De momento, la línea Absolute de DC Comics está resultando ser para mí una fuente de sorpresas un tanto inesperadas, ya que, mientras que Batman ha sido más o menos lo que me esperaba, Wonder Woman me gustó muchísimo más de lo que esperaba, y más extraño aún, el Absolute Superman de Jason Aaron y Rafa Sandoval me ha dejado igualmente satisfecho. Un cómic que me ha demostrado que al primero aún le queda algo de lo que le convirtió durante una época en uno de mis escritores favoritos, y que en experimentos como este de contar lo mismo desde otro punto de vista, aún puede salir cosillas bastante interesantes. Así que tras el consabido aviso de SPOILERS, vamos a conocer a este no tan nuevo Superman.
Una ser misterioso, dotado de extraordinarias habilidades, está recorriendo el mundo. Para muchos es el protector de los desfavorecidos, y para otros, poco menos que un terrorista que está perjudicando los intereses de aquellos que reclaman su derecho a explotar a los más débiles en su propio beneficio. Pero nadie sabe quién es realmente, que se trata del último superviviente de un mundo lejano, descendiente de una orgullosa casta de trabajadores que en su mundo eran conocidos como las Gentes de Acero y a quien en la Tierra ya comienzan a apodar como Superman…
Como decía al comienzo, este Absolute Superman ha sido para mí toda una sorpresa, pero en buena medida porque era probablemente el cómic del que menos esperaba. Y es que, aunque durante una buena temporada Jason Aaron era un escritor de quien jamás me perdía un cómic, hacía bastante tiempo que había ido en una dirección creativa que cada vez me interesaba menos y que había provocado que sus cómics me dejasen indiferente o directamente que me aburriesen bastante. Pero recientemente, en su miniserie de Namor para Marvel, me había encontrado con un Aaron que parecía el de antes, con personajes bien caracterizados y una historia bien construida, por lo que me atreví a picar con este Superman suyo y de Rafa Sandoval que de otra forma quizás ni me habría molestado en leer.
Pero sí, este Absolute Superman me ha sorprendido de principio a fin y de la mejor de las maneras, ya que, pese a que en esencia nos cuenta la historia que ya conocemos, Kal-El escapa de la destrucción de Krypton de la que Jor-El trató inútilmente de avisar, y llega a la Tierra donde utiliza sus poderes para ayudar a quienes más lo necesitan, lo enfoca todo desde un punto de vista algo diferente y muy interesante. Aquí nos encontramos con un Krypton más brutal y desigual que nunca, con la casta de científicos en lo más alto del poder, más aún que la casta de gobernantes, y guiadas ambas por el afán desmedido de mantener el “progreso” de su mundo a base de explotar los recursos de este sin importar el precio a pagar. Y en el extremo opuesto se encontraba la casta de trabajadores, quienes se encargaban de todos los trabajos manuales, eran tratados con desprecio por el resto de castas y su emblema era una marca vergonzosa, que, sin embargo, estos lucían con orgullo.
Y a esta casta pertenecían los El. Lara, a quien le esperaba un futuro brillante, fue desterrada a esa casta por haber escrito un ensayo criticando el desinterés de su mundo por la exploración espacial, algo que la marcó como ingobernable y se le prohibió incluso asistir a la Academia de la Ciencia. Academia a la que sí que asistió Jor-El, que parecía destinado a ser alguien importante en las castas principales de Krypton hasta que, en su discurso de graduación, criticó la irresponsabilidad ambiental de su mundo, el cómo el saqueo de los recursos naturales les ponía en peligro a todos, y que si no se tomaban medidas drásticas contra ello, estaban abocados al desastre, algo que le llevó a acabar a él también en lo más bajo de la escala social kryptoniana.
Pero, pese a que no es nada nuevo que Jor-El sea prácticamente la voz de la razón en Krypton, el único que ve el desastre que se avecina y trata inútilmente de advertir a sus compatriotas, me ha gustado muchísimo la forma en la que este cómic ha enfocado esta faceta de los personajes. Aquí les encontramos en un contexto que inevitablemente nos recuerda a nuestra propia realidad, en cómo los intereses de la élite nos están condenando a todos y quienes tratan de poner freno a ello a menudo son castigados en lugar de escuchados, algo no muy sorprendente en un cómic de un personaje que ya desde sus inicios se encontraba metido de lleno en la denuncia social. Y que además, que aquí los El no sean parte de esa élite sino humildes trabajadores, gente del pueblo, les convierte en algo más cercano. Un aspecto en el que me ha encantado, además, la idea de que el emblema de Superman aquí no sea un escudo heráldico o que represente la esperanza, sino el símbolo del pueblo, de los trabajadores, algo que le da unas connotaciones al personaje que me gustan mucho (Pese a que yo sigo prefiriendo cuando era un diseño de Jonathan Kent).
