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The Savage She-Hulk: Los orígenes de Hulka

Hay algo frustrante, casi diría que hasta doloroso en la figura de Hulka a través de toda su trayectoria. El personaje nunca ha superado ciertas improvisaciones que delatan su origen (She-Hulk, Hulka, denota exactamente que el personaje es lo que es, una copia de su primo Hulk) y, aunque a lo largo de toda la trayectoria del personaje esas carencias se han compensado con creces, siempre acaba viniendo alguien a «arreglarlas» por enésima vez, a pesar de que ni puñetera falta que hacía. Y aunque Hulka no nació «libre de pecado», si es cierto que, por mucho que se haya reescrito la historia para muchos, no es que fuera precisamente una hoja en blanco antes de que la recogieran del arroyo Roger Stern y John Byrne…

Hulka, tal y como la conocieron muchos años más tarde.

La primera vez que se oyó la idea de «She Hulk» en el Bullpen a finales del verano de 1979 hubo rechinar de dientes. La idea venía del piso de arriba, del mismísimo Stan Lee, y aunque la carta de naturaleza venía firmada de su puño y letra, a todos les pareció una estupidez como un piano de grande; Hulk… pero en chica, ¿qué sentido tenía todo aquello? Lo triste de todo aquello es que a todos los que oyeron la idea y pensaron mal estaban completamente en lo cierto, se hacía por razones puramente económicas y explotativas; resulta que desde el año pasado, Universal Televisión había estado realizando para CBS una serie basada en el Increíble Hulk, y corría el rumor por Hollywood de que, siendo como eran los contratos de Marvel de aquellos tiempos un tanto desastrosos -y si no mirad el golazo que le coló Conan Properties a Marvel con Red Sonja- podían estar desarrollando un spin off de la exitosa serie basada en una hipotética versión femenina de Hulk que, al estar creada por la propia productora, pasaría a ser de propiedad completamente suya. Dichos rumores cobraban aún más fuerza si tenemos en cuenta que uno de los trabajos anteriores del productor de Incredible Hulk, Kenneth Johnson, había sido otra serie de una supermujer, The Bionic Woman, que a su vez había sido un spinoff de The Six Million Dollar Man que Universal había movido de ABC a NBC cuando la primera canceló la serie. En todo momento habían acreditado al autor original de Cyborg, la novela en la que se basaba tanto Bionic Woman como Six Million Dollar Man, pero a su vez habían estado haciendo su propio merchandising derivado de ambos personajes y Marvel no podía permitir algo parecido.

De nada te sirve que reconozcan tu autoría si no te dan un céntimo, ¿eh Marvel? ¿A que jode?

Así que Stan Lee recibió la orden desde lo más alto: él, como el Walt Disney de Marvel, debía de crear una versión femenina de Hulk y publicarla inmediatamente, porque en cualquier momento Universal Television podía simplemente anunciar el proyecto y quedarse con la idea. Y aunque Stan Lee no lo llegara a reconocer en su día, no era precisamente la primera vez en la que Marvel llevaba a cabo una operación parecida, porque unos tres años antes habían inventado a Spider-Woman porque Filmation estaba planeando sacar un personaje con ese nombre que acabaría llamándose Web Woman; Marvel fue tan celosa de proteger la marca que hasta hizo una serie de dibujos animados del personaje pese a que la dichosa Web Woman apenas tuvo éxito y era solo un personaje más de un contenedor genérico de personajes de la Filmation. En el caso de la versión femenina de Hulk no iban a llegar tan lejos, simplemente se asegurarían de proteger la marca dándole una serie regular a cargo de quien fuera, de entrada el primer número lo iba a escribir el propio Stan Lee -que para entonces poco escribía ya, hasta en la tira de Spiderman tiraba de «ayudantes no acreditados»- y el dibujante sería el autor del libro de estilo gráfico de la compañía tras la marcha de Jack Kirby, el mismísimo John Buscema.

Aquí la Hulka, ¿que pasa?

The Savage She-Hulk saldría a la venta en febrero de 1980, con una historia que ni siquiera se molestaba en crear una galería de secundarios del personaje ni establecer unos mínimos con los que seguir la historia, y aun así hay que reconocerle al cómic que es mejor y más interesante de lo que podría parecer. De entrada, el origen de los poderes de Hulka es menos espectacular que el de su primo, al mostrarnos que la abogada de Los Ángeles Jennifer Walters es tiroteada por unos criminales que quería empapelar y su primo Bruce Banner no tiene otro remedio que hacerle una transfusión de su sangre irradiada para poder salvarle la vida. Y luego el muy desgraciado se larga, aun sabiendo que ella sigue en peligro de los mafiosos que la quieren matar, pero aun así decide darle plantón y dejarla a su suerte por miedo a que el ejército que persigue a Hulk le salte encima, con lo que los mafiosos de las narices tienen vía libre para atacar el hospital y asaltar a la pobre Jen en su habitación… Pero muy oportunamente ella se transforma por primera vez en la Salvaje Hulka, siendo bautizada por uno de los asesinos cuando la ven y dice «¡Es como… Una especie de Hulka!» a lo que Jen no tarda en responder «Hulka me llamas, ¡y Hulka seré!». Esta Hulka despelujada tiene más o menos la apariencia habitual del personaje, con la diferencia de que en este cómic siempre tiene cara de cabreo y su indumentaria -que mantendrá durante toda esta primera serie y varios años más- se limita a una bata de hospital hecha jirones que más parece un bañador que una bata de hospital, pero bueno. Que vaya, ya que estamos hablando del aspecto gráfico del personaje, mención especial se merece el de la propia Jennifer Walters, que se asemeja un poquillo a la Mujer Biónica de la Universal, con lo que en cierto modo me da la sensación de que Marvel les estaba diciendo «en tu cara», pero lo mismo son cosas mías y simplemente estamos hablando de la «moda de la época».

