Tras los diez años de Dan Slott en Amazing Spider-Man, la llegada de Nick Spencer con las medallas de Superior Foes of Spider-Man auguraba buenos tiempos para el personaje. Y a pesar de que arrancó su etapa dándole a algunos de sus fans lo que más querían -volvía a estar con Mary Jane y el Mefistazo fue «anulado», que no deshecho- su etapa fue metiéndose en una espiral de «grandes eventos» con remakes de sagas clásicas del personaje que acabaron aburriendo al más pintado, porque quieras que no acabó siendo el ejemplo perfecto de que una serie de Spiderman en la que Peter Parker no se quita el traje durante un año, ni es Spiderman ni es nada. Tras Spencer tuvimos la breve pausa de «Beyond», una saga a cargo de distintos guionistas en la que nos sustituyeron a Peter por el actor secundario Ben a la espera de que, supuestamente, Jonathan Hickman se pusiera a escribir Amazing… Pero aquello nunca llegó a pasar. Todos los rumores apuntaban a ello, pero por lo visto Hickman en realidad llevaba tres años escribiendo otra serie «que reharía el Universo Marvel» -otra vez- y Spider-Man se quedó en manos de John Romita Jr y… Zeb Wells.
La primera vez que oí hablar de Zeb Wells fue cuando hicieron el relanzamiento de los Nuevos Mutantes hace cosa de doce años, en los inicios de Brainstomping. No, aquello no fue como volver a los tiempos de gloria del grupo, pero Wells se defendía y la historia estuvo entretenida por una temporada hasta que degeneró por completo a manos de Dan Abnett (¿a quién se le ocurre meter a X-Man en el grupo? ¿Qué cuernos fuman?). Wells, por su parte, empezó a tomar contacto con Spiderman en los primeros números de Avenging Spider-Man, aquella serie que supuestamente quería contarnos historias de la faceta «vengadora» del personaje pero que en realidad era todo un Marvel Team-Up encubierto en el que se hacía promoción de personajes que no le interesaban a nadie como Red Hulk o relanzamientos gordos como la primera aparición de Carol Danvers como Capitana Marvel. Así, Wells siempre ha estado revoloteando sobre e universo Spiderman realizando alguna miniserie sobre Matanza, con lo que no fue raro que fuera uno de los guionistas de la ya mencionada Beyond, pero lo que choca es que luego fuera el guionista de Amazing tras la supuesta negativa de Hickman. Que ojo, yo soy el primero que cree que Hickman no era un guionista muy apropiado para Spidey -no hay nada que le pegue menos a la serie que esas horrendas páginas en blanco o los bloques de texto de exposición que no hacen más que explicar una trama excesivamente enrevesada- pero todos esperábamos un relanzamiento más impactante y no a un guionista «de la casa», por mucho que las raíces de Wells como guionista vengan de la tele con aquello de los muñequitos pegándose de Robot Chicken. Pero oye, Wells no es ni mucho menos un mal escritor, podía haber salido bien… Pero me temo que se ha metido en camisas de once varas de las que no sé si va a poder salir.
