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Prey: Depredadores adolescentes

Depredador era una película sobre como EEUU trataba sudamérica como su «patio de atrás», metiéndose en cualquier país a matar a quién le daba la gana porque podían. Llevan haciéndolo toda la vida y siguen haciéndolo, pero en los 80 y tras la guerra de Vietnam la opinión pública estadounidense empezó a ser consciente de ello y por eso empezaron a surgir decenas de películas que denunciaban esa realidad, que servían para contrarrestar a las centenares que la glorificaban. Nada nuevo bajo el sol hasta que a John McTiernan le dió por hacer su versión de «La guerra de los mundos»…

Cuando lo pixelado era sexy.

Porque aunque el guión original de la película durante todo su desarrollo había ido por otros derroteros, la visión de McTiernan fue la de mostrar al todopoderoso ejército de EEUU, ése que entraba en la selva a abusar de la guerrilla con su armamento superior, como de repente llegaba un ser de otro planeta que barría el suelo con ellos igual que lo habían hecho los trípodes marcianos con el Imperio Británico en la obra original de HG Wells. En la película vemos desfilar a varios iconos de la testosterona ochentera enfrentándose a una criatura invisible que, tras barrer el suelo con la guerrilla y desollarlos como si eso fuera Hellraiser, pasa a dar caza a todos los soldados yanquis hasta que solo queda el epítome del culturismo de la época, el mismísimo Arnorld Schwarzenegger, que renuncia a todo su sofisticadísimo armamento para acabar enfrentándose mano a mano con el monstruo; porque al final ésa es la única forma de derrotarlo, apelar a su propio orgullo de cazador y que se tenga que rebajar a tu nivel, a enfrentarse contigo desnudo y sin ventajas tecnológicas de por medio y, por supuesto, engañándolo para que caiga en una trampa. Y aun así el muy hijo de puta intenta reír el último autodestruyéndose con una bomba de la que a duras penas consigue escapar el pobre Chuache. Y fin.

Absolutamente todas las secuelas de Depredador fracasaron. Todas. Hasta la de Shane Black, que tampoco era tan mala, ni la de Robert Rodríguez, que simplemente era un Perseguido con depredadores. Y mejor no hablar de los Alien VS Predator…

Prey nos llega a partir de una idea que se vio al final de Depredador 2 cuando Danny Glover descubría que los depredadores llevaban siglos cazando humanos y criaturas de toda la galaxia, y entre sus trofeos aparecían armas de todas las épocas, pistola de chispa incluida. Lo lógico en una hipotética Depredador 3 habría sido contar alguna de esas historias, pero a nadie se le debió pasar por la cabeza y se centraron en la cabeza de xenomorfo que tenían colgada en una esquina de la nave. Por eso el anuncio de Prey me pareció una buena noticia, porque en cierto modo no deja de devolver la serie a sus raíces y al sentido original de la película de McTiernan, el enfrentamiento entre la soberbia de la «civilización» y las dinámicas entre cazador y presa personificados en una cultura de cazadores/recolectores que estaría enfrentada al monstruo, los comanches.

Yo es que fue ver esto y acordarme de Dani cazando al oso místico y joder, como mola.

En esencia estamos viendo como se repite temáticamente la misma película de McTiernan pero con un cambio de perspectiva, porque pasamos de que la india guerrillera, la víctima, pase a ser la protagonista. Naru es una comanche a la que nadie toma en serio como guerrera, y como tal observa como el Depredador se va cargando todas las grandes bestias y guerreros de aquella tierra. Estamos hablando de un Depredador bastante más agresivo que el original, más «físico», que ni siquiera lleva un cañón de hombro y que liquida a casi todas sus víctimas con sus garras, apenas usando explosivos o rayos láser. Puede que sea un Depredador que todavía no se haya ganado esas armas (de hecho yo diría que es éso exactamente, que tanto Naru como el Depredador están haciendo su prueba de madurez como cazadores) o que simplemente sea una especie de «amish» que renuncia al armamento más sofisticado, pero allí donde el original de McTiernan no paraba de saltar como un mono a lo alto de los árboles y acechar desde las alturas, éste apenas lo hace, dejando esa labor para Naru, que aunque de entrada parece bastante más estratega (eufemismo de que rehuye el cara a cara, sí) que el Schwarzenegger de la película original, su desenlace final con el monstruo no es tan distinto. Y seguramente ahí esté lo que hace que Prey sea la mejor película de Depredador desde la original, el entenderla y jugar con sus propias armas.

Para ganarle al Depredador hay que enguarrarse, que lo sabe todo el mundo.

Porque, dejando de lado el propio aprendizaje consciente de Naru -todas sus estrategias están basadas en sus vivencias a lo largo de la película, entendiendo que no debe subestimar absolutamente nada ni a nadie- la película la sumerge en todas las situaciones por las que pasó Dutch, el personaje de Arnold Schwarzenegger, en la película original. Va bautizándola en fango, en correr debajo de montones de maderas, en enfrentarse cara a cara a las fauces del monstruo -aunque ella no le dice aquello de «mira que eres feo, hijo de puta»- y, aunque su enfrentamiento final con el monstruo es mucho más respetuoso que el de su sucesor con aquel militar de extraño acento austriaco, el mensaje sigue siendo el mismo, que fuera de la tecnología y civilización todos somos animales y que para sobrevivir no vale solo con ser el más fuerte o el de garras más afiladas, tienes que ser el más espabilado y conseguir poner a tu enemigo a tu nivel o más abajo.

Es un Depredador -o Depredadora, ojo- muy poco civilizado, te lo digo yo.

Vamos, que sí, que me ha gustado la presa esta. Tras el dolor de corazón de carreras por el bosque de Obi Wan es un bálsamo para el alma ver esta película, con esa inspiración en la dirección de Mel Gibson en Apocalypto -que no temática, no, es que las carreras de Apocalypto estaban la mar de bien rodadas- y esas escenas de acción en las cuales la protagonista y nosotros mismos vamos viendo algo en todo momento y no solo un montón de puñetazos, cosa que de un tiempo a esta parte empieza a ser algo muy a valorar, porque menudo hartón de barullo que son las escenas de mamporros de hoy en día. Pero vamos, que con esto lo que quiero decir es que el director Dan Tratchenberg me ha gustado mucho más que en su debut en 10 Cloverfield Lane, película que siempre me pareció un pelín sobrevalorada porque el hombre mucho no podía lucirse en una película completamente llevada a hombros con los actores, pero que con esta Presa ya demuestra unas tablas y que si como dice él quiere hacer más depredadores, habrá que dejarle, porque por primera vez en todos estos años veo una secuela de Depredador como una película hasta necesaria.

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