Ike Perlmutter se va. Se acabó. El último rastro de la era de Ronald Perelman como propietario de Marvel (ese que fue su amo y señor entre el 89 y el 97) ha caído, ya no queda nada. Marvel queda en propiedad de Disney, de su junta de accionistas, de Bob Iger, y nada más. Y podría decirse que Kevin Feige es un resto de aquella época, porque empezó en la Marvel Studios de Avi Arad, pero… Nah, vamos a reconocerle que se hizo a si mismo.
Isaac Perlmutter tiene una historia curiosa, nacido en Palestina en 1942, Ike luchó en la guerra de los seis días y se mudó poco después a EEUU con lo puesto, haciendose pasar por judio ortodoxo en un trabajo que poco menos que podríamos definir como de «plañidero», porque básicamente lo que hacía era lamentarse en los funerales ajenos. Pronto empezó a trabajar como vendedor ambulante primero, para luego empezar a comprar negocios y convertirse en un tiburón de Wall Street de bajo nivel, porque compraba empresas pequeñas, las liquidaba y con el dinero compraba otras. Y así iba de una en otra hasta que llegó a Toy Biz, una juguetera canadiense que se encontraba en apuros y él, muy amablemente, decidió darle una oportunidad cuando consiguió convencerle a un vecino, el abogado de Ronald Perelman, para que les diera la producción exclusiva de los muñecos de Marvel. Perlmutter no consiguió esto gratis ni mucho menos, porque Perelman a cambio se quedaba con un buen cacho de Toy Biz y, aunque estaba en minoría respecto a Perlmutter, el trato que firmaron dictaba que mientras Perelman fuera el propietario de Marvel, él tendría la última palabra sobre la juguetera.
Antes de todo esto, Perlmutter había revitalizado la juguetera fichando a un diseñador de juguetes que vendía sus diseños al mejor postor; Perlmutter vio su talento y lo atrajo a su empresa, prometiéndole que si las cosas iban bien, hasta podrían meterse en el negocio del cine, que era lo que realmente le interesaba a aquel diseñador, un tal Avi Arad. Y así es como Avi e Ike sacaron adelante la empresa y la convirtieron en la única rentable de todo Marvel Entertainment. Porque una vez pasaron las vacas gordas de principios de los 90 y pincharon a la vez la burbuja de los cómics y las de los cromos, se descubrió que el rey estaba desnudo y que Perelman había estado hinchando el valor de la empresa a través de bonos basura cuyos intereses no iba a tener fácil pagar sin tener que recurrir al resto de su imperio. Sin embargo, para hacer eso Perelman quiso forzar la mano de sus acreedores y accionistas, obigándolos a aceptar una fusión entre Marvel y Toy Biz, que aunque en parte era una filial de Marvel, en su mayoría seguía siendo libre como el viento en manos de Perlmutter y Arad. Por supuesto, esta fusión no le era nada conveniente a estos últimos, porque les convertía en meros empleados de Perelman porque pasaba a tener un 80% de la nueva sociedad; tampoco para los acreedores e inversores, porque pasaban a tener un porcentaje menor de la nueva sociedad y, aunque las acciones de Marvel se revalorizaran, no iba a ser tanto como para compensarles esa pérdida. Pero Perelman tenía la sartén por el mango, y no había nada ni nadie que pudiera detenerlo… Excepto Carl Icahn.
Icahn era, para entendernos, el tiburón de Wall Street en el que se basó Oliver Stone para crear a Gordon Gekko, el personaje de Michael Douglas en Wall Street. Autodinominándose a si mismo como «activista financiero», Icahn se preciaba de buscar compañías en las que la junta directiva mangoneaba a sus accionistas y «hacerles pagar». Aun así, la realidad era bastante menos heroica, porque Icahn había visto con perplejidad como un pez gordo como Perelman se dejaba una millonada en una editorial de cómics y éso a él no le cuadraba, así que decidió empezar a comprar deuda y acciones de Marvel para poder meter el hocico y ver que se cocía ahÍ; por supuesto, cuando se enteró de la fusión atacó y convenció a todos los accionistas para que votaran en contra de la fusión, rechazando la inyección de efectivo que prometía Perelman para la nueva sociedad. ¿La reacción de Perelman? Declaró la bancarrota de Marvel, a pesar de que él mismo podía haberla salvado sin problemas igual que había estado haciéndolo durante todos los años anteriores. No iba a perder el duelo de miradas con Icahn, no señor, a pesar de que declarar la bancarrota en EEUU se traduce en que la empresa pase a estar vigilada por un juez, que decidirá cuál es el proyecto de saneamiento de la empresa más adecuado… Si es que lo hay, porque si el juez decide que la empresa no merece la pena, ordena la liquidación de todos sus bienes y el cierre. Y sí, para nosotros éso mismo es lo que entendimos cuando oímos aterrorizados allá por 1996 que Marvel había quebrado, ¡hasta mi librero me dejó claro por activa y por pasiva que Marvel se acabó, que seguramente venderían los personajes a Disney o algo parecido!
Y sí, mientras estaba pasando todo esto en los tebeos teníamos Heroes Reborn, Bob Harras se hacía editor jefe y reclutaban corriendo a Chris Claremont para corregir la nave después de los desastres noventeros y absolutamente nadie de los que trabajaban en Marvel tenían la certeza de que iban a tener un puesto de trabajo al día siguiente. Muchas gracias, Ron y Carl.