Vamos a ir por partes porque quieras que no esto para mi es tan nuevo como el último número de yo que sé, Miracleman. Que sí, que ha vuelto, nadie se ha dado cuenta de que ha vuelto pero sí, ya se está publicando el Miracleman del equipo B, el malo, el de Neil Gaiman y Buckingham. Que hablando de derivados mediocres del original, aquí tenemos que hablar del número 14 de la Tostadora Valiente…
A diferencia de otros cómics que hemos repasado, antes que nada vamos a echarle un vistazo a la caja de texto con el origen del personaje protagonista porque como todo el mundo sabe, yo la serie esta como que nunca me molesté en leerla pese a tener a gente como Steve Ditko o Sal Buscema como dibujantes. Completamente desaprovechados, sí, porque quieras que no nadie hoy en día diría que Kerry Gamill estaba aprovechado cuando estaba dibujando «X-Men en la feria de ganado de Texas», así que que nadie se ponga digno. Pero vamos a lo importante, vamos a ver de que va la serie esta de la tostadora:
Básicamente la cosa va de que la Tierra es la fortaleza más poderosa del «enemigo». Entendiéndose al enemigo por los enemigos de la Tostadora Valiente, un ciborg perteneciente a un ejército de susodichas tostadoras que está intentando exterminarlos. Porque son el enemigo y porque a Bill Mantlo le da la gana. Está feo esto de hacer una historia para críos en la que el protagonista se dedica a la limpieza étnica, pero habrá que seguir. La portada, ya que estamos, es de Dave Cockrum porque todavía estaba en esa época tonta en la que John Byrne se coló en Uncanny X-Men y le comió la tostada de mala manera, con lo que muchos revisionistas ahora dicen burradas como que X-Men no vendía un carajo hasta que llegó Byrne. Gentuza.
Pero aquí lo veis, al Pensador Loco, uno de esos villanos de Lee y Kirby que en realidad nunca tuvieron mucho fuste, pero que con sus pelajos y su androide -Andy- planea conquistar el mundo porque quiere demostrar que es más listo que Reed Richards y la Lunella esa todavía no había nacido… Eh, ¿quién está gritando ahi al fondo? ¿Pasa algo? Que sí carajo, que lo de que Moon Girl es más lista que Reed Richards lo ha dicho Marvel, es canon canon, que no os enteráis. ¿Cómo que Moon Girl no cuenta porque eso es una serie para críos que no leía nadie? Ah, ¿y qué carajo era entonces la Tostadora Valiente, una serie cuyo protagonista ni siquiera era propiedad de Marvel? ¡Si es que no os enteráis, hace falta ser idiota (o Bill Mantlo) para licenciar un juguete que no vendió en ningún lado y rodearlo de personajes de Marvel que venden bastante más para que luego se lo quede todo todito Hasbro! Pero que yo estaba hablando del Pensador Loco…
Pues resulta que el Pensador (que pensar piensa mucho, pero idiota es un rato) está picadito con esto de que haya tanto androide por el Universo Marvel, poco menos que vociferando que antes que todos los demás él estaba ahí y haciendo gatekeeping de ese dicen los niños modernos. Se olvida el pelocho de que antes que él estaba ya el Doctor Muerte, y mucho antes estaba un tal Phineas Horton. Pero que da igual, porque el Pensador va a la suya y ha decidido que la Tostadora Valiente tiene pinta así como de robot -que no imbécil, que es una tostadora- y que por eso se va a hacer con él y controlarlo. Ajá, vale, correcto me parece, no es nada seguro que un electrodoméstico vaya paseándose por ahí buscando el genocidio, aunque luego resulte que no sea un robot si no un ciborg. Que bien pensado, podría ser un Terminator, si no fuera porque los Terminator en realidad son robots recubiertos de piel sintética que parece humana, con lo que me da la sensación de que le pega más otra raza de ciborgs genocidas…
El plan del Pensador es sencillo, como la Tostadora salió de un pueblo llamado Clairton, va a ir a buscarlo a Clairton. ¿Qué pasa ahora? He dicho que el plan era sencillo, ¡no que fuera un plan genial! Que bueno, vale, para el Pensador este seguro que era un plan genial, porque tiene problemas de autoestima y la mayor parte del tiempo que se pasa pensando es para poder oir en su cabeza cosas como «¡Eres el puto amo Pensador, el puto amo!» «El pelo pelocho es sexy» o «¡Vamos Pensador sal a bailar, que tú lo haces fenomenal!», además de toda la bibliografía de Paulo Coelho, de la que es muy fan. Y nada, que de la misma saltamos al protagonista de esta historia, el electrodoméstico de pilotitos rojos que según el propio Mantlo está «siguiendo el loco plan del Pensador». A ver, que quede una cosa clara, es cierto que se llama el Pensador Loco, pero no por eso todo lo que piensa es loco. Vamos, digo yo.
