Con esto de que Poison Ivy ahora tiene su propio cómic, pues como que me puse a repasar su primera aparición y creo más que necesario compartir con vosotros esta pequeña joya del absurdo sesentero, en unos tiempos en los que Adam West era el Batman definitivo y a nadie se le pasaba por la cabeza que Batman fuera un chiflado paranoico inhumano. Bienvenidos al verano de 1966, bienvenidos al número 181 de Batman, a cargo de Robert Kahniger y Carmine Infantino. Vamos a ello.
«Batman conoce una exuberante némesis… La singular villana… ¡La irresistible Poison Ivy! ¡Sus encantos son tan contagiosos que lo atraparían en cualquier ocasión! ¿Podrá Robin, El Chico Maravilla, salvar a su ídolo de un destino peor que la muerte… Uno en el que la anteriormente invencible Maravilla Enmascarada abraza cualquier ocasión que se encuentra? No… No más de lo que nuestra advertencia podrá evitar que tú acabes infectado de las sensacionales sorpresas de… ¡Hiedra Venenosa!» Así empezaba el cómic, y como todos los de la época parecía pregonado por un charlatán de circo y con una portadilla en la que un Robin cabreado trataba de evitar que Batman tuviera una relación heterosexual, por la razón que fuera. Pero mucho ojo, que lo mejor está por venir…
Nuestra historia comienza en una galería de arte «pop» -ay Warhol cuanto daño hiciste a las pobres mentes de algunos- en la que se está realizando una expsosición de fotografías de las villanas más hermosas del mundo, Dragon Fly, Silken Spider y Tiger Moth, sin que Catwoman aparezca por ningún lado. Ya véis como estaban las cosas por aquellos años, aquí no se respetaba ni a la buena de Selina Kyle. El caso es que, mientras Robin sueña con ser mayor para babear supuestamente sobre las mozas en cuestión -que no nos engañen, que sabemos la verdad- de repente aparece una señorita estupenda y se pone a llamar idiotas a los hombres, diciendo que son unos cegatos y que si fuera más espabilados se darían cuenta de que ella es la mas hermosa y la mejor criminal, porque sus crímenes son tan perfectos que nadie se entera de quién los ha cometido. Estupendo señorita, pero una pregunta, ¿si la belleza no es algo subjetivo y la gente es incapaz de apreciarla, no será que tan guapa no eres?
Siendo como es Bruce Wayne un vividor follador, no pierde la ocasión y se lanza a decirle a la moza que está como un queso («You are luscious, dreamboat!» puaj), pero que no se cree que ella sea una criminal. Ella para demostrarlo se lo lleva donde los fotógrafos, ante los que usa un pintalabios que envía impulsos eléctricos que hacen explotar los flashes, cegando a toda la concurrencia menos a ella porque llevaba lentillas de cristal ahumado, ¡qué espabilada es la moza y como le sigue tirando los tejos a Bruce, diciéndole que pronto se pondrá en contacto con el para hacer algo más cómodo que estar con la policía! ¡Aquí hay tema! Y mientras se larga les recuerda a todos que su nombre es «Hiedra… ¡Como en irresistible! Venenosa… ¡Como el arsénico! ¡Ta-ta!» Pero no os creáis que Bruce va a dejar la cosa así, porque aunque la moza no ha cometido más crimen que sabotear bombillas de los flashes, decide sobreponerse a su ceguera, cambiarse delante de todo el mundo, ¡y saltar por el hueco de un ascensor estropeado para dar caza a la exuberante villana!
