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Hulk y Thor pegándose en plena Nueva York: El día en que Frank Miller salvó Marvel (XVIII)

En una escena de este cómic, Donald Blake le dice a Hulk que, al igual que Bruce Banner vive en el interior de La Masa, Thor vive dentro de Donald Blake. Y vaya, ésto no deja de parecerme curioso, porque en realidad son dos casos completamente distintos a pesar de haber tenido ciertas similitudes en su origen.

Para el poco éxito que tenía Thor por aquellos años, ¡anda que no chupaba cámara!

Empezando por Thor, su historia es tan sencilla como que simplemente se encontró con un bastón mágico que lo transforma el dios del trueno. Originalmente había ciertas dudas sobre si Donald Blake era Thor o sólo le cogia el poder prestado, pero con el tiempo quedó bastante claro que Blake y Thor eran la misma persona, y pasó a partir de entonces a darse paseos por Asgard y a que Thor fuera la personalidad dominante, llegando a abandonar por completo su identidad de Donald Blake por más que le pese a los más nostálgicos. No hubo realmente personalidad múltiple si no un amnésico recordando su verdadero pasado, a pesar de que en realidad todo tuviera cierto tufo a retconeo porque Thor pasa de hablar un lenguaje actual al inglés antiguo sin que haya mucha explicación de por medio.

Luego Buscema tendría su etapa durante el Thor de Simonson durante la que conseguiría que no echáramos de menos al bueno de Walt como dibujante, lo cual tiene muchísimo mérito.

En realidad, es un caso más parecido al de Billy Batson/Capitán Marvel que al de Rick Jones/Mar-Vell, en el sentido de que no hay personalidades que valgan, si no que simplemente hay un cambio de cuerpo. Que la identidad verdadera sea la superpoderosa ya es otra historia, pero desde luego no estamos hablando de dos personas intercambiando espacio o de alguien con personalidad múltiple como es el caso entre Hulk y Bruce Banner. Por eso se me hace rara esa idea de que «Thor vive en el cuerpo de Donald Blake», porque en realidad Blake es el impostor, el pegote, la prisión en la que Odin encierra a su propio hijo para «darle una lección de humildad». Otras identidades como Sigurd Jarlson fueron creadas como una forma de burlarse en cierta manera de la idea de que el dios nórdico tuviera identidad secreta, porque la envergadura del muchacho destacaba tremendamente y cualquiera podía deducir que en realidad era Thor, porque ni siquiera tenía las dotes actorales de Clark Kent y su forma de llevar su vida privada como humano era tremendamente lamentable; a pesar de la ayuda de Nick Furia, el bueno de Sigurd vivía en un piso vacío con un colchón, así que me da que ni siquiera tenía la cedula de habitabilidad y el ayuntamiento le debía de estar cobrando un recargo por piso vacío. Lo que es peor, Sigurd era un obrero de la construcción y el condenado no daba ni golpe, porque a la mínima huía de la obra para hacer el superhéroe como todo buen bienhechor con capa.

La irrelevancia de Blake se debe sobre todo a que las mejores etapas del personaje siempre se basaron en Thor y no en su (falsa) identidad civil.

Y, unos veinte años después del tebeo de Hulk que supuestamente nos ocupa, tenemos a Thor tomando otras identidades más olvidables que tendrán aún menos trascendencia, pero que sí que abundarían en la idea de Thor compartiendo espacio con otro ser humano o, por lo menos, haciéndose pasar por ellos «para que la familia no sufriera». Cuando uno lo piensa bien la cosa se desmorona la mar de fácil, porque después de todo el dios de la mentira es Loki y no Thor, por lo que no tiene mucho sentido que se de esta situación. Todas estas identidades locas han, de forma voluntaria o involuntario, demostrado la idea de que a Thor no le cuadran las identidades secretas, y que aunque se pase el día en Midgard su idea de descansar es beber hidromiel en los salones de Asgard y no ir a plantar boniatos en Oklahoma, por más que le guste la idea a Straczynski.

Sal Buscema siempre te garantiza un buen puñetazo Buscema.

En el otro lado tenemos a Hulk, cuyo caso es tremendamente claro: por más traumas e historias raras pseudosobrenaturales que le hayan creado, solo existen Banner y Hulk, el resto no tiene continuidad. Puedes entrar a discutir que Hulk es un rasgo de la personalidad reprimida de Banner, pero lo habitual es que sea otra gente la que conforme los «otros hulk», aunque yo personalmente siempre me he preguntado dónde quedó aquello de que Hulk era un mutante y por eso no todo hijo de vecino bombardeado por rayos gamma ha acabado diciendo lo de Hulk aplasta. Porque claro, hay casos como el del señor Samuel Sterns, pero aquello nunca se llegó a explicar, ni lo de los animalitos del desierto mutados; Hulk no es en realidad un ser independiente de Banner, es una parte reprimida tal y como se hubiese explicado en la novela gráfica de Barry Windsor-Smith, y ésa es la opción que tomó Peter David en la etapa más famosa del personaje, llegando a fusionar las distintas personalidades en lo que se conoció como el «Hulk Profesor». Pero claro, todo eso todavía pillaba algo lejos en enero de 1981 cuando se publicó este tebeo de Hulk, y es lógico pensar que alguien pudiera pensar que Hulk y Thor son dos criaturas encerradas en una persona normal.

Pero aquí donde las dan, las toman.

Claro está, que siempre puede ser que sea una simple metáfora, que en el fondo lo que estén diciendo es que los dos se transforman y punto. Pero en aquel momento se consideraba a Hulk y Banner como entes distintos, y a Blake y Thor como la misma persona, por eso choca. En cualquier caso, tanto da, porque no creo que este debate contribuya mucho a decidir si Frank Miller fue una influencia decisiva en la Marvel de la época. Es cierto que Miller economiza mucho más el diálogo y elige mejor lo que se dice, y seguramente no habría provocado semejante equívoco con tanta ligereza, pero de algo tenía yo que hablar hoy para no provocar las iras de los fans de Bill Mantlo, ¿no?

¡Prometo que el que este cómic caiga justo el día de Halloween es pura y sencilla casualidad!

La semana que viene tendremos otra serie ilegible que nos demuestra que por más que se empeñe Jim Shooter, su edad de oro de Marvel empezó justo cuando él empezó a volverse cada vez más insoportable, el Motorista Fantasma de Michael Fleisher y el mismo Don Perlin que «embelleció» los guiones de Chris Claremont en Man-Thing.

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