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Robots vs Monstruos en el Dawnrunner de Ram V y Evan Cagle

Tengo que reconocer que, aunque Ram V es un guionista bastante interesante cuyo trabajo me suele gustar, cuando se anunció su nuevo proyecto junto con Evan Cagle, Dawnrunner para Dark Horse, no le presté demasiada atención. La premisa de monstruos gigantes que llegan a la Tierra y la humanidad construye robots gigantes para tratar de detenerlos me parecía un refrito poco inspirado de Pacific Rim que trataba de aprovecharse del revivido interés por los monstruos (Godzilla y compañía). Pero no tendría que haber dudado y sí recordado que suele ser más importante el cómo se cuenta que lo que se cuenta, y que incluso una historia que nos suene a muy conocida, en las manos adecuadas puede dar mucho de sí. Y las manos de Ram V y Evan Cagle han demostrado aquí, tras cuatro números, que son más que adecuadas, ya que de momento están consiguiendo mostrarnos algo muy familiar desde una óptica bastante original que hacen de este cómic una lectura muy interesante.

Esto no es la típica historia de monstruos

Hace casi un siglo se abrió un portal sobre el cielo de Guatemala y por él comenzaron a entrar monstruosas y gigantescas criaturas que no parecían tener más interés que destruir todo a su paso. La humanidad se volcó en la lucha contra estos seres, se probaron todas las armas de los arsenales y finalmente lo único que realmente funcionó contra estos fue contener la zona de llegada con un gigantesco muro y lanzar contra los invasores robots gigantes pilotados, los Reyes de Hierro, capaces de desgarrar la casi impenetrable piel de esas bestias y atacar su vulnerable interior. Tras décadas de una lucha sin un final aparente, esos enfrentamientos se han convertido en un espectáculo de masas, en un peligrosísimo deporte en el que los pilotos son auténticas estrellas, al servicio de las megacorporaciones que han reemplazado a las naciones, y en el que la tecnología terrestre se ha fusionado con la biología de esos monstruos para crear una nueva generación de máquinas de matar. Una nueva generación de la que el Dawnrunner, el más reciente prototipo, parece que podría dar un vuelco a esa guerra interminable, pero como no tardará en descubrir su Piloto, Anita Marr, hay mucho más de lo que parece detrás de su nuevo “compañero” de batallas…

Su batalla mas importante esta por llegar

Sí, como decía al comienzo, este cómic de entrada parecía un remedo tardío de Pacific Rim, pero es muchísimo más que eso. Hay algo de esa película, por supuesto, pero también es fácil reconocer las influencias del cine de monstruos gigantes clásicos japoneses, de mangas y animes como Ataque a los Titanes, los clásicos de mechas con pilotos e incluso un poquito del diseño de Evangelion, más conceptos de la literatura de ciencia ficción más clásica. Todo ello bien mezclado con una nada sutil crítica hacia el capitalismo (ya no hay países, solo compañías, y la existencia de la humanidad depende de estas y de los beneficios que obtengan), la exploración de lo que es ser humano, y un espectacular dibujo. Una combinación que ha desembocado en un trepidante cómic repleto de acción y momentos dramáticos que nos deja al final de cada número con ganas de más.

El destino de la humanidad convertido en un espectáculo de lucha

Pero por encima de esos épicos y titánicos enfrentamientos, lo que nos cuentan aquí Ram V y Evan Cagle es una historia muy humana en todas sus facetas. Tenemos a Anita, que lucha contra esos monstruos porque es la única batalla que siente que puede ganar mientras la vida de su hija pende de un hilo en un hospital afectada por un virus traído por esas criaturas. Su jefe Andro parece preocuparle solo los beneficios que obtiene con sus creaciones, las audiencias de los combates televisados y las relaciones públicas, aunque a veces bajo esa fachada asoma algo de humanidad. Y, por supuesto, está el propio Dawnrunner, la máquina de matar más eficiente y resistente jamás creada que, como si de un transformer se tratase, es “más de lo que tus ojos ven”.

Las apariencias por encima de todo

Sin querer desvelar mucho de lo que sucede en el cómic, la relación entre Anita y su mecha es uno de los aspectos más interesantes del cómic, uno con el que V y Cagle juegan con algunos tópicos del anime de mechas, de la relación entre pilotos y máquinas, pero llevándolo en una dirección diferente a lo habitual y que entronca con algunos de mis libros favoritos de ciencia ficción. Una relación llena de sorpresas y giros argumentales algo locos que, una vez que empiezan a desvelar lo que está sucediendo (a partir del segundo número), se convierten en el principal eje del cómic y su mayor punto de interés, ya que pese a no ser ideas enteramente originales, las manejan de tal forma que casi parecen nuevas.

No, los textos no salen asi, lo he censurado por ser un spoiler

Pero el otro gran punto de interés de este cómic es el trabajo de su dibujante Evan Cagle, quien ya ha trabajado anteriormente con Ram V siendo el portadista de su etapa en Detective Comics y que volveremos a verles trabajando juntos dentro de poco en la serie de los Nuevos Dioses para DC que están preparando. Este es uno de esos dibujantes a los que no había hecho mucho caso a pesar de que había ojeado algún trabajo suyo anteriormente, pero que aquí se ha ganado toda mi atención. Con un estilo que aúna influencias del cómic estadounidense, del europeo y del japonés, nos ofrece aquí todo un espectáculo visual del que es difícil apartar la vista.

Da gusto leer comics así

Y es que entre sus muchas cualidades, es muy expresivo y un buen narrador, su mayor logro aquí es, vamos a llamarlo, “el sentido de la escala”, cómo consigue transmitir lo descomunales que son tanto los invasores como esos Reyes de Hierro sin tener que recurrir a trucos fáciles como contraponerlos a personas o edificios, sino que a base de cómo escoge los planos, de cómo nos muestra la acción, consigue que nos quede claro la titánica escala de estos, incluso cuando de fondo no encontramos más que una mancha de color y líneas cinéticas. Algo que, sumado a su habilidad para alternar entre momentos íntimos e incluso oníricos, con unos combates tan espectaculares como brutales, le han convertido en otro de esos artistas a los que a partir de ahora voy a seguir de cerca.

Uno casi siente los golpes

Por todo esto me reafirmo en mi idea de que de vez en cuando vale la pena darle una oportunidad no solo a cosas que no encajan en nuestros gustos habituales, sino incluso a cosas que en la superficie parezcan poco interesantes y no quedarse solamente en lo familiar, ya que nunca se sabe cuándo detrás de una premisa muy ajena a lo que nos gusta o que suene a muy repetitiva se pueden encontrar cosas como este cómic en el que sus creadores han sabido darle una nueva vuelta de tuerca a conceptos muy explotados para dar a luz una historia que, de momento, está siendo de lo más interesante.

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