Mi primer contacto con Ultraman no fue con Ultraman, si no con La Sardina de Humor Amarillo. Aparecía un señor disfrazado de Ultraman -un superhéroe muy conocido en Japón, sí- y ya no recuerdo si participaba en el concurso o era parte de la organización, pero los «adaptadores» al castellano de Humor Amarillo, ya fuera por desconocimiento o porque directamente eran unos cafres, decidieron rebautizarlo como «La Sardina». Supongo que ese casco así como plateado pues oye, una sardina.
Tengo la sensación de que algo si se vió de Ultraman por estos lares, ya fuera en las autonómicas o en TVE. La serie original del personaje es de los 60 con múltiples «secuelas» a lo largo de las décadas siguientes, con lo que hablamos de un personaje inmensamente popular por Japón que me acabo de enterar que su difusión fuera de su país de origen se vió lastrada por una disputa de derechos internacionales con una empresa tailandesa. En un principio, Ultraman era un alienígena que llegaba a la Tierra para defenderla de los ataques de los kaijus, pero que por un accidente mataba a un señor japonés y para resucitarlo fusionaba su esencia con él, con lo que el caballero pasaba a transformarse en Ultraman en momentos de necesidad. Posteriores encarnaciones dle personaje han ido replanteando su origen y cambiando de protagonistas, con lo que UItraman: Rising, como buen primer contacto con un personaje, no necesita conocimiento previo para ser entendida. Y así es como nos cuentan la historia de Kenji Sato, hijo del Profesor Sato, un científico que comparte un secreto con su familia: él es en realidad Ultraman. En este caso no se habla de alienígenas ni nada parecido, simplemente Sato cuando lo ve necesario se transforma en superhéroe gigante y se pega contra los godzillas de turno.
Lo mejor es ver la peli en movimiento, las capturas no le hacen tanta justicia.
Sin embargo y como todo el mundo tiene que jubilarse algún día, llega un momento en el que el profesor se tiene que jubilar y acaba pasándole los trastos a su hijo Kenji… Para su desgracia. Kenji es una estrella del beisbol en Estados Unidos, no tiene ganas de volver a Tokyo -los kaijus solo atacan Tokyo, ya se sabe- y lo de hacer de Ultraman no le ha interesado en lo más mínimo desde que era crío. Hay cierta mala sangre entre los dos, y el hecho de que tenga que interrumpir su carrera deportiva cada vez que aparezca un monstruo gigante lo lleva fatal, sobre todo cuando para entonces Japón ya ha desarrollado una «Fuerza de Defensa de Kaijus» (KDF) que se encarga perfectamente de estas cosas. Sin embargo, su padre está empeñado en que la KDF no es de fiar, que es demasiado agresiva, y que las cosas saldrían mejor si Ultraman se encargase de todo. Las cosas cambiarán cuando Kenji se encuentre con una cría de kaiju y se vea completamente colapsado al tener que compaginar su carrera, su identidad como superhéroe y el tener que cuidar del bebé gigantescop mientras evita que la KDF se lo cargue… Casi os diría que Peter Parker lo tenía más fácil, en serio.
Hay dos cosas que me llamaron la atención de esta película, siendo la primera su aspecto visual, que es muy heredero de Spiderverse, y la segunda el enterarme que sus guionistas eran los mismos de Kubo and the Two Strings. La película no deja de ser una mezcla de las historias de «maduración» de Pixar, no deta de mostrarte personajes a un estilo no muy lejano de aquello, pero a la vez ves una linea de contorno en los personajes, esa reconciliación entre animación 3D y tradicional que tan de moda está hoy en día y eso que me alegro, porque quieras que no me encanta. Destaca también lo oscura que es la película visualmente para estar dirigida a un público infantil, constantemente vemos personajes bajo una luz tenue, y hasta en las escenas del partido de beisbol vemos que se economiza muchísimo más la cantidad de luz sin usar esto como una estrategia para ahorrar recursos.
Kenji no es un personaje simpático, de hecho es bastante engreído y la película es su viaje de niñato a… Otra cosa. Kenji al principio de la película nos cae mal, pero a medida que se le cae el mundo encima empezamos a vernos reconocidos en él, en sus frustraciones y en lo que va aprendiendo por el camino. Como siempre, sabemos perfectamente desde el minuto uno como podría arreglar su vida, pero a la vez también nos damos cuenta de que, si estuvieramos en su lugar, probablemente habríamos hecho las cosas igual o peor. Y como telón de fondo tenemos ese Japón de los monstruos, lleno de neones y tecnología absurda -¡siempre tiene que haber zeppelines!- con la gente más preocupada por la liga de baseball que por los monstruos que periodicamente lo revientan todo.
No es una película revolucionaria como Spiderverse, pero sí es tremendamente divertida y sus dos horas merecen mucho la pena, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido realizada directamente para Netflix, sin pasar por el cine. Me resulta incomprensible que una película con estos valores de producción haya sido estrenada así, sin hacer mucho ruido, porque se supone que los tiempos de los confinamientos que obligaron a estrenar domésticamente Los Mitchell contra las Máquinas o Viuda Negra ya habían pasado, pero yo que sé. Ultraman no ha tenido mucha promoción -doy por hecho que ha sido porque el personaje no es muy conocido por estos lares- pero creo que la hubiera merecido, así que con este artículo quería yo poner mi granito de arena, que me gustaría ver una secuela…