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Black Adam: Christopher Priest y Rafa Sandoval reconstruyen al tirano de Kahndaq

Gente, creo que hay que darle una oportunidad a la juventud, así que nada como leerse el Black Adam de Christopher Priest, una serie limitada de 12 números que ya va por el sexto, con lo que ya nos podemos hacer una idea aproximada de que tenemos entre manos. Y lo que tenemos entre manos es muy… Milagrosa.

Si vas a empezar una serie empiézala bien, pegándote con Darkseid.

Me explicaré, hace unos cuatro años -como pasa el tiempo- Tom King y Mitch Gerards realizaron la serie de Mister Miracle, que se vendió como una reinvención del personaje creado por Jack Kirby pero que, entre otras cosas, destacó por ser una exploración psicológica de los terrores de la mediana edad. Gerards, para expresar ese hundimiento en una rutina que se antojaba prisión, utilizó el clásico esquema de nueve viñetas que se complementaba constantemente con el sencillo mensaje «Darkseid es» escrito en tipografía de máquina de escribir clásica con letras blancas sobre fondo negro. No es casual entonces que Black Adam empiece con una pelea entre Black Adam y Darkseid y que se use el mismo recurso tipográfico. Rafa Sandoval no recurre al mismo recurso de distribución de viñetas -menos mal que Priest no es tan psicópata como King- pero la intención es clara, sobre todo cuando buena parte del conflicto principal de Black Adam está en su interior. Pero prefiero no recurrir a soltar spoilers como un descosido y que leáis el cómic como es debido, porque seguramente sea uno de los cómics de Priest que más me ha gustado desde su Pantera Negra.

Es como si desde la editorial les hubieran dicho «que recuerde a Mister Miracle». Y ni falta que le hacía.

Y es que hay que decirlo, Christopher Priest ha estado sembrado durante sus últimos años en DC en series como Deathstroke, pero este Black Adam se me hace hasta más interesante todavía. Que no me extrañaría que le hayan dado la cabecera solo porque es «el de Pantera Negra» y Black Adam no deja de ser otro monarca de un estado imaginario, pero en el caso de Teth Adam tenemos a un genocida confeso tratando de reorientar su inmortalidad a algo más constructivo, pero que aun así considera que su estado «no está preparado para la democracia» y que por eso debe gobernar él para evitar otro baño de sangre (otro que no se lo monte él, vaya). Sin embargo y para cuando empieza la historia, Adam empieza a notar los límites de su propia mortalidad, lo cual provoca que empiece a preguntarse por su legado y hasta a pegarse con Batman mientras que como buena conciencia culpable trata de enmendar todo encargándole el muerto de limpiar su nombre a otra persona. Lo cual está feo pero ya sabes, cuando eres un cabrón es la salida más fácil, donar toda tu fortuna y que alguien haga algo decente con ella y le pongan tu nombre a un parque o a un hospital. Y con eso vas al cielo fijo, si señor.

Siempre consideré un poco raro eso de que Black Adam le cediera sus poderes a quien le viniera en gana, pero supongo que esa es la ventaja que tiene el estar maldito por el mago de la roca de la eternidad (que en su caso no era Shazam, era otro).

Personalmente no me acababa de gustar el retrato que se había estado haciendo de Black Adam en la Liga de la Justicia y más recientemente en Dark Crisis, con lo que le doy la bienvenida a esta revisión que insiste constantemente que es «anterior» a los eventos de Dark Crisis y con ello tal vez nos llegue a explicar el cambio de actitud en el evento de este año y cómo algunos miembros de la JLA han podido llegar a aceptar a semejante elemento en el grupo por mucho que Superman lo apadrinara. A día de hoy Black Adam sigue siendo un reyezuelo autoritario con unos conceptos muy retorcidos del honor y la ética en general, con lo que siempre vi raro que gente como Batman o el Detective Marciano lo aceptaran sin muchas pegas, pero en esta miniserie nos dan alguna que otra explicación, y como siempre digo éso es lo que hace universo y tristemente es un trabajo de «fontanería» que muy pocos guionistas de hoy en día quieren desempeñar, sobre todo en una miniserie que sale a la vez que una película del personaje con todo lo que eso conlleva; explotación de la marca, reformulación de los orígenes del personaje para que cuadren con los de la película, ponernos de los nervios a todos… Pero no, aquí Priest afortunadamente mantiene la cabreza fría y no nos hacen un Life of Captain Marvel. Y menos mal.

Por culpa de Zack Snyder ahora soy incapaz de ver esa armadura sin gritar mentalmente «¡MARTHA!»

Por supuesto, hay más paralelismos con la serie de King y Gerards -que no voy a contar ahora- pero creo que en todo momento son más que correctos, además de una extraña conexión con todo aquello del Metal de Scott Snyder que, aunque en su día lo aborrecí, aquí lo veo como algo la mar de interesante, porque liga perfectamente el pasado del personaje con una característica de la sacada de chorra infame aquella de «hay un universo al otro lado del mapa del universo». En Black Adam vemos a Teth Adam enfrentarse a un enemigo misterioso enraizado en su propia condición milenaria y tanto en cómics de hace décadas de All American como el de la Fawcett -porque os recuerdo que Black Adam solo salió en un cómic de la Fawcett- con lo que creo que haréis bien echándole un vistazo, sobre todo ahora que parece que por fin ya tenemos de vuelta a la JSA -ay dios ese primer número- y DC vuelve a estar más cuerda en general que Marvel. Que menos mal, tras el no despido de DiDio siguen teniendo sobredosis de series de Batman pero ya empiezan a publicar cosas más que decentes.

Con todos ustedes, los dioses acadios. Que visto un panteón vistos todos, porque al final todos son iguales.
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