Hace casi una década algunos de los autores mas importantes del Jueves de la época abandonaron la revista en protesta por la censura por parte de la editorial de una portada que satirizaba a cierto personajillo siniestro de nuestro país (pista, su apellido rima con ladrón). Lejos de quedarse de brazos cruzados aquellos autores decidieron fundar una revista digital, Orgullo y Satisfacción, en la que poder contar lo que quisiesen sin miedo a presiones de arriba para no tocar ciertos temas. Y aunque el comienzo de la revista fue bastante prometedor esta acabo cerrando tres años mas tarde por falta de compradores. Y aunque es una pena que aquel proyecto no acabase de cuajar nos hizo pasar unos cuantos buenos ratos y nos dejo algunas series que vale la pena revisitar como esta que hoy nos ocupa, el Show de Albert Monteys, donde ese autor al que tanto cariño le tenemos por aquí compartió con sus lectores un vistazo a su vida intima a medio camino entre la realidad y la ficción.
Dentro del mundo del cómic existe una larga tradición de cómic costumbrista y autobiográfico, con numerosas autores, autenticas leyendas algunos, contando de forma ficcionalizada su vida profesional o personal, habitualmente una mezcla de ambas. En este terreno nos encontramos desde dramas como El Soñador de Will Eisner, el American Splendor de Harvey Pekar o incluso el A Sailor’s Story de Sam Glanzman, a series que oscilan entre el humor y el drama como buena parte de la obra mas importante de Carlos Giménez (Paracuellos, Barrio, Los Profesionales), las Memorias de un Hombre en Pijama de Paco Roca, el humor caricaturesco de David Ramírez (Tal Cual, Conviviendo 19 días, Si Soy) o este que hoy nos ocupa, el Show de Albert Monteys (Si, el recopilatorio de esto se publico en 2018 por parte de Astiberri y hemos tenido tiempo de sobra para reseñarlo, pero eh, mas vale tarde que nunca) Una serie en la que Monteys opto por el cachondeo puro y duro, caricaturizando su vida privada de tal forma que uno casi tiene miedo de intentar discernir que es realidad y que es ficción en esta obra.
Lo que uno si que tiene claro con este cómic es que su lectura resulta tremendamente divertida. Esto tampoco es ninguna sorpresa ya que si bien en aquella época Monteys no nos había sorprendido y deslumbrado con obras como ¡Universo! , Matadero 5 o Solid State (de este necesito escribir una reseña), demostrando que era un autor muchísimo mas versátil de lo que parecía, si que teníamos claro que el mundo del humor era algo que dominaba como quería y que se le daba tremendamente bien, y eso era algo que quedaba patente en cada pagina de este divertido cómic.
Un cómic en el que además destaca por encima de todo una cualidad muy sana del humor de Albert Monteys, que sabe reírse de si mismo, siendo el mismo, o mas bien el Monteys Monigote como el mismo lo llama, el principal blanco de un humor que a veces puede ser algo cruel. Así es como el Monteys Monigote se mueve como puede a través de este costumbrismo paródico, enfrentándose a las vicisitudes de la vida diaria con mayor o menor fortuna y con una torpeza digna de estudio y casi de compasión. Todo envuelto en un dibujo y coloreado minimalista, propio de una tira de prensa.
El terror a enfrentarse a la pagina en blanco, las dudas sobre el talento propio, los complejos por el físico y la edad, enfrentarse a las situaciones incomodas de todos los días y su vida familiar en la que a veces su esposa e hijos no tienen del todo claro a que se dedica realmente este o el satirizar el proceso creativo. Todo tipo de situaciones de la vida diaria le sirven a Monteys para hacer humor y provocar la carcajada en el lector, aunque esta en ocasiones sea un tanto amarga porque Monteys a menudo pone el dedo en la llaga en situaciones con las que resulta demasiado fácil sentirse identificado.
Tras esta etapa de su carrera profesional Albert Monteys se lanzó de lleno a por otra de sus pasiones, la ciencia ficción, un tema que ya había tocado en el pasado con Calavera Lunar o Carlitos Fax pero que con obras como ¡Universo! o Matadero 5 deslumbró incluso a los que llevábamos años siguiendo su carrera con atención, demostrando que pese a lo mucho que le gusta meterse consigo mismo es un autor todoterreno cuya obra vale muchísimo la pena seguir. Una obra que en este caso se puede adquirir tanto en papel como en digital en la web de Astiberri, así que no hay excusa para pasar un buen rato con este autor que no decepciona.