Hoy toca viajar no solo a una de mis épocas favoritas, los años 80, sino también a uno de mis cómics favoritos de aquellos años, Batman y los Outsiders. Aquella serie me tenia enganchadísimo, no solo por la presencia de Batman que era un personaje que me encantaba (y mas cuando le dibujaba Aparo) sino porque el resto de personajes y las historias que protagonizaban no se parecían demasiado a lo que me encontraba en otras series. Historias que como esta que hoy nos ocupa, no llegue a comprender en su momento lo importante de lo que contaban, y por eso quiero recuperarla hoy aquí inaugurando esta casi sección para dejar claro que los cómics de superhéroes de antes por supuesto que eran políticos.
La historia comienza de una forma bastante drástica, con Halo irrumpiendo en la mansión Wayne (en aquel momento los Outsiders no conocían la doble identidad de Batman y creían que Bruce Wayne simplemente les financiaba) para pedirle a Bruce que la ayude a contactar con Batman ya que teme que Geo-Force vaya a asesinar a alguien. ¿Pero que ha podido provocar que el héroe Markoviano haya perdido de esa manera los estribos?
Debemos retroceder unas horas para averiguarlo, cuando Halo y Geo-Force deciden poner fin a su relación sentimental ya que ambos se han dado cuenta de que no se quieren de esa manera y es mejor ser simplemente amigos. Pero en ese momento Geo-Force recibe una llamada de Denise, una amiga de la Universidad que ha tratado de suicidarse, así que sin dudarlo un instante Geo-Force vuela hasta su casa para salvarla.
Pero antes de dejar a Denise en manos de los paramédicos de la ambulancia esta ha sido capaz de contarle algo a Geo-Force, algo que ha llevado al limite al temperamental héroe, hasta el punto de asegurar que va a matar al hombre al que considera responsable del intento de suicidio de su amiga y parte rumbo desconocido dejando atrás a una Halo preocupada y perpleja.
Volviendo al presente Bruce Wayne (disimulando muy poco su familiaridad con el equipo de Batman) baja hasta la Batcueva y activa una señal para pedir la ayuda de alguien que sea capaz de plantarle cara a alguien tan poderoso como Geo-Force, a cierto famoso periodista de Metrópolis que inmediatamente se pone a utilizar sus supersentidos para intentar localizar a Geo-Force.
Y a este lo encontramos irrumpiendo de forma violenta en la cabaña en la que un hombre, el objeto de su ira, esta pasando una agradable velada con su pareja. Un hombre que como no tardamos en descubrir es una alimaña, ya que se trata de uno de los profesores de Denise y la había chantajeado, amenazándola con quitarle su beca, si no se acostaba con el, una situación extrema que la llevo al intento del suicidio. Y de pronto muchos de los villanos con los que se habían enfrentado los Outsiders hasta el momento no parecen tan despreciables en comparación.
Esa basura con patas trata de enfrentarse a Geo-Force con el resultado esperado (es mucho mas fácil ser duro ante estudiantes indefensas) y cuando este se dispone a aplastar la cabeza del profesor con sus propias manos (Geo-Force no estaba para sutilezas) es interrumpido por la oportuna llegada de Superman.
Este obviamente no va a permitir que Geo-Force cometa un asesinato por mucho que ese tipo sea escoria, así que durante las siguientes paginas ambos héroes se enfrentan y Geo-Force deja claro que tiene potencial para ser realmente poderoso, llegando a poner en apuros a Superman mientras ambos exponen sus posturas. La de Geo-Force es clara, ese tipo ha llevado a una de sus estudiantes al suicidio y merece morir por ello. Mientras que la de Superman es la lógica en el, matar esta mal y hay que dejar que sea la ley quien se ocupe de los criminales e intentar reformarles si es posible (algo que deberían grabarse todos los que alguna vez escriban al personaje)
Pero al final Superman es Superman y aunque no consigue convencer a Geo-Force si que consigue que su poder y su experiencia se impongan y una vez que Geo-Force esta inconsciente Superman se dispone a aclarar las cosas. El profesor no solo niega todas las acusaciones, sino que amenaza con denunciar a Geo-Force por intento de asesinato, y cuando parece que se ha salido con la suya una voz surge de su espalda diciéndole con otras palabras que esta acabado.
Obviamente se trata de Batman, que mientras los demás están debatiendo a golpes se ha imaginado que una escoria como Raeburn no iba a conformarse con una sola victima, así que se ha dedicado a entrevistar al resto de alumnas de ese tipejo y tiene en su poder siete declaraciones juradas de otras tantas alumnas de las que también intento abusar y que están dispuestas a declarar contra el en un juzgado, dejando claro que la carrera de abusos de este criminal ha llegado a su fin.
Como decía al comienzo, cuando leí esto de niño no alcance a comprender todas las implicaciones de lo que aquí se contaba o lo poco común que era que se contase algo así en un cómic de superhéroes. Temas como el intento de suicidio o los abusos sexuales no eran algo que uno se encontrase a menudo en el genero, y menos presentado de una forma tan directa y nada disimulada. Aquí Barr y Aparo huyeron de todo tipo de sutileza dejando claro en todo momento lo que estaban contando, no hay lugar para ambigüedades en torno a las intenciones de Denise, ella reconoce que se quería morir y que eso es consecuencia directa de los abusos de poder de su profesor, enviando un mensaje clarísimo a los lectores de lo mal que estaba todo eso.
Y aunque la historia tiene un final demasiado idílico, que la justicia se hará cargo de esa basura, tristemente sabemos que en el mundo real muchas veces eso no ocurre, que lo habitual es que las victimas callen mientras los criminales siguen abusando de su poder y que cuando las consecuencias de sus crímenes caen sobre ellos (como le acabó sucediendo a la escoria de harvey weinstein) estos se han pasado años gozando de la impunidad de sus crímenes, una de la que en este mismo cómic ese profesor se habría beneficiado de no haber tenido Denise la suerte de ser amiga de Geo-Force y de que Batman se implicase en el caso. Y por eso el mensaje que nos dejó este cómic en su día fue importantísimo y muy necesario.
De Mike W. Barr se podrán decir muchas cosas (Diógenes por ejemplo no soporta su Camelot 3000) pero no que no fuese un escritor comprometido (y también editor en aquel momento) que se atreviese a introducir temas bastante comprometidos como este en sus historias y con un mensaje clasicismo de repulsa. Algo que el y Jim Aparo hicieron en una época en la que actitudes criminales como las mostradas aquí solían silenciarse mientras se miraba hacia otro lado, décadas antes del nacimiento de movimientos como el “Me Too” y dentro de una publicación enfocada a un publico infantil/juvenil, porque nunca es pronto para aprender a diferenciar lo que esta bien y lo que esta mal. Por eso desde aquí he querido reivindicar no solo esta historia sino reivindicar también todo este volumen de un cómic en el que sus creadores se atrevieron a ir un poco mas allá y recordarnos que en el pasado por supuesto que había política en el cómic de superhéroes.