Howard Cruse fue un autor de cómics al que lamentablemente descubrí muy tarde, ya que aunque su nombre y el de sus obras mas famosas me sonaba de oídas, no fue hasta su muerte hace tres años cuando realmente descubrí quien había sido y lo realmente bueno que era en su trabajo. Un trabajo que abarco varias décadas, temáticas y estilos, y a las reseñas que dedique a sus obras mas famosas, Stuck Rubber Baby y Wendel, quiero añadir ahora lo que me ha parecido el recopilatorio que puso el foco en sus cómics de temática gay, From Headrack to Claude. Un tomo a través del cual podemos repasar tanto la evolución de Cruse como creador como los diferentes cambios sociales de los que fue testigo este a lo largo de su carrera.
Barefootz, que pasó de publicarse en un periódico universitario a hacerlo en varias revistas de tirada nacional, fue el cómic que puso los ojos del publico sobre Howard Cruse, una serie costumbrista sobre el día a día de un tipo normal y buena gente que entre su tono y su estética casi de cómic infantil era una especie de bicho raro dentro de la corriente del cómic underground en la que se movía Cruse. Pero es también el cómic donde por primera vez este se atrevió a introducir en su trabajo a un personaje gay como el mismo, Headrack, un secundario habitual de la serie al que Cruse saco del armario en una historia que ni el mismo se dio cuenta en su momento lo llena de rabia contenida que estaba. Algo por lo que escogió a este personaje para simbolizar el comienzo de esta etapa que se recopila aquí.
Con el paso de los años estos temas fueron cobrando mas peso en su obra, y para cuando en 1979 Denis Kitchen le pidió que fuese el editor de la revista Gay Comix, Cruse decidió seguir los pasos de su personaje y salir del armario públicamente para comenzar una nueva etapa de su carrera en la que la nueva libertad que sentía este aumentó su creatividad. Historias en la que la realidad del momento se convirtió en el foco de su obra, la vida nocturna de la Nueva York de los ochenta antes de la epidemia del Sida, los traumas provocados por la represión del armario o incluso momentos tremendamente personales de su propia vida.
Unas historias que como señalaba antes no son solamente un repaso a su carrera, sino toda una crónica de su época en la que inevitablemente y dado el publico al que se dirigían sus cómics hablar del Sida, de los diferentes movimientos por los derechos sociales o del odio que desprendía parte de la sociedad se convirtieron en temas inevitables. Unas historias que leídas hoy en día, décadas después de su publicación, resultan en demasiados aspectos aterradoramente actuales porque tristemente hay elementos de la sociedad que no han evolucionado y en muchos casos simplemente han cambiado ligeramente de objetivo. Fanáticos religiosos tratando de imponer su particular visión de sus creencias sobre toda la sociedad, tratar de “proteger” a la infancia imponiendo el silencio sobre esos aspectos de la realidad que odian… Historias que se podrían publicar hoy en día y serian igualmente validas.
Aunque pese a todo ello Howard Cruse siguió utilizando el humor como arma, y aunque muchas de las historias recopiladas aquí tienen algún tinte dramático el humor siempre esta presente aunque a veces tenga que ser algo negro. A veces esa labor de cronista de la realidad le permitía irse a los aspectos mas ridículos de la sociedad como una noticia que circulo en su día sobre un zoológico dedicado a animales gays o cuando ridiculizaba las muy equivocadas concepciones de algunos en temas tan dramáticos como la presunta protección ante el sida poseída por los heterosexuales.
Pero por encima de todo este recopilatorio es un testimonio hacia todo el talento, la versatilidad y la evolución artística de Howard Cruse, desde aquellas primeras historias de trazo simple e infantilizado, la influencia del cómic underground que acabo derivando en un estilo mas estilizado y caricaturesco a la multitud de experimentos visuales que llevo a cabo forzando los limites del medio.
Por todo ello se echa mucho de menos a gente como Howard Cruse en el mundo del cómic y aun lamento profundamente no haberle descubierto hasta después de su muerte. En parte por eso me gusta animar por aquí a nuestros lectores a ir probando cosas nuevas, a salirse de esa mal llamada zona de confort, porque ahí fuera hay infinidad de grandes cómics esperando ser descubiertos que vale mucho la pena leer.