Empieza el año y… Ay. En tiempos hacíamos un resumen de lo que más nos había impactado del año anterior, lo mejor y lo peor, y luego empezábamos con artículos sobre lo que podía estar por venir, con el optimismo de un muchachuelo inocente. M’Rabo todavía hace alguno de esos (son relativamente fáciles de hacer y él lo que sea con tal de no trabajar) pero a mi personalmente no me hacen. Porque ahora mismo el cómic de superhéroes está en una situación rara, en la que se está volviendo a una cordura mezclada con cierta nostalgia y éso está provocando mejores tebeos… Pero a la vez ese «neoclasico» para muchos ya no va a ser su vuelta a casa. Me explico:
Las modas son cíclicas, y ésto se aplica tanto a la moda en sí como el arte. Tardaremos siglos, décadas o incluso años, pero tarde o temprano alguien colocará una columna jónica en la entrada de un edificio y otro lo imitará hasta que vuelvan a ponerse de moda y hala, otra vez el neoclásico. con los superhéroes pasa lo mismo, se inventan a finales de los años treinta y veinte años después vuelven, primero con el nuevo Flash National y luego con Marvel y Los 4 Fantásticos. Tras diez años de explosión creativa se crea un «interregno», una zona de experimentación rara con algunas cosas interesantes y montones de olvidables (el Motorista Fantasma, Luke Cage) que con el tiempo otros arreglarán o destruirán irremediablemente. Hay una suerte de relevo entre las dos grandes; cuando Marvel está en expansión con Lee y Kirby, DC en realidad está en retroceso, y así es como la cosa va evolucionando hasta los 80 y la revolución completa que se da en ambas editoriales. En la primera mitad de los 80 el punto va para Marvel, en la segunda para DC. Primero Marvel hacía cosas «adultas», luego DC. Unos se copian a otros, se roban autores e imitan tendencias, hasta que llegan los 90 y la especulación desbarata el mercado, caminan sin rumbo por una década y… ¡Vuelve el neoclásico! Que en el caso de Marvel se tradujo en una imitación machacona de la primera mitad de la era Shooter con series como Los Vengadores de Busiek, mientras que en DC en aquel momento no solo no hubo neoclásico, si no que se trajeron paladas de nuevos autores ajenos al cómic -del cine y TV, vaya- a costa de cargarse al Super Squad y los guionistas de Batman del equipo de Denny O’Neil, que no tardaría en dimitir y en dejar el puesto como editor.
Por supuesto, con esto ya estamos entrando en la época de Joe Quesada, esos 8 años entre 2000 y 2008 en los que el trabajo de aquel dibujante que daba fiestas por doquier consistió básicamente en hacer tebeos que salieran en prensa y televisión constantemente para llamar la atención de gente con mucho dinero que quisiera invertir o directamente comprar Marvel. La mentalidad de Quesada de «vamos a arreglar esto, y luego esto otro» dejaba claro que, según él, la editorial antes de su llegada estaba rota, por mucho que los años de Harras postMarvelution hubieran restaurado buena parte del crédito con sus lectores. Primero arregló Spiderman con Joe Straczynski (que venía de la televisión) luego la Patrulla X con Grant Morrison (que era el Figo de DC, perdonad el simil futbolero), supuestamente arregló los 4 Fantásticos con Mark Waid y Mike Wieringo, para luego desdecirse y echarlos de la serie para sustituirlos por un señor de Broadway y un dibujante exiliado de Crossgen (es una larga historia) para luego acabar reinstituyéndolos para que no duraran mucho tiempo más… Y finalmente arregló Los Vengadores, que durante aquellos años no habían tenido nada que arreglar hasta que el éxito de los X-Men de Morrison y demás bombazos los desplazo a ventas más discretas y los Ultimates de Mark Millar duplicaron las ventas de la serie regular de Vengadores y la sensación de que el viejo universo Marvel iba a ser engullido por el Ultimate hizo que autores como Busiek decidieran abandonar el barco. Brevoort eligiría como sustituto a Geoff Johns, que no consiguió precisamente subir las ventas si no que más bien lo contrario -aunque no bajaran mucho- para luego acabar la serie en las manos de Chuck Austen y que la serie tocara fondo en torno a los 50000 ejemplares. Había que arreglar los Vengadores, aunque la culpa de que hubiera que arreglarlos provenía más de esa nueva administración que lo arreglaba todo con cinta americana de la marca Chuck Austen.
Y así es como los Vengadores pasaron del periodo neoclásico a «otra revolución noventera», con los ocho años de Bendis en la serie. Alguien corto de vista podría decir que la etapa de Hickman era un neoclásico -en serio, lo he leído- porque volvía a la épica shooteriana, pero lo que desde luego nadie me ha dicho es que haya habido neoclásico en las etapas de Waid o Aaron. Por el contrario, si que podríamos decir que está pasando eso con la etapa de Jed MacKay, aunque si se hubiera publicado en 2004 muchos la habrían considerado prácticamente tan rompedora como la de Bendis… Pero supongo que el que no se conforma es porque no quiere. Y no nos vayamos a engañar, porque si miramos la evolución de la Liga de la Justicia en DC nos encontramos algo incluso peor; tras la etapa de Gardner Fox, Denny O’Neil intentó con cierto éxito modernizar el grupo para que Gerry Conway acabase banalizándolo hasta la náusea durante ocho años, provocando que la serie fuera más conocida por Superfriends que por si misma. Por la época se llegó a decir que una serie en la que se juntaba a tanto gallo de corral junto no podía funcionar, que la gracia de los Vengadores era precisamente que casi todos sus personajes habían sido creados para la serie o habían crecido con ella, mientras que los personajes de la JLA en su mayoría eran criaturas que habían evolucionado en sus propios títulos. La llegada de Giffen y DeMatteis demostró que la serie podía tener identidad propia, pero aquello casi se quedó en flor de unos cinco años y Jurgens no consiguió llevarla muy lejos.
En un momento de héroes con dientes apretados y traiciones horribles, Grant Morrison llega a mediados de los 90 y relanza el grupo, creando un nuevo «neoclásico» cuyo referente era más el recuerdo nostálgico de Gardner Fox que los propios tebeos de la época. A Morrison le sigue Waid con un tono pretendidamente continuista, pero como siempre Waid es clásico solo en fachada y falla en la caracterización. Autores como Gail Simone llegan a hacer cómics que parecen todo un What If?, mostrándonos lo que había sido la Liga de la Justicia de los 80 si no fuera por Giffen y DeMatteis. Y sí, luego llega Dan DiDio y cuanto menos se diga sobre esa etapa mejor.
Por supuesto, ésto es un análisis hecho de memoria como reflexión de año nuevo, y seguramente me haya saltado alguna etapa o momento completamente definitorio como la de Stern, Steve Englehart o Roy Thomas en Vengadores (que no nos engañemos, estas dos últimas equivaldrían a la de Fox en JLA como «seminales»). Cuando digo que el neoclásico moderno no es una vuelta a casa, lo digo porque el agua que ha pasado bajo el puente ha dejado su marca, y no creo que «sea lo mismo» ni la etapa de Vengadores de MacKay ni la de JLA de… De… Bueno, de nadie, porque ahora mismo tenemos como sustitutos de lujo a los Titanes de Tom Taylor y Nicola Scott. No, no son lo mismo, pero que eso no nos ciegue a disfrutar de tebeos con el corazón que están demostrando ambas series.