Tras disfrutar de las nuevas y al mismo tiempo clásicas versiones modernas de los Transformers y los G.I.Joe en la Skybound de Kirkman, ahora es Dynamite quien se une a este revival ochentero de la mano de los Thundercats de Declan Shalvey y Drew Moss. Un cómic que nos devuelve a estos clásicos personajes que combinaban la fantasía con la ciencia ficción, casi cuarenta años después de su creación, en una actualización a los nuevos tiempos que sí embargo respeta al máximo la esencia de aquella serie, prometiendo esta versión atraer por igual tanto a los viejos fans nostálgicos como al público moderno que desconoce las aventuras de estos peculiares héroes.
Tras la destrucción de su mundo natal de Thundera a manos de sus enemigos ancestrales los Mu’tantes, los Thundercats, últimos supervivientes de su raza, han llegado a duras penas al mundo que se convertirá por la fuerza en su nuevo hogar si no consiguen reparar su nave espacial, un mundo conocido como la Tercera Tierra. Pero en ese mundo aparentemente desierto tendrán que hacer frente no solo a la muerte de su líder, quien dio su vida para llevarles allí, y a sus incansables enemigos que les han perseguido para acabar con ellos de una vez por todas, sino también a la presencia de un antiguo mal que acecha en los desiertos de ese mundo y que ansía por encima de todo hacerse con el poder de los Thundercats…
Para desgracia de Diógenes la nostalgia de la buena no solo sigue siendo un filón a explotar, sino que últimamente está cayendo en muy buenas manos como ya hemos visto por aquí estos últimos meses con los Transformers y los G.I.Joe. Una buena racha a la que ahora se unen estos Thundercats (conocidos especialmente por contar con una de las mejores intros de los ochenta) de Declan Shalvey y Drew Moss en una nueva serie que ha sabido mantener el delicado equilibrio entre contentar a los fans de toda la vida y atraer al nuevo público. Y es que en casos como estos suele resultar muy tentador el zambullirse en la nostalgia y ofrecer un mero refrito del original o casi peor, tratar dicho original como algo casi indigno y querer reinventarlo todo para acabar creando algo irreconocible, algo de lo que por desgracia tenemos demasiados ejemplos.
Con este tema se superaron
Por suerte en este caso en el trabajo de Shalvey y Moss se aprecia no solo un enorme respeto por la serie original (ambos creadores se declaran grandes fans de esta), siguiendo de momento el mismo esquema de aquella y conservando a grandes rasgos los diseños y personalidades de sus protagonistas, sino también el ánimo de traer a estos al mundo de hoy en día. Porque pese a que en muchos aspectos nos encontramos ante una versión algo más seria y oscura (me chirría utilizar la palabra “adulta“) en la que los personajes poseen unas personalidades y caracterizaciones algo más complejas, tanto ellos como el escenario en el que se desarrollan sus aventuras resultan tremendamente familiares.
El resultado de esta combinación entre el respeto por el material original y el deseo de innovar es un cómic que construye sobre lo que ya existía, en el que todo lo bueno que tenía aquella serie sigue aquí, y lo que ha envejecido peor (era una serie que incluso entonces resultaba a ratos muy tontorrona) se ha modernizado lo justo para que no desentone en nuestro presente. Un aspecto este ultimo en el que siento mucha curiosidad por ver como y de que manera introducirán al personaje de Snarf, que aparece en las portadas pero aun no en el comic y que es un personaje que ya en los ochenta resultaba algo cargante.
Y aunque Declan Shalvey es más conocido por ser un dibujante excelente, aquí en esta serie su papel está siendo el de guionista, algo que no se le da nada mal, y es en Drew Moss en quien ha recaído la tarea de darle nueva vida a estos personajes. Lo primero que llama la atención de su trabajo es lo agradecido que le estoy a que a la hora de rediseñar a los personajes haya sido tremendamente respetuoso con estos. De hecho en la mayoría de los casos nos encontramos con que aparte de ponerle pantalones a los personajes que no los llevaban y el enorme bigote que ahora luce Tygra/Tigro, los personajes, tanto héroes como villanos tienen básicamente la misma apariencia que entonces. Y es que estamos ante uno de esos casos en los que si algo no está roto no hace falta arreglarlo, y la estética de la serie es sin duda uno de los aspectos de la misma que mejor ha envejecido.
Pero Drew Moss además de ser un artista con cabeza es un gran dibujante que ha conseguido que estos dos primeros números de la serie publicados hasta ahora hayan sido todo un placer para la vista en su mayor parte. Porque pese a que es cierto que al menos en el segundo número hay alguna página que otra en la que se nota cierto apresuramiento, con personajes cuyas proporciones son un tanto extrañas, esto no es más que una anécdota perdonable si tenemos en cuenta todos los aciertos de Moss. Un dibujante que aquí destaca sobre todo por su habilidad para representar unas escenas de acción que en un cómic como este abundan, no solo desenvolviéndose en esta tarea a la perfección, sino también regalándonos un buen puñado de momentos épicos, entre los que se incluye el integrar en su historia la intro de la serie original. Algo que al menos en mi caso ha conseguido emocionar a aquel niño que fui y que disfrutaba como un loco con las aventuras de estos personajes.
Por todo esto yo sigo defendiendo que la nostalgia no es ni buena ni mala de por sí, que es sencillamente y hasta cierto punto, una especie de herramienta narrativa más, que bien utilizada y sobre todo en buenas manos puede resultar tremendamente efectiva. Así que yo al menos estoy más que encantado con esta racha de revivals, al menos mientras estos mantengan el nivel de estos Thundercats que tan bien me lo han hecho pasar y que casi han conseguido que me sienta como un niño de nuevo. Una racha que espero que continúe en el futuro cercano, ya que quedan por ahí muchas viejas historias semi olvidadas que merecerían una nueva oportunidad en la dirección correcta para compartir espacio con todo lo nuevo que se sigue creando.