Sigo pensando que la mejor película de los 4 Fantásticos la hizo la productora de Roger Corman. Todo era una estrategia para que Fox y Constantin Films mantuvieran los derechos de los 4 Fantásticos por un precio irrisorio (los habrían perdido el uno de enero 1993 si antes no empezaban la producción y terminaban una película) con lo que le encargaron a la productora de Corman hacer una película que empezó su producción… El 28 de diciembre de 1992. Con todo el morro.
De la odisea que fue la producción de esa película ya hemos hablado más de una vez por aquí, así que lo dejaremos en que era un film de muy muy bajo presupuesto que nunca se estrenó, para frustración del director Oley Sassone y los propios actores. Sí, la película era un cutrerío tremendo, pero a la vez es la adaptación más fiel que ha tenido el cuarteto a la gran pantalla en toda su historia, mostrando a villanos como el Hombre Topo o el Doctor Muerte en una versión bastante fiel al original, y con una aproximación a su caracterización en el cómic sorprendentemente audaz. No había miedo a nada, y por eso precisamente Fox dió la orden de no estrenarla y destruir todas las copias. Alguien -se dice que el propio director- consiguió salvar una copia y empezó a circular por los salones del cómic, con lo que por eso ha llegado hasta nuestros días por canales alternativos y supongo que tarde o temprano la acabaremos viendo en Disney+ igual que el Holiday Special de Star Wars, pero a la vez… Me da que los derechos de una película que nunca se ha hecho no dejan de ser algo bastante discutible. Pero hablábamos de Roger Corman.
Decía el bueno de Corman que el secreto de hacer cine sin arruinarse consistía en usar siempre el dinero de otros, y así se las arregló durante décadas para mantenerse alejado de los números rojos mientras buena parte de sus contemporáneos vivían inmersos en una montaña rusa financiera. Que el mismísimo Orson Welles se pasó más tiempo pidiendo dinero para financiar sus películas que filmando -y pegándose unos buenos viajes por europa que le resultaron bien divertidos, no lo vamos a negar- con lo que imagino que a Corman le pasaba algo parecido. Y aun así pues oye, no dejó de tener bastantes éxitos y ser el rey de la «explotation» en una época en la que la serie B era mirada con desprecio porque, ¿qué era eso de reutilizar decorados y atrezzo de otras películas? Corman lo hacía por lo legal y lo ilegal, aprovechaba varias veces el set de sus propias películas y el metraje sobrante -la película para filmar era carísima, no lo olvidemos- y así es como ponía a trabajar a un jovencísimo y colocadísimo Jack Nicholson para hacer películas memorablemente absurdas como El Terror.
Que yo podría hablar de La Tienda de los Horrores, la original (no el remake musical de los 80, no) que había rodado tres años antes en 1960 en los dos días que le sobraron de alquiler de los estudios y antes de que le destruyeran todos los sets de su anterior película, pero en el caso de El Terror la cosa es mucho más surrealista todavía; intentando repetir la operación de la tiendecita, Corman trató de buscar otro relato de Poe que adaptar o que por lo menos se correspondiera con los sets que tenía, una historia con un castillo. Al no tener absolutamente nada y no tener un guión, durante la producción de su anterior película encargó al guionista y actor Leo Gordon escribir un guión en una semana que fuera del estilo de Edgar Allan Poe y que acabara «con una inundación, porque ya habíamos hecho demasiados finales con un incendio». Mientras tanto y encontrándose con que podía contar en esos dos días con la participación de Boris Karloff por muy poco dinero, Corman encargó al guionista Chuck Griffith que escribiera unas cuantas escenas de Boris Karloff en un castillo «haciendo cosas de castillo, entrando y saliendo por ahi, en plan tétrico y misterioso». Nada de historia -porque el guión de Gordon todavía no estaba escrito- simplemente eran un montón de insertos de Karloff paseándose por aquí y por allí y haciendo cosas de misterio. Que ya lo arreglarían en el montaje.
El guión de Gordon llegaría a medias para el rodaje (solo un 60% estaba escrito) y Corman pondría a Jack Nicholson de protagonista, aceptando la sugerencia del actor de encargarle a su mujer, Sandra Knight, la protagonista femenina del film. La idea era rodar todo el texto y cuando tuvieran el resto completarlo en otra localización como fuera, lo importante era aprovechar los decorados y el equipo técnico al máximo, hasta el punto de que Corman estuvo rodando mientras el equipo de maquinistas estaba destruyendo el escenario, colocando a Boris Karloff correteando entre los restos que dejaban caer los técnicos en su destrucción. Absolutamente nadie -ni siquiera Corman- sabía lo que estaban haciendo, pero se empeñaron en ello como si no hubiera un mañana, hasta el punto de que cuando todo estuvo rodado todo el mundo lo tomó como una locura de Corman, una juerga entre amigos que no llegó a nada… Pero no, unos meses después Corman encargó a un jovencísimo director llamado Francis Ford Coppola que se juntara con otros novatos como Gary Kurtz -sí, el productor de American Grafitti y Star Wars- para encargarse de rodar el resto del guión, que él estaba muy ocupado con sus cosas. Coppola reclutó a estudiantes de la Universidad de California como personal técnico y se llevó a Nicholson y los demás actores durante tres días, pero siendo el director italoamericano como era, se empeñó en hacer lo que le vino en gana y gastar más tiempo y dinero de la cuenta, cosa que sacó de quicio a Corman -sí, el dinero era lo que más le importaba- y no llegó a despedirlo porque Coppola consiguió un trabajo en otro lado que le pagaban mejor y se fue.
Compuesto y sin película, Corman llegó a encargar a otros tres directores completar el resto de la película, pero por una u otra cosa se veían incapaces de completar aquel puzzle dadaista. Para cuando Corman intentó hacer el montaje final, se encontró con el trabajo de cinco autores con cinco películas distintas en mente, por lo que decidió volver a rodar más escenas con Nicholson y señora -después de todo eran amigos suyos y podía abusar de su paciencia lo que hiciera falta- y, teniendo que claudicar finalmente porque era imposible juntar todos aquellos planos en una historia coherente, decidió romper todas las leyes cinematográficas y poner a Nicholson en una escena explicando todo el argumento de la película. Y con eso la estrenó.
El Terror no perdió dinero -difícil lo tenía, con su personal técnico pagado por otra producción, cuando no eran directamente becarios que no ganaban un céntimo- pero tampoco ganó gran cosa. Para Corman aquello fue un exitazo en toda regla porque sacó algo de la nada, pero para Karloff aquello era un esperpento porque a él le habían prometido cobrar 15000 dólares si la película hacía 150000 y oficialmente nunca los hizo, por lo que Corman le prometió dárselos si accedía participar en una película que estaba preparando Peter Bogdanovich, al que a su vez dijo que produciría su película sí y solo sí reutilizaba el metraje de Karloff en El Terror… Porque Corman era así, hacía croquetas de todo hasta que no quedaba ni una migaja en el tupper.