Hoy toca viajar una vez más a la Gran Bretaña de los años ochenta para descubrir o redescubrir otro clásico de la revista 2000 A.D., The Helltrekkers. Y precisamente de un viaje se trata en esta ocasión, de una larga y tortuosa travesía en la que John Wagner, Alan Grant, Horacio Lalia y José Ortiz se lo pasaron de miedo torturando a sus protagonistas de las formas más crueles y horribles en esta historia que cuarenta años después de su publicación sigue siendo tan apasionante y escalofriante como el primer día.
Ciento once habitantes de Mega-City Uno, cansados de vivir bajo el yugo de los Jueces, se han embarcado en una larga odisea a bordo de una caravana de vehículos blindados para buscar una nueva vida. Su objetivo se encuentra a dos mil kilómetros de distancia, en las colonias de los nuevos territorios más allá del desierto que se abre al otro lado de los muros de la ciudad. Pero este viaje que estos pioneros han comenzado rebosantes de optimismo y esperanzas será mucho más complicado de lo que ninguno de ellos se hubiese atrevido a imaginar. Durante esa larga e infernal travesía tendrán que hacer frente a toda clase de peligros y obstáculos que pondrán a prueba su determinación y aprenderán por las malas que ese desierto que les separa de su objetivo tiene más que merecido su nombre de Tierra Maldita…
Fue hace aproximadamente unos cuarenta años, en octubre de 1984 para ser más exactos, cuando el primer episodio de Helltrekkers apareció en las páginas del Prog 387 de la revista 2000 A.D. Una historia que originalmente había sido concebida para ser publicada en una revista spin-off centrada en el universo del Juez Dredd, pero que en aquel momento no llegó a fructificar (aunque este acabó cobrando forma en 1990 bajo el título de Judge Dredd Megazine). Una serie cuyo equipo creativo original estaba formado por John Wagner, Alan Grant y Jose Ortiz, pero este último solo llegó a dibujar el primer episodio de la misma, siendo reemplazado desde el segundo hasta el final por el argentino Horacio Lalia, un cambio del que dudo que nadie se quejase ya que se trataba en ambos casos de grandes artistas perfectos para esta historia.
Una historia que a cualquiera que haya visto unos cuantos westerns en su vida (o sepa algo de historia) resultará tremendamente familiar. John Wagner ha reconocido tomar prestada la premisa de Helltrekkers de la serie de televisión de los años 50 «Wagon Train», en la que un grupo de colonos atravesaban Estados Unidos para establecerse en California. Pero son incontables las series, películas o incluso videojuegos como el famoso The Oregon Trail, los que nos han mostrado desde todas las perspectivas posibles eso que se suele llamar la conquista del oeste. Un tipo de historias que como ha quedado demostrado una y otra vez, combinan a la perfección con el género de la ciencia ficción, simplemente cambiando un tipo de frontera por otra.
Pero aunque el esquema de la historia no deja de ser conocido, el ambientarlo en un mundo tan rico y grotesco como el de Juez Dredd provoca que sus autores puedan llevar las trágicas desventuras de este puñado de colonos a extremos pocas veces vistos. Y aunque este cómic es sin duda más recordado por su violencia, el drama humano que sufren sus protagonistas siempre se encuentra en primer plano. Después de todo tenemos a un grupo de colonos cuyo lema es “Mejor morir en el infierno que vivir en Mega-City Uno”, que han abandonado la ciudad por diferentes motivos, como el querer vivir en libertad o el poder permanecer junto a una hija “culpable” de haber nacido mutante. Un drama que no deja de aumentar a medida que la caravana va sufriendo pérdidas, siendo testigos de las dudas que atormentan a sus componentes y del sufrimiento constante que la Tierra Maldita vuelca sobre ellos.
Un aspecto en el que da la impresión de que Wagner, Grant y Lalia (que Ortiz hizo poco más que el prólogo y le tocó la parte menos violenta) se recrearon de una forma muy sádica ideando nuevas y grotescas formas de torturar a los protagonistas de este cómic. Tribus de mutantes homicidas, ríos de lava, tormentas radiactivas e incluso tiranosaurios adictos al sabor de la carne humana, todo parecía poco para complicar cada vez más este viaje. Algo que provocó que cada paso de su camino fuese un infierno en el que estos Helltrekkers dejaron tras de sí un rastro de tumbas en la arena.
El cómic nos muestra de una forma brutal y a menudo tremendamente explícita (en una revista que recordemos estaba dirigida a un público infantil/juvenil) las muertes que se van sucediendo sin parar a todo lo largo de este viaje. Muertes que en ocasiones se nos muestran con todo el dramatismo de una tragedia pero que en otros momentos se convierten en gags muy crueles, en muestras del humor negrísimo tan característico de Wagner y Grant, en los que vemos morir a muchos de estos colonos de las formas más absurdas y ridículas posibles.
Algo que funciona a la perfección gracias a un apartado artístico de lujo. Como ya comentaba al comienzo, Jose Ortiz solo llegó a dibujar el primer episodio de esta historia, donde dio buena muestra de su inmenso talento y nos dejó alguna página que otra para enmarcar. Y aunque es una lástima que no dibujase el toda la historia, no nos podemos quejar de quien fue su sustituto, el argentino Horacio Lalia. Este veterano artista que aprendió el oficio siendo el ayudante entre otros de Alberto Breccia, y que para cuando dibujó estos Helltrekkers contaba ya con dos décadas de experiencia a sus espaldas, realizó en este cómic un trabajo soberbio.
Su estilo tosco y sucio (en el mejor de los sentidos) que tanto recuerda a ratos a un grande como fue Carlos Ezquerra y a muchos otros de los artistas que dieron vida al cómic bélico británico de las décadas anteriores encajó a la perfección con este cómic. En manos de Lalia uno siente casi como si estuviese allí toda la crudeza de este viaje, la crueldad de los elementos y la violencia extrema de las amenazas que se cruzaron estos colonos. Esto último es sin duda en lo que más destaca su trabajo aquí, en cómo fue capaz de mostrar de una forma tan gráfica y brutal, sin piedad alguna, los horribles destinos que sufrieron estos viajeros, y también transmitir todo su sufrimiento de tal forma que en alguna página que otra hace falta parar un momento antes de seguir con la lectura.
Este cómic que se ha ganado de sobras el ser considerado un clásico de 2000 A.D. ha sido recientemente reeditado por Rebellion en un bonito tomo (en ediciones en tapa dura y tapa blanda para que no haya quejas). Y aunque hay por ahí algunas ediciones realizadas hace unos cuantos años para el mercado latinoamericano, yo espero que Dolmen siga con la buena racha de su Línea Albion y nos acaben trayendo este cómic para que el público español pueda disfrutar de esta historia.