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La coda perdida de Walter Simonson en los 4 Fantásticos

Ya, ya sé que estamos en noviembre. Pero repito, es navidad en Venezuela o no sé donde. O en las tiendas, en los supermercados hay turrones desde septiembre. Así que hala, toma navidad. Una historia de navidad del Marvel Holiday Special de 1991, con guión de Walter Simonson y dibujo de Arthur Adams. Se titula Christmas Coda precisamente porque, bueno, en realidad Simonson había dejado los 4F con algunas historias por contar y tuvo que dejar Marvel porque la cosa se puso un poco insoportable. Durante años dijo que no tenía ninguna más y que acabó la etapa como quiso, pero recientemente ha admitido esto último y el haber descubierto esta historia después de tantos años viene a confirmar que se quedó con ganas de contar más de los personajes.

La de veces que he visto esta ilustración y ni me planteé que detrás de ella estaba la última historia de Walt Simonson en los 4 Fantásticos.

Y sí, se llama coda, es un «punto final», pero a la vez no me da la sensación de ser un punto final. Sí, es el punto final de su etapa porque, dejando de lado un proyecto puntual, Simonson directamente no volverá a trabajar para Marvel hasta veinte años después dibujando un número de los New Avengers de Bendis (aunque tal vez hizo alguna colaboración puntual de por medio, después de todo no conocía este mismo cómic) pero hay una familiaridad con los personajes, una sensación de «esto puedo hacerlo todo el día» que no te hace pensar que ya habían dado todo de sí, sobre todo cuando hacía tan buen equipo con Arthur Adams, que compartía la capacidad de Simonson para darle vitalidad y dinamismo a los personajes. Pero dejémonos de divagar y vamos al tema, al cómic:

Es una tortuja ninja, ¿verdad? ¡Tiene que ser una tortuga ninja!

En realidad el protagonista del cómic es Franklin Richards, un personaje que no había tenido mucho foco en la etapa de Simonson, de hecho su esposa Louise lo había tratado bastante más en Power Pack. Franklin está paseando en nochebuena junto a su madre y hace lo que todos los niños, pedir, pedir y pedir, a lo que su madre le responde que la Navidad no solo es recibir, si no también dar. Compartir. Frankliin decide entonces que vale, que va a hacerle un regalo a su padre con sus 50 centavos. Pero entonces ve una bola de árbol de navidad de X-Mutant Killer Krocodile y quiere comprarla, pero como cuesta 50 centavos se quedaría sin dinero para pagar el regalo de su padre. Susan le pregunta entonces que va a hacer, y Franklin le dice que no lo comprará y que utilizará el dinero para el regalo de su padre. Su madre, orgullosa, le dice que como es tan dulce ella le regala la bola… ¡A lo que el pequeño cabrón le responde que genial, que era justo lo que esperaba que ella hiciera! Y ésto es conocer la mente de un chaval, esas pequeñas pirañas se saben todas las tretas para abusar de los adultos, que se les cae la baba con ellos.

Que seguramente os lo estáis leyendo por vuestro lado y no os culpo, en cuanto me enteré de que esto existía no paré hasta poder leerlo.

Y entonces el pequeño cabrón se distrae con cualquier tontería de un escaparate y se separa de su madre, con lo que se pierde y acaba llegando a un callejón en el que está llorando un anciando semitransparente que está encadenado al suelo. El fantasma le dice que no es un espíritu navideño ni mucho menos, que ni siquiera es la sombra de un espíritu. Que el suyo es el negocio de la humanidad, pero que se le ha ido de las manos, que mientras vivía no ayudó a los demás ni consoló a nadie, y que como castigo ha sido un testigo por toda la eternidad del daño que hace la humanidad a la humanidad, viendo el sufrimiento causado. Que no lo soporta más y que está esperando a desaparecer. Franklin decide que tiene que liberarlo de esas cadenas, que seguro que éso lo arregla, y se pone a buscar a su madre que por algo es una superheroina… Y entonces se encuentra una señora que vende una llave capaz de abrir cualquier cerradura. ¿El precio? Absolutamente todo lo que tenga.

Está feo eso de poner a prueba a los niños.

Por supuesto, Franklin duda, porque éso significaría no regalarle nada a su padre, pero llega a la conclusión de que él lo entendería, porque no puede dejar al señor ese condenado a una eternidad de sufrimiento. Así que le da a la señora el dinero y… Ella le dice que no es suficiente, que tiene que darle todo lo que tiene, bola de navidad incluída. Franklin decide dárselo también y recibe la llave, pero entonces oye a su madre gritar buscándolo y decide salir corriendo hacia el señor en cuestión, porque sabe que su madre lo mismo se lo lleva de vuelta a casa. Ésto es un poco contradictorio porque lo primero que pensó Franklin al encontrarse con el hombre es que su madre le podía ayudar, pero ahora le ha entrado la paranoia de que ella no le creería a tiempo de poder salvarlo y por eso se va corriendo, con su madre viéndolo y persiguiéndolo por toda la calle, hasta usando sus poderes para ello.

Y yo que pensaba que Scrooge al final del cuento se redimía…

 

Una vez llega hasta el callejón y se encuentra con el fantasma, ya descolorido del todo y a punto de desvancersem Franklin mete la llave en la cerradura y el fantasma se va. Sue se lo encuentra de rodilas en la nieve, desesperado porque no ha conseguido nada y de repente… Hay un estallido de luz por un momento y se ve al fantasma feliz, desapareciendo para siempre y dejando solo un pequeño cofre como despedida. Franklin decide usarla como regalo para su padre y la cosa se acabaría ahí, si no fuera porque cuando le entrega el regalo a su padre y lo abre… Dentro está la bola de navidad de X-Mutant Killer Krocodile y una moneda de 1843, justo del año en el que se escribió la Canción de Navidad de Charles Dickens. Reed comienza a leérsela a su familia, quedando claro que aquel espíritu torturado probablemente era el mismísimo Ebenezer Scrooge…

¡Pero qué condenadamente bien le sentaba a Adams dibujar los guiones de Simonson!

Y éso es todo. Vuelve a haberse acabado la etapa de Walt Simonson en los 4 Fantásticos. Ojalá Brevoort o algún editor se de cuenta de que igual hay que darle una miniserie, un especial o algo a Simonson para que cuente lo que se le quedó en el tintero.

Y si no, pues bueno, nos queda el pasado.

 

 

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