Era el amanecer de la tercera era de la humanidad, diez años después de la guerra entre la Tierra y el Imperio Minbari. El Proyecto Babylon era un sueño que había cobrado forma. Su objetivo: prevenir otra guerra creando un lugar donde humanos y alienígenas conviviesen en paz. Es un puerto de encuentro; un hogar lejos del hogar para diplomáticos, vividores, empresarios y viajeros de cien mundos. Humanos y alienígenas envueltos en dos millones quinientas mil toneladas de acero en rotación, solos en la noche. Puede ser un sitio peligroso, pero es nuestra última y única esperanza de paz. Esta es la historia de la última de las estaciones Babylon. El año es 2258. El nombre del lugar BABYLON 5.
Así comenzaba hace ya dieciocho años la primera temporada de la que sin duda es la mejor serie de televisión de ciencia-ficción jamás rodada. J. Michael Straczynski, el creador de la serie, construyo un universo rico y fascinante en el que cualquier cosa era posible y que dejaba en pañales a series como Star Trek. Una de las principales y mejores características de la serie era el planteamiento de argumentos a muy largo plazo, podían pasar hasta tres temporadas desde que se planteaban los primeros indicios de algo hasta su resolución. Y a diferencia de en series como Lost, aquí no daba la impresión de ser una improvisación de ultima hora, estaba todo meticulosamente planeado como en una obra de ingeniería.
En la primera temporada de la serie, la estación espacial estaba a las órdenes del Comandante Sinclair (Michael O’Hare), uno de los héroes de la batalla de la línea, el enfrentamiento final contra el Imperio Mimbari. El problema es que el actor que le interpretaba era muy soso. Si su personaje hubiese sido un aburrido profesor de economía en alguna universidad pija hubiese sido perfecto, pero su papel era el del líder de la estación, el que debía ponerse al frente de las batallas contra diversos enemigos, pero el papel no le pegaba ni con cola. Así que tras esta primera temporada desapareció temporalmente y fue reemplazado. En la segunda temporada nos contaban que le habían destinado a un nuevo puesto, embajador de la Tierra en el planeta de los Mimbari y nos presentaban a su sustituto, el Comandante Sheridan, el único piloto terrestre que había vencido en un enfrentamiento directo contra un destructor Mimbari. Este estaba interpretado por Bruce Boxleitner, al que muchos recordaran como Tron. Este tenía todo el carisma y dinamismo que le faltaba a su predecesor y con su llegada la serie dio un cambio a mejor.
Entre los restantes miembros de la tripulación de la estación cabria destacar a dos de ellos. En primer lugar Michael Garibaldi, jefe de seguridad de la estación, un hombre muy independiente con tendencia a ponerse en peligro pero muy leal. Aficionado a la cultura del siglo XX y con un gran sentido del humor demostró a lo largo de la serie ser una pieza fundamental en las operaciones que permitieron a la estación ganar todas sus batallas. Como casi todos los personajes de la serie, este tenía un pasado trágico y era perseguido por el fantasma del alcoholismo en el que trataba de no recaer. Susan Ivanova era la segunda al mando de la estación, una mujer dura y eficiente, la mejor aliada que uno podía tener en una guerra pero a la que no convenía tener por enemigo.
También había varias organizaciones al margen de los ejércitos oficiales de cada mundo. La tierra contaba con el Cuerpo Psíquico, un cuerpo paramilitar de telépatas que actuaban como la gestapo y que como tantos otros en esta serie tenían su propia agenda. Su miembro mas destacado era Alfred Bester, llamado así en honor al escritor de ciencia-ficción del mismo nombre y que estaba interpretado por Walter Koenig, el entrañable piloto ruso del Enterprise Pavel Chejov. Por parte de los Vorlon y los Mimbari estaban los Rangers o Anla-shok, guerreros entrenados al estilo Mimbari y cuyos miembros podían ser de cualquier raza y cuya misión principal era el luchar contra las sombras como ya hicieron sus predecesores mil años atrás en la primera guerra. Su única arma consistía en una vara de combate Mimbari, lo que sumado a su estilo de vida y vestuario les hacia muy similares a los Caballeros Jedi de Star Wars…
Y mañana continuaremos donde lo dejamos explorando al resto de razas que poblaban este Universo.