Sin embargo y a pesar de que Batman se las arregla la mar de bien a ciegas -«¡No me extraña que lo llamen Batman!» dice un trabajador de mantenimiento- para cuando sale a la calle la malvada mente criminal de los crímenes perfectos tiene a cuatro matones esperándole, que lo entretienen lo suficiente como para que a ella le de tiempo a echarle un ojo y se de cuenta de lo bien plantado que está Batman, huyendo de la escena mientras se pregunta quién podrá elegir entre Batman y Bruce Wayne… Y justo después aparece la rata celosa de Robin, que según ve a Batman encargándose de los pillos pero sonriendo como un tonto, le echa en cara su actitud, a lo que él responde que él sigue siendo humano y que puede perder la cabeza como cualquiera, pero que mantendrá la cabeza fría a pesar de lo mucho que odia la idea de poner a una muñequita tan hermosa entre rejas. Macho, te creo tanto como a M’Rabo cada vez que se queja de que no entiende cómo es que ha engordado tanto mientras de llena la boca de Pringles con mantequilla.
Mientras tanto, Poison Ivy sigue con su campaña de ser la más malota del mundo, y para ello manda varias cartas amenazando a sus competidoras pero eso sí, suplantando la identidad de unas y de otras para que se maten entre ellas en un desafio cara a cara al que invita también a Batman y Bruce Wayne para que hagan lo propio para ganarse su corazón, situación esta última que Batman piensa utilizar para tomarla por sorpresa y detenerla, cosa ante la que Robin tiene sus dudas porque es una perra celosa. Una vez ambos llegan al lugar indicado, lo que se encuentran es una batalla campal tremenda entre las bandas de las tres villanas que se apresuran a acabar a mamporros mientras Batman aprovecha para intentar convencer a Robin de que Poison Ivy es una genia por juntarles a todos esos delincuentes a la vez y que así puedan mandarlos a la cárcel de una sentada. Por supuesto Robin le dice que sí, que ella es un pivón, pero que debería estar entre rejas y que ha venido para procurar que él no lo olvide. Ea.
Y mientras sus matones disfrutan de una ortodoncia a cargo de las botas de Batman y Robin, las tres despelelujadas proceden a huir de la forma más discreta posible, pero se encuentran de morros con una Poison Ivy que se lamenta de que se vayan tan pronto, porque tenía una corona preparada para la que quedara en primera posición de la competición. Por supuesto y como urracas despiadadas que son, las tres se echan encima de la corona y acaban completamente electrocutadas, porque tal era el plan de la archimalvadísima Hiedra Venenosa, que ahora por fin tiene a Batman para ella sola, ¡que se vaya a tomar viento a la farola Bruce Wayne, Batman es mucho más hombre! Y entonces, lo que sabíamos que iba a pasar, pasa.
Ella se acerca a él. Él la mira y la sonríe. Ella le dice que pueden ser la pareja número uno del crimen, que ése es su destino, que solo necesitan un beso… Y se besan. Y claro, eso pone a Robin hecho un basilisco y en vez de gritar «alejate de mi Brusito, tía guarra» se echa encima de Batman y lo aparta de ella, diciendo que el pintalabios de la buscona lleva una base de cloroformo pero que no ha debido de afectarle mucho a Batman porque lleva «un filtro nasal». Frustrado su plan y a pesar de que Batman sigue con la entrepierna imitando a Pinocho, Hiedra decide escapar trepando por una pared… ¡Como una hiedra! Pero no, no va muy lejos porque Batman le lanza un batarang y la señora de los crímenes perfectos acaba cayendo a tierra y en los brazos de Batman, que la pone entre rejas a pesar de que ya sabemos que detesta tener que hacerlo. Mientras el Dúo Dinámico la abandona en la cárcel, ella le avisa al Cruzado de la Capa de que una vez pillas la Hiedra Venenosa nunca te libras de ella… ¡Que se lo digan a Harley Quinn!
Y así es como acaba la primera aparición de Pamela Isley, uno de los personajes más cambiados respecto a su primera aparición y que menos mal, porque menudo esperpento de personaje. Hay que entender, eso sí, que Infantino contaba que el personaje había sido creado por deseo de la productora de la serie de TV de Batman, porque consideraban que el personaje tenía pocos villanos femeninos y de ahí salió esta historia, con un Batman claramente escrito pensando en el vividor de Adam West. ¡Golfos, que son unos golfos!