Si hiciéramos una encuesta al personal sobre quién os cae peor, si Superman o Batman, seguramente ganaría Superman por goleada. Y me resulta irónico teniendo en cuenta que la imagen imperante de Batman no deja de ser un millonario traumado y torturado que se pasa el día enviando niños a morir a manos del Joker (no hablo de la realidad, hablo del inconsciente colectivo). Ese Batman es completamente odioso y a ratos hasta un personaje plano, pero a la gente le gusta, mientras que la imagen de Superman, dejando de lado a los acólitos de Zack Snyder (perdónalos señor que no saben lo que hacen) es la de un personaje aburrido porque es exageradamente poderoso. Y de un tiempo a esta parte la cosa es peor todavía, porque lo consideran un tirano fascista.
Que ojo, la cosa ya viene de lejos, porque no me cansaré de recordar que el Superman de la era Weisinger pasó de ser el Defensor de los Oprimidos al Defensor del Orden Establecido Oprimiera a Quien Oprimiera. Y éso estuvo muy feo, el público se dio cuenta y Superman empezó a caer muy mal. Si lo trasladamos ya a su aparición en el Dark Knight Returns de Frank Miller con su mal entendido servicio descerebrado al presidente Reagan, pues como que Superman ya se había convertido en un icono del establishment mientras que el personaje que había nacido para ello, Batman, se había convertido en yo que sé, en un anarquista peligroso. Se había dado la vuelta a la tortilla por completo y los críos y no tan críos que pasaron a detestar a Superman fueron legión; cuando no se hablaba de ese elemento político y se racionalizaba ese odio por otro camino, se solía decir que Superman era Don Perfecto, que no tenía fallos por ningún lado y éso lo hacía aburrido. Los más atrevidos pasaban a decir que Superman era un mal personaje porque estaba mal hecho, porque era demasiado poderoso y no se le podía enfrentar a nadie; y es que otro de los inmensos males Weisingerianos es cierto que radica en que el personaje era invulnerable a todo menos la magia y la kriptonita, con lo que de repente cualquier villano que se pegara con él pasaba a usar kriptonita -un mineral supuestamente escaso- constantemente y de distintos colores.
Durante los 80 -y los 70, que no nos olvidemos que tuvo un relanzamiento suave- Superman cambió completamente de tercio y pasó a ser más vulnerable, pero por supuesto para la gente que no leía sus cómics la vida seguía igual, y la cosa no mejoró precisamente cuando Superman murió. El anuncio en los periódicos sobre su muerte no dio una imagen del personaje como uno con fallos o vulnerable, porque su muerte fue a torta limpia contra un bicharraco que, simplemente, «era más fuerte». Absolutamente nadie entendió que la gracia de Superman estaba en sus decisiones morales, en reprimir la fuerza de sus golpes para no hacer demasiado daño. El personaje se reivindicaría a posteriori demostrando que era el más fuerte -tú arréglalo Jurgens- pero desde luego en todo ese desaguisado no se vio al Superman que sabe que el poder en bruto no es la solución para todos los problemas y que siempre encuentra una vía alternativa para solucionarlo todo. Escribir -bien- a Superman es difícil, sí, pero no porque sea demasiado poderoso, si no por la misma razón que escribir a un personaje más ingenioso que uno mismo es complicado, porque tienes que ir dos pasos más allá y encontrar una solución óptima. El optimismo y la esperanza como superpoder y no solo como un eslogan vacío, vaya.
Pero la finalización de los 90 y el nuevo siglo nos trajo todo lo contrario; si las visiones «malvadas» de Superman se habían sucedido anteriormente con personajes como el General Zod, el Superman Ciborg o con el mismo Ultraman del Sindicato del Crimen de América volviendo tras su desaparición -heroica- en Crisis en Tierras Infinitas (cómo echo de menos los tiempos en los que decías Crisis a secas y no tenías que especificar qué crisis) no sé qué es lo que hizo exactamente que en ese justo momento llegara una fascinación por el Superman «malvado». Supongo que el Superman Red Son tuvo algo que ver, con un Superman manipulado por Stalin que acaba tomando el control de la URSS y del planeta entero pero que acaba viendo el buen camino -después de todo es Superman, ¿no?- mientras otras novelas gráficas de la época (hablo de formato, porque ésto si que no se veía en el comic book) como el Luthor de Azarello nos mostraban en portada a un Superman de ojos rojos que daba auténtico miedo. Ya no hablamos de un Superman abusón haciéndole perrerías a Lois Lane y Jimmy Olsen, hablamos de un sádico inmisericorde que es un matón y un auténtico monstruo, una amenaza para el bienestar de todos los individuos de este planeta. La cosa fue creciendo y fue creciendo hasta que alguien en DC/Warner decidió que el Mayor Héroe de la Historia se podía convertir en el Mayor Tirano de la Historia y así nació Injustice.
Sé que a mucha gente le gusta Injustice, pero lo cierto es que rompió un tabú; el germen original de todo esto reside en un videojuego, Mortal Kombat VS DC Universe, en el que la desarrolladora, Midway, se encontró con que no podía hacer fatalities con los personajes de DC porque esta última no permitía que sus personajes fueran descuartizando o fueran descuartizados. Frustrados por la situación que les había llevado a hacer aquel juego, los desarrolladores capitaneados por Ed Boon decidieron crear un juego sobre los personajes de DC en el que algo salía mal y Superman se convertía en un tirano al que solo se oponía un pequeño grupo de héroes y villanos liderados por… Batman. Otra vez Batman. Lejos ya de decir que este juego es tan popular que es referenciado por todos lados, en lo que nos atañe lo importante es el cómic basado en el juego que escribió Tom Taylor desde principios de la década pasada, y que lo consagró como uno de los guionistas más importantes de la actualidad. Taylor supo ver que lo que podía hacer funcionar realmente bien el cómic era el contraste entre el pasado luminoso de los personajes y su actualidad oscura, por lo que durante meses pudimos ver como, mientras los nubarrones de New52 lo llenaban todo, Taylor nos daba un refugio de un universo alternativo. Porque, por supuesto, Injustice es una tierra paralela de tantas… Pero el daño estaba hecho.
Para muchos chavales, Superman es el de Injustice, el de Cavill. Y cuando digo chavales hablo de gente de 30 y pocos años, hablo de gente que ya lleva años en esto, y que en muchos casos considera que los personajes de Marvel molan más y son más luminosos. Que Thanos es mejor y más original que Darkseid -como no- y que Superman es un sieso, un mamarracho insoportable. La cosa es peor todavía cuando veo que una de las tramas principales de la última serie de animación de Superman, My Adventures with Superman, una de las versiones más luminosas que se han dado del personaje en los últimos años, consiste en que el futuro más probable de Superman sea el de convertirse en un tirano; es cierto que dentro del ADN del personaje está el enfrentarse a una oposición invencible y aun así triunfar, pero creo que ya es hora de dejar de villanizar a los personajes, de dejar que sean ellos mismos. Si vamos a mantener la ilusión de cambio contra viento y marea negándonos a que los personajes envejezcan, lo que desde luego no tiene sentido es embarrarlos hasta convertir la percepción de los mismos en villanos. Digo yo.