Y casi sin darme cuenta había llegado al domingo, el ultimo día del Salón del Cómic y la ultima oportunidad de acercarme a Howard Chaykin, tratar de charlar un rato con el y quizás incluso llevarme algún recuerdo. Porque una vez que se marchase de allí a saber si algún día volvería a tenerle tan cerca, perdiendo quizás la única oportunidad en mi vida de interactuar con uno de mis autores favoritos de cómics. Así que tenia que superar ese cierto miedo que aun tenia de acercarme, el complejo sobre que mi nivel de ingles no fuese lo suficientemente bueno como para charlar con el y que me bloquease y encontrar la forma de llevarme un buen recuerdo de todo esto. ¿Seria capaz de superar tantos obstáculos? He sacado todo un post sobre el tema, así que algo debió salir de ahí…
Lo primero que necesitaba era una excusa para acercarme, no podía plantarme ante su mesa o subirme al escenario e interrumpirle sin mas, ni tampoco abordarle cuando se fuese a marchar, necesitaba un motivo legitimo para hablar con el, así que no me quedo mas remedio que recurrir a una solución extrema, los fondos de emergencia de Brainstomping. Ese es el dinero que Diógenes me da cuando salgo de casa por si me detienen (que no es algo que haya sucedido jamás…) para que pague la fianza con eso y no tener que salir el de casa, algo que el me había hecho prometer que nunca utilizaría mas que en las circunstancias mas extremas, pero yo diría que esto era uno de esos casos. Y es que si iba a llevarme un recuerdo de mi encuentro con Howard Chaykin no me iba a conformar con un simple intercambio de palabras, una foto o un cómic firmado, necesitaba un trocito de su trabajo y marcharme de allí con un dibujo suyo.
Así que volví a pedir numero para su sesión de firmas, y siendo ya el ultimo día y conociendo todos los asistentes que Chaykin cobraba por todo, no tuve demasiada competencia y de nuevo me toco ser el primero de todos. Aunque también es verdad que desde el primer día no había grandes colas esperando por el, ya que tristemente pese a ser uno de los grandes no atrae a las masas. Pero ya solo restaba la tensa espera hasta el comienzo de la ultima sesión de firmas. Un momento que tardó poco mas de media hora en llegar, Chaykin estaba subiendo al escenario y colocando sus cosas sobre la mesa, los voluntarios del Salón estaban a punto de empezar a llamar a la gente para que subiese, y delante de mi tenia a aquel que con su Sombra me hizo descubrir que el cómic podía llegar a extremos que entonces desconocía, que me volvió loco con su Blackhawk, que a lo largo de muchos años con cómics como Twilight, Ironwolf, American Flagg! u obras mas recientes como The Divided States Of Hysteria, Satellite Sam o Hey Kids! Comics! me había convertido en un rendido admirador de su obra.
Y en ese momento me toco subir al escenario y todos esos temores se disiparon en un instante en cuanto pude estrechar la mano de Howard Chaykin, el me saludo de forma efusiva y cuando le dije que era un honor conocerle el se rio y me dijo que si eso era así debería salir mas de casa. Entonces dejó de ser esa figura titánica e intimidante y paso a ser simplemente un tipo de lo mas amable, que pese a tener esa imagen de tipo cínico que pasa de todo y que ya no le importa nada, se le nota que le encanta tratar con sus admiradores. Y tras chapurrear un poco ambos en el idioma del otro (el con muy poco acento para ser estadounidense) y decirme que mi ingles era mejor que su español, le pedí que me dibujase a la Sombra, que ese personaje pertenecía a mi “Edad de Oro”, algo que le saco una sonrisilla ya que el suele decir a menudo en entrevistas que la autentica Edad de Oro del cómic es cuando uno tiene doce años.
