He decidido ser magnánimo y darle a alguno de vosotros (alguno muy quejica) un descanso de tanto videojuego. Que de verdad, yo antes podía hablar de videojuegos y nadie protestaba, claro que tampoco me comentaban… En fin, que vamos a hablar de algo más espiritual, algo más metafísico, de algo hasta conductual, de… De los malos. De cómo se construye un villano, pero no un villano de esos cutres de soy malo porque sí, no, de un villano de los buenos, de los complicados, de lo que te los crees.
Recientemente se ha estrenado una película -me da igual si sabéis cual es, no quiero spoilear a nadie- en la que el malo no es tan malo. Pero en el cine se oía a la gente cuchichear diciendo «pero qué malo es», «les está engañando», «ahora se hace el bueno, pero luego…» y cosas así. Y, vista la película según la vi yo, sí, era el antagonista. Y hacía cosas despreciables, era el malo de la película. Pero no era «el malo», simplemente era malo. A ver si me explico, tenía sus razones para hacer maldades y estaba convencido de que era su única opción, pero si hubiera tenido un amigo o algo parecido, lo mismo le habría podido decir que no fuera un imbécil y que tenía más opciones, que para eso están los amigos. Y claro, por estas cosas me encanta el personaje de Victor Von Doom, el Doctor Muerte. Sin pisarme mis propios posts de Stan Lee, vamos a decir que en ocasiones Jack Kirby solía ir por un lado y Lee por otra. Y en ese punto medio -a veces más de un lado que del otro- se acababan encontrando los personajes tal y como los conocemos o tal y como los interpretaron sus sucesores.
El caso que nos ocupa, el del monarca de Latveria, es un tipo que según unos autores es capaz de cualquier cosa con tal de «vengarse» del maldito Reed Richards y según otros es un tipo con su propio código ético al que se ciñe a rajatabla, pero que aun así es capaz de reprogramar el cerebro de su hijo adoptivo con tal de asegurarse que algo parecido a él se mantiene eternamente en el trono de Latveria. Y a alguno le puede parecer que ambos actos, abominables los dos, son completamente iguales; el mal es el mal y sí, las dos cosas son horrendas, pero el uno es un acto perverso que se comete por venganza y el otro a priori… Es «un sacrificio por hacer lo correcto». La diferencia, pues, no está en el acto en sí, si no en la motivación. Pero vamos a repasarlos y no saquemos conclusiones demasiado apresuradas…
La historia de Kristoff empieza en una de esas veces en las que al Doctor Muerte le echan a patadas de Latveria y tiene que volver a reconquistarla, Victor se encuentra con una madre y su hijo que le dicen lo requetemalísimo que es el usurpador Zorba y lo mucho que le han echado de menos, cosa que a él le encanta porque otra cosa no, pero se quiere muchísimo a si mismo y cuando parece que le va a pedir el número de teléfono, uno de los guardias robots de Zorba se la carga en sus morros, cosa que Muerte se toma muy a mal y decide compensar a la pobre mujer adoptando a su hijo, Kristoff. Kristoff es presentado durante los números posteriores como la parte humana de Victor, como un caso de «sí, el Doctor Muerte quiere conquistar el mundo, pero mira como quiere a su hijo adoptivo», a pesar de que de vez en cuando pues oye, igual lo zarandea un poco con tal de dejarle claro a Chris Claremont que su supervillano mola más que los suyos. Pero se supone que hay cariño oye (por lo menos en la única escena en la que se los ve juntos como padre e hijo) pero la cosa no dura y el Doctor Muerte es asesinado de forma canalla, cobarde y cruel por los malditos 4 Fantásticos (o más bien muere porque trató de engañar a un heraldo de Galactus y le salió el tiro por la culata).
Así que en el 278 de Fantastic Four los muertebots activan un programa de contingencia basado en coger al churumbel y volcarle dentro todos los recuerdos del buen Doctor, convirtiéndolo en una copia de su señor en el cuerpo de un niño de diez años. De todo este plan que muestra Byrne siempre me he preguntado como es posible que alguien tan pagado de si mismo como Muerte pueda considerar que una copia de seguridad en el cerebro de Kristoff pueda considerarse un «sustituto óptimo». No puedes ir por la vida presumiendo de cráneo «previlegiado» y luego pensar que el niño de 10 años te puede sustituir. Creo también que la idea de Muerte era la de educar a su hijo de una forma normal y convertirlo en su heredero, pero en realidad nunca pensó en dejarle el trono porque iba a vivir para siempre. Desengañémonos, estamos hablando de un tipo que cree que él es la única salvación posible para la humanidad, tiene que vivir para siempre para poder asegurar la prosperidad de toda la especie humana. Y un crío no es una solución, antes dejaría un muertebot al mando -no deja de ser una creación suya- que hacer algo así.
