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Hulk contra el Mandril: El día en que Frank Miller salvó Marvel (XXI)

Otra vez Don Perlin y otra vez Pablo Marcos, pero esta vez el guionista es un dibujante: Ed Hannigan. Si en aquellos años se consideraba un experimento el poner a dibujantes como Frank Miller, John Byrne o Walter Simonson al frente de los guiones de series que estaban cayendo en desgracia, supongo que algo parecido pasaba con Ed Hannigan y sus Defensores. Con todos sus altibajos, la serie era uno de los símbolos de la Marvel de los 70, la Marvel posterior a Stan Lee, con lo que supongo que el mantener al no-grupo en el mercado era en parte una cuestión de honra para aquella generación. Pero Jim Shooter nunca se consideró como uno de ellos…

Y aun así la serie aguantó lo suyo con aquello de los New Defenders y tal.

Probablemente lo que más choque de un primer vistazo sea la alineación del grupo, formada por los ya habituales Halcón Nocturno, Gata Infernal, Valquiria, Hulk y… Daredevil. La presencia del abogado de la Cocina del Infierno en el grupo es uno de los casos más extraños de la época, porque estamos hablando de que Matt Murdock en su propia serie ni siquiera menciona su presencia en el grupo. En una época en la que los personajes a través de las distintas series estaban más interconectados, Daredevil destaca por participar en varios grupos sin que apenas nadie se de cuenta de ello, y si sigues su serie notarás más que es miembro de Los Campeones (por la Viuda Negra) que de los Defensores; hablamos a fin de cuentas de un personaje que está con su serie propia al borde de la cancelación y que no acaba de pintar gran cosa en una serie que de por sí también tiene los días contados, en lo que a fin de cuentas no deja de ser una coalición ruinosa que no parece ir a ninguna parte y que afortunadamente se disolverá en breve. Pero bueno, no me alargo más, porque aquí estábamos para hablar del enfrentamiento de los Defensores contra el Mandril…

¿Hay un personaje más repulsivo en toda la historia de Marvel… EN TANTOS SENTIDOS A LA VEZ?

Lo del Mandril es un caso lamentable, un villano que nació con cara de mono (hasta ahi todo normal) cuyo poder consiste en controlar mentalmente a mujeres (nos vamos torciendo) a las que viste a todas como si fueran muñecas de acción (ya descarrilamos) y a las que llama «femforce» (siniestro total, necesitamos ayuda de la UME). Para cuando empieza el cómic el Mandril acaba de captar para su bando a la mismísima Valquiria, y los Defensores tratan de convencer a una jueza controlada también por el Mandril para que no les arreste, pero no hay manera y acaban teniendo que fugarse de la justicia… Sin que eso tenga muchas consecuencias a largo plazo, porque ni siquiera los tenemos huyendo de la policía, el grupo escapa del juzgado como buenamente puede y no tardan en ponerse a trabajar para acabar con el mono malvado, que acaba de secuestrar una central nuclear para chantajear al gobierno de EEUU, no sin antes reclutar a su propia madre como Reina Madre de su ejército de señoras esclavizadas mentalmente y expresar su deseo de obligar a su propio padre a probar los efectos de la radiación sobre el cuerpo humano. Una joyita el Mandril este, si señor.

Los Defensores se pegaron contra Dormamu, Nebulón y gente así… Y acabaron con EL MANDRIL DADDY ISSUES.

Por supuesto, los Defensores se lían a tortas con el Mandril y su femforce, y por eso tenemos en el clímax de todo esto a Hulk previniendo un Chernobil cambiando barras nucleares a mano mientras es tiroteado por un mandril con un traje antirradiación, pero que acaba pereciendo al ser tiroteado por su propia madre, que por aquello del limpia tu cuarto debía de ser más resistente a los poderes de su hijo que la media de mujeres. Y por supuesto, tenemos la climática batalla -¡aquí todo es clímax, clímax!- entre la Gata Infernal y la Valquiria a espadazo limpio, que se pegan y se pegan hasta que la Valquiria se ve incapaz de rematar a su amiga y rompe el control del mono, pese a que el muy desgraciado había muerto unas páginas antes. Lo importante es que las dos se dan un abrazo y la etapa de Hannigan y Perlin acaba en este número, con lo que ya podemos pasar a los Defensores de DeMatteis que son bastante más interesantes y, sobre todo, divertidos.

Aunque estoy convencido de que éste no es el final que tenía pensado Hannigan para su etapa en la serie.

Se nota que el cómic está completamente apresurado y que Hannigan cierra su etapa con demasiadas prisas, con un villano tremendamente tarugo y cerrando todas las las lineas argumentales basadas en los viajes emocionales de los personajes de forma demasiado súbita, dando una imagen de conjunto chapucera y hasta triste. Sin embargo, y como hemos visto en otros cómics «de transición» entre los cómics de los 70 y 80, éste tebeo nos sirve para darnos cuenta de hasta qué punto Marvel había entrado en una crisis creativa, repitiendo fórmulas y careciendo del nervio creativo de los Kirby o Ditko; Son los diez primeros años tras la imposición de la «ilusión de cambio» y tras varios años de experimentación caótica, la editorial empieza a demandar con urgencia un gran revulsivo. No vale con que los cómics salgan a tiempo o tener tres o cuatro series superventas que están marcado el nuevo camino a seguir, hace falta sentar cátedra cuanto antes y Stan Lee no es precisamente el autor más indicado para ejercer esa labor. Va a ser una mezcla de antiguos editores y dibujantes venidos a más los que liderarán esa revolución y crearán la Marvel de los 80, empezando por un crío desgarbado y chapucero que acaba de conseguir hacerse con los guiones de Daredevil…

¡Ojo que aquí llega la mandanga buena!
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