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Pues al final he disfrutado con Absolute Power

Ayer se publicó el cuarto y último número de Absolute Power, el evento veraniego a cargo de Mark Waid y Dan Mora que ha conseguido algo que resulta tan raro en los últimos tiempos: que un evento sea divertido y tenga un final satisfactorio. Porque, aunque no es una historia perfecta y como era de esperar, en DC nos han saturado con los prólogos, preludios, especiales, miniseries paralelas y tie-ins, el evento en sí ha fluido bastante bien para lo que son estas cosas, y casi se podía entender por sí mismo, lo que es de agradecer. Así que, aunque no es exactamente lo que yo utilizaría como plantilla para próximos eventos, sí que espero que en adelante sigan en esta dirección, que ya hacía falta que estas historias volviesen a ser mínimamente legibles. Así que, tras el habitual aviso de SPOILERS en estos casos, vamos a desgranar qué nos ha ofrecido este final de evento.

Quien lo iba a decir

Desde que salió el primer número de este cómic, me sorprendió, y mucho, que tuviese tan buena pinta, y eso pese a que Waid y Mora han estado muy inspirados en su trabajo juntos en World’s Finest. Pero tantos años de eventos sacacuartos que no aportaban nada, con premisas endebles y que se desinflaban al final han pasado factura. Por lo que, mientras que hace años (muchos), la llegada de uno de estos eventos era motivo de celebración, en los últimos tiempos me provocaban más pereza que otra cosa. Pero es que, a diferencia de muchos de esos casos previos, aquí se lo han currado un poco; no estamos ante una historia que haya surgido de la nada, sino que, en buena medida ha sido algo bastante orgánico y cuyos cimientos hemos visto aparecer poco a poco en diferentes series: la citada World’s Finest, los Titanes, Superman, Batman, Green Arrow y un puñado más. Elementos que o ya estaba previsto que formasen parte de esto o que Waid fue reuniendo y los amalgamó para crear una historia que ha estado bastante mejor de lo esperado.

Y pensar que la relación entre estos dos es culpa del Arrowverso…

Y soy plenamente consciente de que, en buena medida, es posible que mi disfrute de este cómic provenga de mis bajas expectativas, de que a estas alturas me fío tan poco de los eventos que no esperaba nada más que otra decepción que sumar a una larga lista. Pero, aunque sin duda algo de eso hay aquí, también toca reconocer que Absolute Power está bien hecho. Porque estamos ante un cómic que, en gran medida, es coherente con los personajes (aunque en algún caso hayan llevado las cosas un poco al extremo) y lo que se estaba contando en sus series regulares. Estos se encuentran bien caracterizados, y ha habido incluso cabida para momentos de cierto humor (que no todo va a ser super intensito) en los que Waid no se ha resistido a reírse de sí mismo y de algunas de sus historias más recordadas en DC, a las que este evento debe bastante.

¡Le han torrebabelizado!

También ha resultado agradable que Absolute Power haya sido algo tan “compacto”, quizás demasiado, ya que a este último número no le hubieran venido mal una docena más de páginas o incluso un número más para que el final no resultase tan atropellado como ha sido en algunos momentos. Y eso que se trata de un evento que ha contado con dos series limitadas paralelas de siete y tres números respectivamente, un prólogo formado por nueve cómics, y dieciseis tie-ins, repartidos entre especiales, miniseries y números de series regulares. Y eso sin contar las sagas de los diferentes protagonistas de las que han surgido los elementos que han estado en danza aquí. Pero, pese a ello, la historia se deja leer bastante bien sin buena parte de todo eso y son muy pocos los cómics de esa lista que hacen realmente falta para apreciar del todo Absolute Power, aunque ojalá en el futuro se planteen que todo lo importante se desarrolle en la serie principal y punto.

