La etapa actual de Zeb Wells en Amazing Spider-Man ha durado más de cincuenta números, y durante los mismos nos ha contado una historia larguísima con una guerra de bandas y Norman Osborn luchando contra sus propios demonios. Sobre el papel, la historia que nos cuentan suena a ya contada. En retrospectiva, el arranque de su etapa con un salto temporal cuyo único objetivo era el de separar a Peter y Mary Jane fue más una contra que un pro, porque más de un lector se sintió como si se repitiera en parte el dichoso One More Day. Y todo para no hacer gran cosa con el «Peter soltero».
Por eso me choca tanto que su mejor número sea el 55, un número dibujado por Emilio Laiso -estrella invitada, a ratos hasta me recuerda a RB Silva- en que Spiderman apenas sale dos páginas y en el que todo lo demás se lo queda Peter Parker. Un cómic que Wells ya no pensaba escribir, pero que el editor Nick Lowe le pidió que realizara para dar tiempo al siguiente equipo creativo para preparar su etapa. La cosa empieza con una cita entre Peter y Shay Marken, una enfermera de la versión marveliana del Asilo Arkham, Ravencroft, que como siempre no va nada bien. Hay que decir que, nos guste o no la etapa de Wells, tiene un talento especial para poner a Peter en aprietos cada vez que tiene una cita, y en este caso empieza con el peor pie posible al entrar al restaurante donde han quedado… Sin zapatos. Ha perdido sus zapatos y no sabe donde andan, con lo que no sé como es posible que le dejen entrar al restaurante y la buenaza de Shay no lo mande al cuerno de la misma.
Lo siguiente es, por supuesto, el ojo morado de Peter. Que él por supuesto no puede explicar su procedencia y cuando estábamos todos seguros que se iba a inventar la enésima excusa que no se creería ni su tía May, Peter decide decirle la verdad: no puede contárselo. Y ella acepta esa respuesta, en vez de mandarlo al cuerno, pero contraataca preguntándole por qué lo tiene morado. Y él le responde que bueno, sí, que es una buena pregunta, pero que se responsabiliza mucho del… Bienestar de la gente. Y ella, que supuestamente no sabe que es Spiderman, le recuerda que también tiene responsabilidad de su propio bienestar. Peter ni siquiera entiende el concepto, el pobre angelito, y Shay se lo explica de una forma más directa: si te preocuparas más por ti mismo, intentarías hacer que tus citas funcionaran. Cuidarlas, responsabilizarte de que funcionasen. Peter le dice que también hay cosas que son tan importantes o más que las citas, que no se sentiría bien si no se encargara de esas otras cosas. Y ella, por supuesto, le dice que haga esas cosas pero que no pretenda decir que quiere… Lo que sea que están haciendo en este momento.
Es… Refrescante. Es poner a Peter delante de su propia vida, de su torturada existencia de tanta responsabilidad y decirle «bien chaval, eres un superhéroe y todo lo que quieras, pero no te estás cuidando y así acabarás mal». Sí, alguno podría decir que Shay le está pìdiendo que la haga caso, pero en realidad le está pidiendo respeto a su posible relación. Que no sea un entretenimiento, algo secundario en su vida porque ve por la ventana al Rino reventando el pavimento a cabezazos. El cómic es corto, pero es esa cita, es Peter tomando decisiones y dándose cuenta de que igual no tiene que tener sobre sus hombros todo el peso del mundo. Que igual vendrían los Vengadores de todas formas, que si no hay más remedio vale, adelante, pero que también tiene que vivir. Desconectar. Y Shay es tremendamente comprensiva hasta un nivel increíble, pero lo peor es que todo lo que dice tiene sentido. Sesenta años de historia del personaje, de decir que MJ era su amor verdadero y blablabla, y Zeb Wells acaba haciendo que un personaje secundario que no acabábamos de saber como encajara encaje. Con 24 páginas, demostrando que hablando se entiende la gente. Ha construido un personaje reflejándolo sobre Peter Parker, éso es lo que le hace falta a Spiderman, más personajes que parezca que son de carne y hueso. Me da igual que hagan constantes variaciones sobre historias que ya se han contado, lo importante es que nos cuenten quienes son los personajes, que los veamos como personas y no posibles víctimas a tirar de lo alto de un puente.
Y me parece triste no haber visto más conversación sobre este cómic. Cuando leo a Spiderman quiero ver a Peter Parker, sentir a Peter Parker. No voy a deciros la horterada de que es un viejo amigo al que echo de menos, pero sí es un personaje que nos ha acompañado durante toda nuestra vida y la razón por la que seguimos leyéndolo es por esos pequeños momentos, no por ver si es más fuerte que el Juggernaut. La razón del éxito de sus películas siempre ha venido de tener «un buen Peter Parker», cuando no lo ha tenido, han fracasado. Es todo una cuestión de verosimilitud, de que me crea la historia que estoy leyendo a pesar de que llevo tantos años leyendo que todo me parece viejo, que me resulta demasiado seductor el hundirme en el cinismo y dejar de leer. Soltar cuatro comentarios hirientes contra un cómic que he leído en diagonal y quedarme tan ancho, que es lo que hace más de un opinador de los de hoy en día. Por eso cómics como este, que los modernos llamarían «feel good», son tan necesarios. Nos reconcilian con el personaje y nos devuelven ese sentimiento de hogar que nunca debimos de perder. Si es que lo tenemos dicho, a Spiderman lo que le van son las historias pequeñas a pesar de las enormes tragedias que suele tener como trasfondo…