Que a cuento de la Sombra le comente que su cómic había sido mi primera toma de contacto con el personaje, que en aquella época aun no me había leído las novelas originales, a lo que el me respondió que no lo hiciera, que eran muy malas (y por supuesto su cómic es mucho mejor, que Chaykin resulto ser un tipo cercano y amable, pero no modesto) Seguimos charlando y recordando algo que había comentado la noche anterior en su charla acerca de lo poco que le gustaba su trabajo de los 70 y primeros 80, le pregunte que cual había sido su primer cómic del que realmente había estado orgulloso, y su respuesta tendría que habérmela esperado, American Flagg!. Me dijo que con ese cómic fue cuando sintió de verdad que sabia lo que estaba haciendo, que había conseguido plasmar sobre el papel de forma fidedigna las ideas que bullían en su cabeza, tanto en el guion como en el dibujo.
Pero aunque ese fue el primer cómic con el que sintió que ya tenia los conocimientos para ser la clase de autor que quería ser, a continuación añadió que las novelas gráficas de Time² (The Epiphany en 1986 y The Satisfaction of Black Mariah en 1987) siguen siendo el trabajo del que se siente mas orgulloso, y cualquiera que las haya leído podrá corroborar que son los cómics. mas quinta esencialmente Chaykin que existen. Unas novelas gráficas que le comente que aquí no habían llegado a publicarse y que no había leído hasta hace relativamente poco cuando las compre tras recomendarlas muy efusivamente Matt Fraction cuando estaba promocionando el Satellite Sam que había hecho con Chaykin. Algo que no sorprendió a este ya que me dijo que a nivel comercial funcionaron muy mal en su día, que fueron un fracaso. Y de nuevo conseguí alegrarle un poco la mañana cuando le deje caer que quizás eran cómics. demasiado adelantados a su época y volvió a sonreír intentando que no se le notase mucho.
Y mientras Chaykin seguía dibujándome su versión de la Sombra la conversación fue derivando por otro derroteros un tanto mas actuales, y es que como quedo patente muy a menudo, Chaykin puede estar muy orgulloso de algunos trabajos de su pasado, pero lo que le interesa es que su publico siga leyendo su obra. Así fue como me pregunto que si me había leído su Hey Kids! Comics! (leído y reseñado por aquí) una serie de la que ya han salido dos volúmenes y me contó que esta preparando el tercero, que ya tiene escritos los guiones de los seis números y dibujado el primero, y entonces de pronto me dijo que esperase un momento, se saco el móvil del bolsillo y tras buscar un rato me enseño algunas paginas de ese primer numero que ya tenia coloreadas. Un tercer volumen que según me dijo en esta ocasión estará enfocado en el fandom, que conociendo la obra de Chaykin esta claro que no va a ser un retrato del todo amable. Algo que me dio pie a decirle que algo que me gustaba de este cómic era que tenia mucha “Mala Leche” una expresión que le desconcertó ya que el comprendía el significado de esas palabras pero no conocía la poco traducible expresión, pero con la ayuda de Jorge Fornes, que estaba sentado al lado (y que aun me arrepiento muchísimo de haberme olvidado de llevarle algo para que me dedicase) conseguimos que la entendiese y le hiciese mucha gracia (y espero que la utilice en alguno de sus próximos cómics.)
Y aunque yo por mi me hubiese quedado un rato mas charlando con el sobre su obra pasada, presente y futura y escuchándole contar anécdotas de todo tipo, había llegado el momento de la despedida. Chaykin ya había terminado mi dibujo de la Sombra, le di sus cincuenta euros e incluso acabe pidiéndole sacarme una foto con el, que a juzgar por su cara no es algo que le apasione pero ni se negó ni me cobro por ello.
La experiencia difícilmente podría haber sido mejor, ya que siempre es un alivio encontrarse conque una de esas personas cuyo trabajo admiras son además gente de lo mas cercana y amable encantados de hablar de su trabajo (siempre que no le digas que tu parte favorita de su carrera es la de hace treinta o cuarenta años) Así que ahora al enorme cariño y admiración que siento por la obra de don Howard Victor Chaykin se le ha unido también un gran aprecio personal hacia un autor que bajo esa imagen de cascarrabias que muy a menudo le gusta cultivar se esconde (y poco) un tipo de lo mas amable y agradable con el que es todo un placer conversar. Y por cosas como esta es por lo que sigue valiendo la pena ir a estos eventos, al menos a los pequeños, porque uno siempre acaba llevándose algún buen recuerdo que otro.