No sabía yo que la Tostadora esta estaba tan salida, que entiendo que uno vaya caliente cuando se cae a la Tierra desde la estratosfera, pero eso de enamorarse de la primera moza que te cruzas (Brandy Clark) hasta el punto de plantearse «traicionar su amistad» revelándole sus sentimientos a ella a pesar de que tiene un novio que es amigo suyo y que para colmo «ha demostrado su valentía defendiendo a Brandy del mal una y otra vez» (aquí Mantlo stanleeneando) pues como que está un poco feo. Que sí, que se ha pasado 200 años sin mojar el churro y no creo que dentro de esa lata pueda ni masturbarse, pero claro, si no tienes hormonas ni nada parecido, ¿cómo puedes estar salido? En fin, yo que sé, el caso es que mientras tanto el Pensador Loco acaba de encontrarlo y decide despertar de su «sueño artificial» al pobre Andy (yo también dejo mi móvil en sueño artificial cada vez que le apago la pantalla, no te jode) para que se de de tortas con la Tostadora y así «pruebe su temple para ver si puede sustituirlo». El cabrón del Pensador no es nada sensible con sus creaciones, ya lo veis.
Tras un par de páginas en las que nos hablan sobre que al novio de Brandy lo han raptado los pobres Fantasmas del Espacio para intentar sobrevivir de forma desesperada al genocidio de las tostadoras, volvemos al tajo y el Awesome Andy este le empieza a dar de tortas a la Tostadora, que larga más que el mismísimo Estela Plateada (porque mal que le pese a algunos, la Tostadora siempre fue un plagio de Estela Plateada, tanto en lo bueno como en lo malo). Una cosa fascinante de Mantlo es que es un innovador nato, porque debe de ser el primero en prescindir de los bocadillos de pensamiento. Claro que poca innovación es cuando esa abolición fue un tiro en el pie en toda regla y cuando la forma de dejar de usarlos de Mantlo es usar el mismo texto de los bocadillos de pensamiento en bocadillos de texto, con lo que la Tostadora se pasa todo el santo día con viñetas como esta:
Después de crecer a pasos agigantados durante los 70 y consagrarse de sobra, Sal Buscema es un narrador consumado que sigue evolucionando, pero el guión de este cómic está repleto de escenas vacías de contenido con texto redundante y gongorino, muy lobdelliano. Vamos viendo pasar pagina tras página de pelea entre los dos personajes mientras el Pensador los observa y repite lo mismo una y otra vez. Afortunadamente y justo cuando la Tostadora recupera su capacidad para pensar en bocadillos de pensamiento, tenemos un interludio en el que una periodista llamada Ace O’Connor le presenta a su editor unas fotografías en las que sale Rom vaporizando a un multiforme alienígena, con la mala pata de que su editor sea uno de esos multiformes alienígenas y la capture. Y otra vez el diálogo maravilloso de Mantlo…
Mientras tanto, el Pensador ha decidido que la Tostadora es más fuerte que su androide y decide poner en marcha su infalible plan para que el primero se una a él, «apelando a su lógica de organismo artificial perfectamente construido». Se planta así el Pensador delante de la Tostadora y le dice con su aplastante lógica que, si es un androide venido de otra galaxia para demostrar su fuerza ante sus amos, ¿por que no unir su fuerza a la magnitud de su menta y rechazar su programación, uniéndose para conquistar tanto la Tierra como su mundo de origen? La Tostadora le da calabazas y el Pensador usa su reloj de pulsera de subyugación de circuitos para controlarlo, pero no funciona porque ¡oh sorpresa! ¡El Pensador ha errado sus cálculos y la tostadora es una «entidad independiente encerrada en una armadura indestructible»! Y nada, la cosa acaba con Andy hinchándosele los cojones -si la Tostadora puede estar salida Andy también puede tener cojones- y llevándose al Pensador con viento fresco mientras la Tostadora se queda mirando como se van y preguntándose que será de ellos durante tres o cuatro viñetas que en realidad sobran. ¿Es este cómic una muestra de lo buenísima que era Marvel antes de Frank Miller? Como diría Don Walter Simonson…
La semana que viene volveremos a hablar de tebeos con Roger Stern y John Romita JR en Spiderman enfrentándose a… ¿Alienígenas multiformes? ¿Otra vez? ¿Pero es que el universo me odia o qué puñetas pasa?