Legión es un tostón. Un tostón de proporciones bíblicas, sí.
Y podría acabar el post con esto y quedarme tan ancho, lo reconozco sin ningún problema. Pero claro, algo más habrá que decir, o me acusarían de hacer crítica destructiva. Y no queremos eso, ¿no?
Legión va sobre el Apocalipsis y eso. O más bien, va del segundo diluvio. Resulta que a Dios se le ha olvidado su promesa de no volver a hacer diluvios (oímos de fondo a Noé borracho gritando ¡me lo prometiste, hijoputa!) y va el tio y manda a todos los ángeles del cielo a cargarse a la humanidad. Vamos, que ni puta de babilonia, ni la bestia de los tres seises, ni dragón pisoteado por la virgen ni nada de esas cosas chulas. Así, entre nosotros, algún día Roland Emmerich tiene que dejarse de blasfemar sobre la tumba de Asimov e ir directo al grano, tiene que hacer el Apocalipsis de los infiernos, tal cual sale en la biblia. Con trompetas, arcángeles cayendo del cielo y todo eso en glorioso cutrecgi, que así el muchacho se desfoga ya del todo y lo mismo empieza a hacer películas intimistas no comeciales que nos dejan un poco tranquilos. Que soñar es gratis.
Pero estábamos hablando del segundo diluvio. Resulta que Dios manda a los ángeles a poseer a la gente (a los que son débiles de mente y más susceptibles a los trucos mentales Jedi, vamos) y hacer que se peguen entre ellos, se carguen la civilización y todo eso. Satanás a todo esto ni asoma, que estaba muy entretenido haciendo expansiones para World of Warcraft. El caso es que Paul Bettany (el amigo de Russel Crowe en Una Mente Maravillosa) es un arcángel cabreado con como esta haciendo Dios las cosas y decide cortarse las alas nada más llegar a la tierra. Uno no sabe por qué lo hace, el tío insinúa que es para “hacerse más humano”, porque el tío esta enamorado de la humanidad, pero joder, con lo útiles que le podían ser las alas de adamantium que se gastan los arcángeles estos, cortárselas y tener que recorrerse medio EEUU en coche… Pues como que suena un poco gilipollas. El caso es que esto es sólo el prólogo de la peli, porque la acción se desarrolla toda en una gasolinera en mitad del desierto.
El cuadro de la gasolinera del desierto es bastante básico, típico bar de carretera con Dennis Quaid frustrado de la vida, su hijo medio agilipollado enamorado de una madre soltera a punto de parir y más gente que hay por allí y que está para gritar, ser poseida y llorar mucho. Esto, que a todas luces parece una peli de zombies “angelicales” o algo parecido, acaba transformado en una fiesta de tiros y casquillos de bala por el suelo, con Paul Bettany repartiendo armas a todo el personal y la segunda llegada del mesías. Cosas perfectamente lógicas y normales, aunque previsibles. Y no cuento nada más de la trama porque para la poca que hay, ya he contado bastante.
El director y coguionista de esta cosa, Scott Stewart, viene del mundo de los efectos especiales. Y ya sabemos lo que suele pasar cuando alguien se envicia con el After Effects, que pierde el norte y se olvida de que esta contando una historia. Lo peor de la película no son sus personajes arquetípicos, su nula caracterización de la mayoría de ellos, una fotografía sosa y totalmente basada en lo estandar o una dirección de actores que se fue de vacaciones para no volver. Lo peor es que, el año que viene, Scott Stewart estrena “Priest”, una película en la que Paul Bettany vuelve a la carga, esta vez interpretando a un cura postapocalíptico/medieval/noseniquediadelasemanaesperoestotodohechounoszorros que combate vampiros. O algo parecido, yo que sé.
Conclusión, Legión es un tostón. Eso sí, si te gusta ver tiros “porque sí”, no te aburrirás. Pero aviso que no hay ni chistes.