Y en el otro lado de la balanza tenemos el Fantastic Four 496, en el que Mark Waid y Mike Wieringo nos cuentan que el Doctor Muerte, con el único objetivo de vengarse del maldito Reed Richards por haber saboteado un experimento suyo por pura envidia y los cientos de humillaciones posteriores a los que lo sometió con tal de no dejarle que llevara a cabo su tan justa venganza, decide hacer un pacto con unos demonios de los que no se ha vuelto a oir a hablar a costa de sacrificar al amor de su vida, Valeria -a la que hacia años y años que no veía porque ella misma trataba de ocultarse de él- desollarla y hacerse una armadura mágica con su piel. Algo muy Hannibal Lecter, sí, pero que desde salió Hellblazer la magia tiene que ser muy escatológica, porque debe de ser lo moderno y cualquier día veremos a Harry Potter sacrificar el bazo para ganar a Voldemort porque la magia tiene un precio. O igual lo ha hecho ya, que yo Harry Potter me lo leí hace más de diez años y apenas me acuerdo.
La cuestión es que, lo que intenta Mark Waid en Unthinkable es precisamente éso, hacer algo impensable con el personaje, provocar que Muerte cruce todas las líneas. El personaje, que siempre ha ido a caballo entre la ciencia y la magia, nunca había atacado a los 4F con la magia porque se da por hecho que ahí le ganaría aplastantemente a Reed Richards, porque desconoce por completo el juego, pero aun así lo que acaba llamándonos más la atención es el hecho de que un tipo tan orgulloso como Victor Von Muerte se arrastre hasta tal punto. Repito, es intencionado por parte de Waid, pero para provocar que llegara a ese punto debería haber recibido una humillación previa mucho mayor de lo normal; acción-reacción. Sin embargo, la aparición anterior del personaje en los 4F fue en son de paz, salvando a Valeria de morir en el parto y exigiendo que le pusieran su nombre a la niña, cosa a la que los padres accedieron. Honestamente, sonaba a rama de olivo en toda regla, pero Waid aprovecha la coyuntura para decir que Muerte está poseyendo a la niña para atacar a los padres. Que no, que no. Que la cosa luego se pone peor todavía, aunque no sea cosa de Waid.
Porque al poco de su resurrección tras la cosa impensable esta, en los Vengadores de Bendis, el Doctor Muerte recibe la humillación de su vida al ser vapuleado por los Héroes no exactamente Más Poderosos de la Tierra e internado en prisión. Y no, no se venga de los Vengadores, porque su siguiente gran momento ya no busca venganza si no otra vez dominación mundial; irónicamente había sido el propio Waid, durante una entrevista poco antes de Heroes Return, en el que afirmó que como mejor funcionaba el Doctor Muerte era cuando tenía otros planes y alguien interfería con ellos, no cuando buscaba la pura venganza. Y tenía razón en aquel momento, pero aun así se contradijo. Dicho lo cual, y volviendo a la comparación entre las motivaciones del personaje entre el asunto Kristoff y el de la armadura de pellejo…
La diferencia fundamental entre estos dos casos es que Byrne deja claro que ese plan es algo que crea por contingencia, no algo que pretenda hacer. Es como cuando Batman (otra historia de Waid) tiene planes para neutralizar a toda la JLA si hace falta. Batman no debería tener planes de contingencia para acabar con Superman más allá del dichoso anillo de Kryptonita, porque la amistad consiste precisamente en fiarse de tus amigos aunque seas el mayor paranóico del mundo. Pero en el caso de Muerte, el que tenga un plan para asegurar su sucesión, si que puede retorcerse como la idea de que quiere lo mejor para Kristoff, y lo mejor para Kristoff es precisamente convertirse en él. La idea de Byrne, fallida en un análisis preliminar, cobra un sentido mucho más profundo si tenemos esto último en cuenta, porque en ese caso es directamente un acto de amor en alguien que jamás puede pensar en un mundo sin él, porque eso sería el caos y el no fallará jamás. Mientras que lo de Waid lo convierte en un personaje completamente plano, que se humilla solo por conseguir la venganza por una humillación que no existe, que nadie recuerda porque no la hubo; la única vez en la que Muerte debió de sentirse lo suficientemente humilado por los 4F como para caer en semejante agujero me remitiría a Fantastic Four 40, La Batalla del Edificio Baxter, cuando Ben Grimm, le pega a Muerte la paliza de su vida y hasta le destroza las manos, ¡un cómic anterior a Galactus, de cuando ni siquiera era Sinnott el entintador regular de la serie!
El valor de un personaje no tiene por qué provenir de la complejidad, pero desde luego ayuda. Muerte, cuando mejor ha funcionado, ha sido cuando ha mostrado un comportamiento multifacetado, cuando ha mostrado su retorcido código ético y en momentos concretos ha renunciado a atajos para conseguir sus objetivos. Convertir al Doctor Muerte en otro monstruo sediento de venganza capaz de hacer cualquier cosa para conseguirla es devaluar por completo el personaje, a pesar de que para muchos, de un primer vistazo, hasta les parezca la mejor etapa del personaje.
Cuando para mi, es hasta peor que aquella historia de Power Pack en la que se psicoanalizaba con María Tifoidea.