Mark Millar es uno de esos escritores de los que nunca se que esperar, puede pasarse años dándole vueltas a las mismas ideas, perpetrando una fantasía hiperviolenta detrás de otra y luego encadenar varias series repletas de optimismo que reflejan lo mejor del espíritu cómic de superhéroes y sus predecesores. Por eso cada vez que saca una serie nueva (y no para de hacerlo) siempre tengo ese momento de duda de si estaré ante el Millar que me gusta o el que me aburre y si valdrá la pena darle una oportunidad en cada una de esas ocasiones. Pero en el caso que hoy nos ocupa la decisión ha sido fácil, ya que aunque como siempre Millar sabe buscar a los mejores colaboradores, que en esta ocasión trabaje de nuevo codo con codo con alguien como Frank Quitely ha hecho que me lanzase a leer este The Ambassadors de cabeza y debo reconocer que como poco me ha picado la curiosidad.
Las grandes superpotencias se pasaron décadas tratando de crear superhumanos, seres con habilidades increíbles que les permitiesen ganar la Guerra Fría, pero tras un fracaso tras otro esos proyectos fueron abandonados. Pero ahora en el presente aquel viejo sueño se ha hecho realidad y no solo ninguna de esas potencias tienen nada que ver con ello, sino que la persona responsable de este descubrimiento quiere compartir su descubrimiento con el mundo de forma altruista con seis personas que representen lo mejor de la humanidad para que estos sean los embajadores superpoderosos de sus respectivos países. Y eso es algo que no le va a hacer gracia a mucha gente…
Como decía al comienzo Mark Millar es uno de esos guionistas de los que nunca se que esperar y que por ello a veces me cuesta esperar con ilusión sus nuevos proyectos. Porque no se trata exactamente de que sea un guionista irregular en el sentido estricto de que la calidad de su trabajo varia (que también) sino que posee una versatilidad quizás mal entendida que le hace alternar entre proyectos que son todo un placer que rezuman optimismo y sentido de la aventura con series en las que parece limitarse a dejarse llevar por la hiperviolencia de tal forma que a veces acaba resultando desagradable, cuando no va con el piloto automático copiándose a si mismo. Pero como en los últimos años ha conseguido que me lo pasase tan bien con series como Huck, Starlight, Chrononauts, Prodigy y seguro que alguna otra que me olvido, siempre acabo dándole una oportunidad por si acaso (aunque con el segundo volumen de Nemesis ni me he atrevido por mucho que lo dibuje Jorge Jiménez).
Y de momento con este primer numero de The Ambassadors sigo con la mosca detrás de la oreja. El punto de partida de esta nueva serie, pese a que a veces me recuerda un tanto a su Authority aquí y allá, casi parece inclinarse mas del lado de sus trabajos mas optimistas, con la idea de que solo las personas mas dignas del planeta recibirán superpoderes. Pero siendo Millar como es y viendo en el cómic algunas de las reacciones ante ese anuncio, no me atreveré a ilusionarme hasta que me haya leído unos cuantos números mas y me asegure que esto no va a acabar convirtiéndose en otro festival de violencia genérico.
Pero debo reconocer que si The Ambassadors acaba derivando en eso, al menos tendremos un festival de violencia increíblemente dibujado. Y es que este cómic supone el regreso de Frank Quitely a dibujar un cómic completo después de seis años sin hacerlo, así que eso solo ya es de por si además de todo un motivo de celebración también un buen motivo para darle una oportunidad a esta serie. Y pese a que este primer numero es bastante relajado y escaso de acción para lo que uno espera al tener juntos a Millar y Quitely, el escoces se luce como quiere y nos recuerda por que se le echaba de menos.
Su habilidad a la hora de crear atmósferas y la expresividad de la que dota a sus personajes (que se que a algunos les parecerán feos, a mi me pasaba pero uno acaba apreciando su estilo) consigue que nos sumerjamos en la historia hasta el fondo y que el ritmo de la misma no decaiga pese a tratarse de un primer numero que consiste principalmente en gente hablando. Aunque eso no quita para que en algún momento que otro nos sorprenda con alguna imagen de esas de quitarse el sombrero y que nos hacen esperar con ganas lo que vendrá a continuación.
Por si alguien tiene curiosidad por este cómic y quiere probar a ver que tal es, Mark Millar ha compartido en un hilo de twitter descargas gratis y legales de este primer numero en multitud de idiomas, incluido el español de España y el de México, para promocionar la serie, así que no hay excusa para comprobar si estas primeras impresiones mías son una simple paranoia y sobre todo para admirar lo bueno que sigue siendo Frank Quitely.