Un aspecto este último en el que se incide bastante más de lo habitual en la caracterización de Superman. Ya que, aunque tampoco es nada nuevo el mostrarnoslo como el defensor del pueblo, que era algo muy central en los cómics de Siegel y Shuster, donde le veíamos luchar contra maltratadores, políticos corruptos, etc., o también en la etapa de Grant Morrison y Rags Morales en el New 52 que iba en una dirección similar, aquí Aaron y Sandoval han ahondado más en ese aspecto del personaje. Este Superman ha estado viajando por el mundo en secreto, comprometiendo las operaciones de una compañía estadounidense que, con su ejército privado y sus pacificadores, se dedican a explotar a los más humildes del mundo como si fuesen poco más que esclavos, simplemente porque es lo correcto. Y pese a plantear todo esto de una forma algo diferente, que Superman tenga otros métodos de actuar, etc., la esencia sigue ahí, lo que hizo interesante al personaje hace ya ochenta y tantos años sigue intacto, y eso es para mí uno de los mayores logros de este cómic.
Otra faceta de este cómic que tampoco ha estado nada mal, se podría considerar un gran ejemplo de que no hay que prejuzgar las cosas antes de tener contacto con ellas. Y es que en algunas entrevistas, Aaron había comentado que este Superman iba a ser más alienígena que nunca, lo que sumado a todo ese material promocional que había salido que mostraba al personaje envuelto en sombras, con expresión muy seria y los ojos rojos, me hacían temer que íbamos a estar ante un Superman más cercano a Ultraman que otra cosa, pero no podría haber estado más equivocado. Lo que nos encontramos aquí es que Kal-El no escapó de la destrucción de su mundo siendo un bebé sin ningún recuerdo de su hogar, sino que ya era un niño bastante crecido, de unos doce o trece años, que añora su mundo y a sus padres, mientras la Tierra y sus costumbres le resultan aún un tanto extrañas. Pero, pese a ello, sigue siendo alguien a quien impulsa la compasión y el deber de ayudar a los demás, que sigue siendo el Superman que todos conocemos.
Un cómic que también destaca y mucho por el enorme trabajo de nuestro paisano Rafa Sandoval. Este es uno de esos dibujantes que parecen mejorar a pasos agigantados con cada nuevo encargo, en quien empecé a fijarme durante su etapa en Green Lantern, que en su Black Adam ya me dejó claro que estaba ante alguien muy bueno y a quien hace nada le hemos visto dibujar al Superman oficial en Action Comics. Y de nuevo aquí está mejor que en sus trabajos anteriores, creando un Krypton tan colorido como el clásico pero al mismo tiempo tan deshumanizado como el de Byrne, jugando con la narrativa de una forma muy interesante, partiendo de una composición bastante clásica durante buena parte del cómic, que explota en el tramo final recurriendo a una especie de “plano holandés” para representar el caos que estalla cuando Superman entra en acción como una fuerza de la naturaleza, reflejando a la perfección el asombro y el horror de presenciar algo así. Cualidades que hacen que la lectura de este cómic sea toda una delicia.
Como me sucedió con Absolute Wonder Woman, me ha alegrado y sorprendido muchísimo encontrarme con que este Superman sigue siendo a grandes rasgos el de siempre, pese a lo mucho que ha cambiado todo lo que le rodea, y que haya autores para quienes reinventar un personaje no significa automáticamente convertirlos en algo violento, borde y antipático. Por ello, espero con bastantes ganas el siguiente número de esta serie para seguir descubriendo el mundo de este no tan nuevo Superman, sobre el nuevo papel que juega aquí Lois Lane, ese ominoso destino de los Kent que se ha dejado entrever en este primer número y quién se esconde detrás de esa corporación con tentáculos por todo el mundo y que parece que será la principal némesis de Superman, ya que, aunque la respuesta parece muy obvia, no descarto que haya sorpresas aquí también.
Así que sí, esta línea Absolute de DC de momento me está gustando bastante, mucho más de lo que me esperaba. Y aunque prefiero las versiones “tradicionales” de los personajes, que también están pasando por un buen momento en la actualidad, no está mal el poder disfrutar igualmente de estas versiones alternativas que saben captar lo esencial de estos personajes. Y tampoco ha estado nada mal el reencontrarme con esta versión de Jason Aaron a la que yo personalmente añoraba mucho de menos, por lo que toca cruzar los dedos para que se mantenga el nivel.