastornado muchacho. Ese trastornado muchacho se llamaba Diógenes (aunque también se llamaba muchas otras cosas diferentes, apodos diversos que usaba para trollear a lo ancho y largo de Internet) y tenía una idea. Debía satisfacer su ego lanzando mensajes continuos (diarios) al Interné, con la intención de ser famoso y llegar a algo sin tener que trabajar.
Pese a que el sentido común le dictaba que debía llenar su weblog de tetas (si a Runtime Comics le funciona, desde luego que lo hará para cualquier otro), decidió enfrentarse a los designios de su sesuda mente y proceder a masturbarse de modo masivo. La diarrea mental y varios cafés en un bar de ambiente dieron como fruto la idea de este blog, limpio pero con rabos y coprofagia y negros, y su penosa ascensión al poder… y a la fama.
Tetas para conseguir visitas.
Diógenes había malgastado su vida leyendo cómics y viendo películas. Sus intereses eran tan profanos como inútiles, pero en un ataque de hubris decidió que al mundo le interesaba sin duda alguna lo que tuviese que decir. Eso y dibujar cosas, que decía una profesora mía (la guay), que denota concentración. Diógenes, concentrado o no, no había más que garabatear cosas sin sentido que su ego necesitaba exponer. Así pues, una mezcla de inconsciencia y afán masturbatorio lo empujó a abrir el blog y a empezar a poner cosas.
Mi intento de imponer un sentido a lo que excretaba este hombre fue en vano. El blog floreció y consiguió visitas. Diógenes cada día se sentía más poderoso y más hambriento de elogios y atención. Su ánimo crecía y se multiplicaba. Pero… ¿acaso le bastaba eso? ¡No! Ni siquiera la noción de que sólo gracias a él este blog siguiese respirando le satisfacía. Necesitaba explotar a cuanta persona tuviese delante para sentirse querido y respetado. Su frase más escuchada comenzó a ser ¿Me haces un artículo?. Ante la negativa de la mayor parte de las personas cuerdas, Diógenes se vio obligado a quedarse solo. El ostracismo y el odio comenzaron a pasarle factura. Tenía llagas en las manos de tanto pajearse contando visitas.
Y de mirar tetas.
Como un señor Burns cualquiera, sólo quedó a su lado su fiel Smithers. Decididos a conquistar el mundo y con una gran tensión homosexual nacida del roce continuo, Rabo y Diógenes continuaron su avance internáutico mientras la joven de la mirada no se qué se alejaba chascando la lengua.
Hay quien dice que la joven continuó con su vida como si nada hubiese pasado, tratando de olvidar aquella tremenda experiencia. Hay otros que afirman que la joven hizo un pacto con Diógenes para que la dejase tranquila y no le pidiera artículos continuamente. Nunca sabremos la verdad.
En las noches de luna llena, si miras al espejo y dices «Tennant, Tennant, Tennant» aparece Diógenes Pantarujez y te degolla con una motosierra. Si no copias y pegas esta información a 15 personas Pantarujez aparecerá detrás de ti y te violará con un contrabajo. Little Timmy no lo hizo y su madre lo encontró muerto y con un gran instrumento de cuerda alojado en el ano. Janey Staney pasó este texto a 20 amigos y encontró el amor verdadero. Avisado quedas.