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Los herederos de la sonrisa de Akira Toriyama

Ayer se publicó nuestro homenaje a Toriyama que escribí hará unos tres días. Pensé en guardarlo y reescribirlo en frío, porque yo soy así, pero al final entre una cosa y otra salió tal cual. Y me hubiera gustado que fuera más largo, más detallado, pero sé que tarde o temprano lo haré; después de todo ya le dí un buen repaso a Dragon Ball, «la buena», y ahora me siento delante del documento de texto en blanco y no sé muy bien que escribir. Algo se me ocurrirá, pensé, algo sobre los mutantes que siempre son muy socorridos. Pero… Todavía me queda algo.

¿Hay forma de seguir manteniendo esa felicidad en esta era de héroes torturados e infelices?

Lo comentabais en los comentarios (siento no haber contestado, he estado liado) y es verdad que están cayendo buena parte de los autores que nos hicieron como lectores de cómics. Vale, sí, para nosotros en aquellos primeros tiempos Dragon Ball era más una serie de animación que un cómic, pero con el tiempo descubrimos los cómics de Toriyama y nos dimos cuenta de que eran mejores que la serie. Que algunos tuvimos la suerte de ver la serie en «tiempo real», pero más suerte habrá sido descubrirla semana a semana en el Shonen Jump, disfrutando de un Toriyama que iba creciendo ante nosotros. Como ha sido conocer a Carlos Pacheco desde sus portadas de Forum hasta que se convirtió en una superestrella del cómic de superhéroes. Otro que se nos fue demasiado pronto y que da rabia, pero en fin, aquí estamos. La vida sigue, pero… Tiene que quedarnos la sonrisa. De alguna forma. Así que,  ¿quién es el heredero de Akira Toriyama? ¿Cual es el manga que nos evoca aquellas mismas sensaciones?

Advertencia: No, no estoy al día de One Piece. Pero lo conseguiré, ¡lo juro!

Si nos remitimos a los hechos, ese es Eiichiro Oda, el creador de One Piece. One Piece es, con diferencia, el mejor hijo bastardo de Dragon Ball, por encima de Yaiba o hasta Las Aventuras de Fly. One Piece es un éxito internacional que en Japón ha llegado a superar a la mismísima Dragon Ball, y todavía dura a pesar de que el propio autor amenace con terminarla, exibiendo a un protagonista de eterno optimismo enamorado de sus amigos y buscando tesoros por el mundo, siguiendo a rajatabla el espíritu original de Dragon Ball. Con personajes mucho más complicados que la serie de Toriyama -que en muchos casos ni falta les hacía- One Piece destaca por el trabajo de Oda en ofrecer un crecimiento orgánico de los personajes sin limitarse a forzar el cambio con saltos de tiempo sin mostrar una transición de un estado a otro. Y sí, en todos estos años hemos tenido otros éxitos inspirados en Son Goku y compañía como Naruto, Fairy Tail o Yu Yu Hakuso, pero ninguno que tuviera un exito tan plena de crítica y público.

La cosa empieza bastante chunga con el fin de la civilización, pero luego todo se viene arriba.

Otro de los herederos de Toriyama -no tanto de Dragon Ball- es Doctor Stone, de Riichiro Inagaki y Bochi. Centrado en la divulgación, el protagonista nos recuerda al Senbei Norimaki de Doctor Slump, siendo Senku un científico adolescente que se ve obligado a reconstruir toda la civilización usando todo su conocimiento científico. Haciendo amigos por todas partes como Son Goku y enfrentándose a todo obstáculo con una sonrisa en los labios, Senku no tiene ni idea de artes marciales, pero es un McGyver en toda regla que a través de la ciencia es capaz de arreglar absolutamente cualquier problema. Sí, la comparativa con Doctor Slump está tiradísima por los pelos porque Senku no tiene creaciones robot, pero el optimismo de la serie es tan toriyamesco que a ratos recuerda sus mejores tiempos. Sin embargo a ratos también recuerda lo malo, con irregulares cambios de ritmo y abandono de personajes secundarios al relegarlos a un segundo plano.

Anya es para comersela, así de claro.

Spy X Family, de Tatsuya Endo, es otro manga «optimista» que también viene teniendo un éxito espectacular, mostrándonos como un espía para infiltrarse en un país enemigo se ve obligado a crearse una familia falsa, creando un matrimonio con una asesina a sueldo y adoptando a una niña con poderes telepáticos que desconoce. Anya, que así se llama la niña, es la inocencia personificada y está empeñada en ayudar a conseguir que su padre adoptivo logre «la paz mundial» y para ello tratará de hacerse amigo de uno de los niños de su colegio que tiene el pavo subidito y es una de las criaturas más engreidas de todo el cómic. A ratos Arale y a ratos Son Goku, Anya es su propio personaje, incapaz de rendirse ante la adversidad y completamente resuelta a hacer lo que sea por cumplir con una misión que en realidad no le ha encomendado nadie. Y todo esto mientras su padre Loyd, el superespía, sigue sin enterarse de que su esposa es una asesina, que a ratos parece Elektra acabando con todo lo que amenace a su familia, y de que su niña, la que le mira raro de vez en cuando, es una telépata enterada de absolutamente todo. Una seriaza.

Lo de que esta serie no tuviera todavía adaptación al anime era muy raro raro raro.

Y por último llegamos a Dandadan, que será adaptada al anime en otoño de este año (las anteriores ya han tenido su propia adaptación sí) y que nos presenta las desventuras de Momo Ayase y Ken Takakura, dos aficionados a los fenómenos paranormales que acaban enfrentados a todo tipo de extraterrestres, demonios, fantasmas y lo que haga falta. La tensión romántica no resuelta entre Ayase y Takakura, a medio camino entre la gran Rumiko Takahasi y el propio Toriyama, que nunca le hizo mucho caso a esas cosas -lo más parecido que hizo fue el romance entre Tensinhan y Lunch, que se resolvió fuera de las viñetas- se complementa con algunos de los enemigos más absurdos e hilarantes que se hayan visto nunca en manga alguno. Dandadan es optimista, alegre y directo, los personajes siempre salvan el dia y aunque seguramente sea el manga más parecido a Dragon Ball Z de todos los mencionados, su planteamiento más cercano a la idea original de Urusei Yatsura hacen que siga siendo uno de mis favoritos para leer en estos tiempos.

Solo espero que las próximas adaptaciones de Super dejen de lado esa animación 3D tan antinatural, pero me da que puedo esperar sentado…

Y hasta aquí mi repaso de los herederos del optimismo toriyamesco, no sin olvidarnos de que sí, de que existe Dragon Ball Super y presumiblemente seguirá existiendo tras la desaparición del maestro. Super ha recorrido un camino difícil de irregularidad y en todo momento se ha afirmado que tenía argumentos e ideas constantes de Toriyama, que él mismo había estado encima de ella, con lo que el futuro nos dirá hasta que punto el genio era el motor principal de la serie o solo sus bendiciones. Lo cierto es que a ratos ha tenido grandes ideas que remiten a tiempos mejores, con lo que quién sabe, tal vez el aprendiz Toyotaro acabe superando al maestro… Aunque difícil lo tiene.

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