Yo sigo poniéndome poco a poco al día con todos esos clásicos del cómic argentino que hasta ahora no había leído, y aprovechando que Dolmen nos está trayendo algunas de las mejores obras de aquel país, esta semana he podido descubrir otra pequeña joya que desconocía, el Parque Chas de Ricardo Barreiro y Eduardo Risso. Un cómic que nos desvela un mundo extraño, fascinante y en ocasiones aterrador oculto a simple vista y en el que he descubierto una faceta de Risso para mí completamente desconocida que me ha dejado sin palabras. Por ello, vamos a viajar al Buenos Aires de los ochenta para adentrarnos en el peculiar Barrio del Parque Chas sin saber si seremos capaces de salir…
Un escritor a la búsqueda de un piso que alquilar acaba encontrando en los anuncios de la prensa una oportunidad demasiado buena para ser verdad. Un lujoso apartamento completamente equipado, muy asequible y en una buena zona, pero con una ventana cerrada con candado que le recalcan que jamás debe intentar abrir. Una ventana que no es capaz de quitarse de la cabeza y que le descubrirá un mundo tan extraño como peligroso a su alrededor y del que jamás había sido consciente. A partir de ese momento su existencia girará en torno a su obsesión con descubrir todos los secretos que alberga el barrio del Parque Chas, un lugar del que, como pronto aprenderá, resulta fácil entrar pero no tanto el salir…
Ventanas que dan a otros mundos, coches asesinos, bandas callejeras que son más de lo que aparentan, trenes fantasmas, alcantarillas por las que se mueven cosas que no deberían estar vivas, y por encima de todo el laberíntico Parque Chas, un barrio real de Buenos Aires caracterizado por lo complicado de su trazado y que ha inspirado multitud de leyendas urbanas y obras de ficción, entre las que se encuentra el cómic que hoy nos ocupa. Un cómic en el que el triste y tempranamente fallecido Ricardo Barreiro y Eduardo Risso construyeron alrededor de la mitología urbana de este barrio un relato atrayente y fascinante como pocos. Un cómic que debutó en las páginas de la revista Fierro en 1987 y cuyo éxito no solo motivó que tuviese una secuela tiempo después, sino que se publicase también en parte de Europa e incluso en Estados Unidos.
En Parque Chas el realismo mágico, el costumbrismo, la ciencia-ficción, la fantasía y el terror van de la mano y se entremezclan, y donde en sus páginas podemos adivinar influencias de fuentes tan dispares como Borges, Stephen King o la convulsa realidad política y social de la Argentina de aquellos años. Construida a partir de pequeñas historias cortas, debido a publicarse en una revista, Barreiro y Risso explotaron al máximo las limitaciones de ese formato para contarnos, a través de pequeñas anécdotas, la odisea de su protagonista por desentrañar los misterios de ese laberinto urbano que a ratos casi parecía el Triángulo de las Bermudas.
Investigación en la que cada nuevo descubrimiento parece poner en peligro su cordura y a través de la cual sus autores van volcándose de forma cada vez más explícita en los aspectos más fantásticos y de ciencia ficción de la obra. Una deriva que es lo único que no me acaba de convencer del todo de este cómic, ya que hay misterios a los que les sienta mejor seguir siéndolo, pero que no impide para nada el disfrute de su lectura.
Pero mientras se llega a ese punto Barreiro y Risso tienen tiempo de rendir homenaje a quienes les influyeron tanto en su carrera en general como en esta obra en particular, y así vemos pasar por aquí a personajes reales como los escritores Alejandro Dolina o Jorge Luis Borges cuyos caminos casi se cruzan con otros de ficción. Y es que en una biblioteca muy especial que se encuentra en un siniestro sótano que podría estar sacado del Aleph de Borges, y donde el protagonista se encuentra precisamente a este último, acaba encontrándose con personajes tan dispares como el Capitán Ahab de Melville, Juan Salvo del Eternauta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, el Giuseppe Bergman de Milo Manara y el mismísimo Corto Maltés de Hugo Pratt. Personajes que aunque no pueden ayudar al protagonista en su búsqueda, sí le indican que la aventura más grandiosa no la encontrará en las páginas de un libro, o de un cómic…
Aunque para mí la mayor revelación de este cómic ha sido el encontrarme con un Eduardo Risso tan espectacular como desconocido. Porque aunque este no es ni muchísimo menos el primer cómic suyo que leo, yo hasta ahora solo conocía sus trabajos de su etapa estadounidense, y con Parque Chas me he sentido como si estuviese descubriendo a un dibujante completamente diferente. Al tener que trabajar en blanco y negro en estas historias Risso exprimió al máximo las posibilidades que le ofrecía esto, ya que a su dominio del naturalismo y el lenguaje corporal del personaje, unió aquí un manejo del claroscuro espectacular y un virtuosismo con el lápiz graso (herramienta de dibujo que desconocía y cuya existencia descubrí en los extras de este tomo) para dar sombras y volumen a su dibujo. Siendo el resultado de todo esto un cómic visualmente espectacular del que cuesta apartar la vista.
Por todo ello, este Parque Chas que nos ha recuperado Dolmen dentro de su línea Tango y Tinta, dedicada a los clásicos del cómic argentino, en una edición cuidadísima con numerosos extras, resulta un título imprescindible tanto para amantes de lo fantástico como para quienes busquen sencillamente un buen cómic que leer. Cómic que espero que funcione lo suficientemente bien como para que esta y otras iniciativas similares sigan adelante y podamos seguir descubriendo o redescubriendo pequeñas joyas como esta.