Pero hay cosas como este peculiar método de transporte para el que si es necesario leerse alguno de los tie-ins

Otro aspecto que me ha gustado mucho, y que era algo de lo que más miedo tenía cuando empezó todo esto, ha sido el tratamiento recibido por dos de sus principales protagonistas. Que Green Arrow al final no iba a ser exactamente un traidor estaba más o menos claro, pero es difícil fiarse cuando uno recuerda cosas como la Encrucijada, Crepúsculo Esmeralda o los antecedentes de Waid con ciertos personajes (aún trato de olvidar lo que hizo con el Doctor Muerte). Por suerte, pese a que a ratos parecía que Ollie estaba plenamente convencido de que Waller tenía razón y que había que poner en marcha su plan, los tiros no fueron por ahí. Al final no se recurrió, como temía, a que este tuviese dudas sobre el papel de sus compañeros en el mundo y que al final viese la luz y volviese a ponerse de su parte, sino a algo muchísimo más sencillo y coherente con su personalidad, tanto que me sorprende que ese haya sido el camino por el que optaron. Pero, como ya digo, he pasado muy malas experiencias con estas cosas. Así que me alegro muchísimo de que hayan tirado por lo obvio en lugar de querer jugar a ser más listos que los lectores y estropear al personaje.

Yo casi escuchaba aquí su tema de la JLU

Y Amanda Waller, la gran protagonista de esta historia, es el personaje cuyo destino en esta serie más me ha sorprendido, y para bien. Ya comenté en su momento cómo no me gustaba nada el giro que había sufrido el personaje en los últimos años, de ser una funcionaria del gobierno de pocos escrúpulos y con una moralidad tenue, a ser una villana megalómana, fanática y ávida de poder. Algo que, aunque no es culpa de Waid y que ya venía arrastrándose desde hace tiempo, este había exacerbado hasta unos niveles que casi la hacían parecer una nueva Luthor. Y, aunque no me gusta especialmente la caracterización que ha tenido aquí, tras leer el último número entiendo por qué Waid la ha empujado hasta este extremo: para hacerla caer desde lo más alto. La Waller que nos encontramos al término de este cómic es una que ha sido derrotada y humillada, a la que le han arrebatado todo el poder que había acumulado durante años y a la que han reducido a algo más manejable. Un destino que, bien dirigido, y si le reducen un tanto ese fanatismo de los últimos tiempos, permitiría volver a tener a una Waller más similar a la que fue en sus orígenes, aquella antiheroína cruel y despiadada que ocasionalmente hacia lo correcto aunque sus métodos dejasen que desear.

Le hacia falta una buena cura de humildad

Aunque si alguien ha brillado aquí como ha querido es Dan Mora, un dibujante del que a estas alturas ya no sé qué más decir, pero a quien no me canso de alabar tras cada nuevo cómic suyo que leo, y este no ha sido una excepción. Su habilidad para dibujar multitudes ingentes de personajes en batalla sigue siendo todo un espectáculo, así como la forma en la que cuida cómo estos se mueven, cómo pelean, que sean reconocibles incluso sin sus uniformes… Cualidades que siguen haciendo de él uno de los mejores dibujantes de superhéroes del momento y a quien me muero de ganas de ver en la próxima serie de la Justice League Unlimited, donde podrá dar rienda suelta a todo su talento. Y por si no lo he dicho antes lo digo ahora: espero que encargarse de la Legión de Superhéroes sea uno de sus próximos trabajos, ya que, a día de hoy, es uno de los dibujantes más capacitados para ello.

La pena es que por circunstancias de la historia muchos tenían que vestir trajes feos

Así que, aunque Absolute Power no ha sido perfecto, sí que ha sido un cómic de lo más entretenido que ha conseguido tenerme esperando con ganas el siguiente número, y del que espero que sea una señal de que poco a poco los eventos volverán a ser algo legibles y disfrutables. Uno que, además, ha servido como prólogo a la próxima etapa de la Liga de la Justicia, la ya mencionada Justice League Unlimited, en la que Waid y Mora volverán a unir fuerzas y que, además de tomar prestado el título de la añorada serie animada, hará lo propio con su premisa, permitiéndonos disfrutar de cómo todo el Universo DC pasa por la serie dependiendo de lo que requiera la ocasión, algo que personalmente espero con muchas ganas.

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