Y mi supermujer mola más, Kenneth Johnson, ¡vete a hacer V y déjanos en paz!

Mientras tanto, el Bullpen estaba completamente horrorizado y todo este asunto de la Hulka les parecía a todos una barbaridad. Uno de los más horrorizados era el historiador y estudioso del cómic David Anthony Kraft, que por aquel entonces todavía no había volcado su labor profesional en dichas tareas y trabajaba como guionista de cómics freelance para Marvel y DC. No solía quedarse más de un año en ninguna serie, con lo que su etapa más larga hasta aquel momento la había realizado en Defenders, una serie de segunda fila que no estaba viviendo precisamente su mejor momento y que la acababa de dejar a principios de ese mismo año. Kraft se encontraba sin un encargo regular y, en sus propias palabras, se dió cuenta de que había algo completamente perverso sobre la situación de Hulka, hasta el punto de que sentía que tenía que evitar que Hulka fuera un simple clon femenino de Hulk. Así que, sin cortarse un pelo, se plantó en el despacho de Jim Shooter y le dijo «Ésto es horrendo, pero si tiene que haber una serie de Hulka, tengo que hacerla». Shooter no tuvo el menor problema y Kraft salió de allí como el primer guionista regular de Hulka.

Que sí, que tiene mal genio.

Y aun así, Kraft no estaba ante el tremendo desaguisado que podría haberse esperado desde un principio; el primer número de Hulka establece diferencias de carácter entre ella y su primo verde, desde el momento en que Jennifer Walters y Hulka no son entidades separadas, en su aspecto no-tan-monstruoso articula frases complejas y en realidad queda claro que Hulka es, simple y llanamente, la propia Jen cuando se pone furiosa y que revierte a su estado original cuando se calma. Kraft, ya con el dibujante Mike Vosburg, se hará cargo de la serie teniendo en cuenta esta premisa pero estirándola de forma absurda, haciendo que Jen tenga un «interés romántico» y Hulka otro, con lo que jugueteará a lo largo de la serie con la idea de que no sean del todo la misma persona a pesar de que constantemente se ve que Hulka es, simple y llanamente, Jennifer Walters sin filtro. Pero dejando esto de lado, lo cierto es que Kraft se inventó una galería de secundarios fija a lo largo de sus dos años en la serie, con personajes como su novio Daniel «Zapper» Ridge Jr, que la acompañará en momentos clave como cuando en el número 12 el Doctor Michael Morbius modifica las transformaciones de Jennifer (sacrificando el suero que iba a curarlo a él mismo del vampirismo, porque debía de ser multiusos) para que ya no dependan de su estado de ánimo y pueda controlarlas a voluntad, dando así el primer paso para que Jen decida al final de la serie que va a quedarse en su aspecto de Hulka permanentemente, para desconsuelo de Richard Rory, que era el «novio» de Jennifer Walters.

Se pongan como se pongan, era una relación muy, muy rara.

Lo cierto es que poco más da tanto Zapper como Rory, porque pocos se acordarían de ellos a posteriori y hasta el propio Kraft los ningunearía en la última historia de Hulka que escribió en el número 88 de Marvel Two In One, en el que aparte de maltratar a vendedores de coches usados, Jennifer se dedica a tirarle los tejos al mismísimo Ben Grimm de mala manera, besarlo y estar encantada de la vida de quedarse encerrada con él en lugares estrechos, a pesar de que la Cosa no deje de recordarnos que él se debe a Alicia y que no piensa tener nada con la loca gamma esta. Sí, se corresponde con la idea de Kraft de que Hulka es Jennifer sin filtro, pero es tan exagerado y caricaturesco que suena raro como «testamento» del creador espiritual del personaje, porque un año después, en abril de 1982, Roger Stern la recuperaría para el Avengers 220 y la convertiría en miembro del grupo… Y bueno, supongo que ya sabéis el resto.

¡Ni un año había pasado y la chavala ya se había olvidado del Zapper ese! ¡Que le zurzan al Zapper!

Que por cierto, por si a alguien le queda la duda… Zapper volvió durante la etapa de Byrne y hasta tuvo otra aparición poco después de que él dejara la serie, pero absolutamente todo el mundo se olvidó de él -y con razón- hasta que Dan Slott lo sacó entre el público del juicio de la AVT a la pobre Jen, cuando todavía estaba preparando aquello de Reckoning War. Por su parte y aunque era un personaje creado por Steve Gerber para el Hombre Cosa, Richard Rory no tuvo mucha mejor suerte y, aparte de ser otra cabeza entre el público en el mismo juicio en el que asomaba Zapper, reaparece en el número 20 de la misma serie, en 2007, solo para que Slott se pitorrée de él…

¡Oye Dan Slott, un respeto al supuesto interés romántico de Jennifer Walters, ese del que en realidad pasaba porque le gustaba más el bigotón atontado al que dejó plantado en cuanto se quedó sin serie!
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