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Elsa Bloodstone antes de Nextwave: Justificar lo injustificable

A finales del siglo XX, los dos referentes de mujeres fuertes en la cultura popular anglosajona eran Lara Croft y Buffy Summers. La primera era un personaje de videojuego que destacaba por ser Indiana Jones con unas tetas enormes hechas con unos polígonos que te cortaban la retina con solo verlas, la segunda era un intento de subversión de las historias de terror en las que la chica guapa y rubia era la que daba caza a los monstruos. Y así empezó el siglo XXI y así empezó Elsa Bloodstone.

Según sus creadores, ¡PARA NADA TIENE ALGO QUE VER CON BUFFY! ¡NO HEMOS VISTO BUFFY! ¡JAMÁS!

Lo sabéis mejor que yo, Ulysses Bloodstone era un cazador de monstruos con una gema incrustada en el pecho que lo volvía inmortal y un origen un tanto parecido al de Vandal Savage -un tipo primitivo se encuentra con algo alienígena que le da la susodicha inmortalidad, aunque en el caso de Ulysses la cosa no fue en las cavernas si no en la era Hyboria, la de Conan- que acabó muriendo y su cadaver siendo profanado por el Barón Zemo porque quería resucitar a su padre y movidas. El caso es que Bloodstone, tras una vida de cazar monstruos y reunir tesoros, tenía una hija. Sí, solo una y bien jovencita. Que uno podría pensar que teniendo más de diez mil años debe de haber tenido un porrón de churumbeles, pero cuando llega la hora de repartir la herencia, solo asoma la muchacha esta y no te creas que lo hace nada más morir el caballero no, asoma más de diez años después. Que no sé como va el derecho yanqui, pero cualquiera diría que una herencia que no es reclamada en diez años, como que debería pasar a ser propiedad del estado, pero yo que sé, en estos tiempos está tan de moda ser anarcoliberal que lo mismo se la regalan toda a un banco. A saber.

Greg Horn, uno de los portadistas estrella de la época y probablemente el favorito de Bill Jemas.

El caso es que Bloodstone es una serie limitada de cuatro números a cargo del dúo formado por Dan Abnett y Andy Lanning con dibujos de Michael López, y forma parte de una iniciativa que tenía la Marvel de Quesada por aquella época de crear series protagonizadas por mujeres pero con señores en mente. Así, las portadas de series como la propia Bloodstone, Elektra, Nightside (nada que ver con la guardia Shi’ar, la protagonista se llama Nightshade) Black Widow, Hulka o Emma Frost eran un auténtico despliegue de poses eroticofestivas en las que dibujantes como Greg Horn o Greg Land trataban de dar rienda suelta al libido de los lectores. La cosa duró cerca de cinco o seis años, no fue ninguna moda pasajera, y aunque es cierto que en los años anteriores ya se habían dado casos bochornosos al respecto, la sexualización de aquellos años fue absolutamente rampante y lamentable, con lo que no era de extrañar que durante los años posteriores hubiera una contrarreforma radical en la que la editorial se replanteó por completo su enfoque de los personajes femeninos hasta el punto de prácticamente impedir que los escribieran o editarran hombres. Pero que sí, que estábamos hablando de Elsa Bloodstone…

Algún desgraciado se tocaba con esto, supongo.

Elsa Bloodstone recibe la herencia de su padre y, a pesar de que la piedra sangrienta se cayó en su momento a un volcán, recibe también una gargantilla con la piedra de marras que le concede ciertos poderes y la teleporta por medio mundo para combatir monstruos. Por el camino conoce a los ayudantes monstruosos de su padre y bueno, que en general tenemos un cómic en el que los guionistas quieren ir en una dirección y el dibujante está constantemente haciendo hincapie en una muy determinada. No, no es un buen cómic ni por asomo y es lógico que cuando Warren Ellis e Immonen la retomaron para Nextwave la rehicieran por completo, convirtiéndola en un personaje mucho más interesante; sin embargo, tampoco se puede decir que su encarnación anterior carezca de todo interés, porque es fascinante ver a cada página como se pegan dibujante y guionistasmientras el editor Mike Marts parece mirar para otro lado (o tal vez sea el principal promotor del tetaculo, que de ese me espero ya cualquier cosa). No nos engañemos, no quedaba lejos la época de las llamadas «Bad Girls», con Witchblade y todos estos personajes marcando atributos constantemente, pero es un tanto bochornoso leer página tras página de esta serie, hasta el punto de que te acabas quedando sin palabras.

Dibujante contra guionistas, un drama de nuestro tiempo. O eso, o le entregaron un guión prácticamente vacío en las dos páginas.

Cuatro años después y ya en Nextwave, la serie limitada es retconeada por completo y se afirma que Ulysses Bloodstone entrenó a Elsa desde pequeñita, que el pelirrojo es su color natural y poco menos que se olvidan de todo el personaje menos el nombre. Con los años le aparecerán hermanos y hasta hermanas de hace milenios -algo que no debería sorprender a nadie, que por algo ya hemos dicho que Ulysses llevaba viviendo desde los tiempos de Conan- y el personaje iría rebotando de serie en serie (Deadpool, Defensores, Vengadores y de todo) sin que se le diera nunca serie propia de nuevo.

Ésto es como cuando llamaban «feminista» a la peli de Barb Wire.

La cuestión es -y aquí es donde llega mi maldad- ¿estaba justificado que Warren Ellis hiciera lo que le de la gana con el personaje y lo fulminara del todo hasta convertirla en el personaje que conocemos? Sí, maldita sea, sí. Cuando un personaje es un pozo de lamentabilidad lamentable que no hay por donde cogerlo, lo mejor es darle al botón rojo. O matarlo e inventarse otro, que para el caso patatas. Lo que está claro es que si Warren Ellis -que nunca se molesta en estas cosas, eso lo sabemos todos- se hubiera preocupado por ir transformando a Elsa en su Elsa, Nextwave habría sido un cómic mucho peor. Por supuesto, ésto no justifica que convirtiera al Hombre Máquina en Bender -a pesar de que lo había escrito DeFalco, ¡fijaos si soy generoso!- o «modificara» a la Capitana Marvel original. La continuidad es una herramienta para crear mejores historias, no un fin en si mismo, y el crear viajes de un punto A a un punto B en la mayor parte de las ocasiones da mejores historias. Pero como en toda norma hay excepciones que la justifican, y precisamente ése es el caso de Elsa Bloodstone.

Que luego Warren Ellis acabara siendo un chungo ya es otra historia.

Por supuesto, esto no quiere decir que con esto le vayamos a dar carta blanca a Mefistazos -en el que un autor trató de retconearse a si mismo usando una deidad satánica- o al típico guionista que llega a una serie de nuevas y pasa de leerse lo de sus antecesores, pero en el caso de Elsa hay que hacer una excepción porque más que un puñetazo en el muro de la realidad, esto ha sido cauterizar una herida. Sí, habríamos preferido una solución mejor, pero para el caso nos damos con un canto en los dientes. Que no nos engañemos, tampoco podemos decir que Elsa haya acabado teniendo una carrera mucho mejor tras Nextwave -ya sabemos que los relanzamientos de Ellis solo suelen funcionar con el propio Ellis… ¡Y eso cuando funcionan!- pero lo que está bien claro es que es un personaje mucho más rico, interesante y coherente consigo mismo, listo para que lo recoja cualquier guionista y nos haga un cómic de monstruos decente como los que no se hacen en Marvel desde los tiempos de Jack Kirby.

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