Con esto de escribir los posts sobre la etapa editorial de Christopher Priest, uno acaba fijándose mucho en qué es lo que cambió entre el personaje en sus veinticinco primeros años de vida y los veinticinco posteriores, los que están considerados como los de su «degeneración». Y el personaje necesita secundarios como el respirar, personajes que le pongan los pies sobre la tierra y le den el contraste entre cotidianidad y los monstruos alienígenas con poderes. Porque al final el protagonista del cómic es Peter Parker y no Spiderman, con lo que cada vez que resucitas, clonas o das poderes locos a uno de sus secundarios estás traicionando al personaje; con esto no estoy diciendo que los guionistas no deban cruzar jamás estas líneas -aunque la de las resurrecciones no se yo- pero sí que se cortaran un poco con los “eventos” que se llevan a cabo con ellos. Al fin y al cabo, no podemos olvidar que Peter es inmutable y sufre del eterno retorno constantemente y son los demás personajes los que pueden cambiar y entrar y salir de su vida, meterles elementos fantásticos o matarlos de forma horrenda para que Spiderman tenga su momento de venganza no merece la pena; mucho menos devolverlos a estados anteriores como si fueran el propio Spiderman. Pero estábamos hablando de la etapa de Wells…
El primer problema que nos encontramos es que se ha dado un salto temporal de seis meses en el que supuestamente Spiderman ha hecho algo terrible -no se sabe qué, solo se le ve gritando en el fondo de un cráter en medio de la nada- y que no le ha gustado un pelo ni a los 4 Fantásticos ni a buena parte de su entorno -la que sabe que es Spiderman, claro- mientras que los demás andan tremendamente mosqueados porque ha desaparecido todos esos meses dejando unas cuantas facturas sin pagar. De por sí estos saltos de tiempo se dan para impactar al lector y luego ir contando qué es lo que pasó realmente en pequeñas dosis, algo perfectamente legítimo si no fuera porque parte de la gracia del personaje reside precisamente en contarnos su día a día; insisto, se puede dar un salto de estos y puede salir bien, pero históricamente no ha sido buena idea y las consecuencias directas han sido una tremenda desconexión con buena parte de los lectores y que en muchas ocasiones nunca se llegue a explicar exactamente qué es lo que pasó; el caso más claro es Brand New Day, que aunque la gente venía cabreada con el Mefistazo en sí, lo que realmente espantó al personal es que nos habíamos quedado completamente desnortados, con personajes resucitados de la nada, otros completamente nuevos y una situación completamente distinta que, en el fondo, era muy parecida a saltarte doscientos números de una serie… Pero sin la posiblidad de leerte los doscientos anteriores para enterarte de qué había pasado. Y sí, el trauma del Mefistazo todavía se nota en los lectores de Spiderman, hasta el punto de que cuando Dan Slott dió otro salto de estos para mostrarnos las dichosas Parker Industries, la mayor parte de los lectores que rechazaron la idea no lo hacían solo porque les parecía absurdo “ironmanizar” a Spiderman, si no porque Slott ni siquiera se había molestado en contarnos -en convencernos- cómo se había llegado a esa situación; y es que ése es el verdadero problema de los saltos de tiempo que nos ponen en situaciones “distntas”, que te tienes que tragar todo a palo seco y sin que te den un mísero vaso de agua para que entre mejor.
Y por lo demás, estos seis números han sido bastante normalitos; el primer número es el planteamiento de la situación, respetando algunos aspectos de la etapa Spencer como su piso compartido con Randy Robertson y Gog, la mascota que compartían ambos, contándonos lo preocupada que anda la Tía May y el borrado de “la única virtud” -ojo que yo no estoy de acuerdo- de la etapa Spencer, que Peter y MJ habían vuelto; ahora MJ está con otro señor y tiene un par de hijos de unos 7 años que la llaman mamá. En seis meses, los cambios que da la vida, oye. Los cuatro números siguientes giran en torno a Lápida y una nueva guerra entre bandas en la que Peter es vapuleado de mala manera, con Romita JR dibujando la cara del personaje llena de hinchazones que quedan la mar de raras cuando se las ve sobresalir por debajo de la máscara. No es una mala historia ni mucho menos -unos dos números sin Peter Parker, es aceptable- pero la sensación de no saber ni por donde andas tras el salto y la “cosa terrible” que ha hecho Spiderman hace que no te interese mucho lo que se está contando; eso sí, la historia acaba como empieza, con una conversación entre Peter y May en la que ella le viene a decir que siempre le va a creer aunque le mienta, pero que no por ello va a dejar de notar cuándo él no es feliz; vamos, que si Peter se mete a camello y con ello es feliz, ella estará contenta aunque le venga a casa cada dos por tres con la cara hecha un cromo. No sé, o Wells, al más puro estilo Jim Gordon, nos está insinuando que May sabe que Peter es Spiderman -lo que faltaba- o algo no me cuadra en ese razonamiento.
Y luego tenemos el número seis, la celebración de los 900 números de Amazing, una historia más o menos independiente dibujada por Ed McGuinness en la que se celebra el cumpleaños de Peter Parker -sin Mary Jane, la cosa debe estar fea- y parece que nadie más le guarda ningún rencor. Es una historia divertida que remite a los tiempos de Ditko, una celebración la mar de apropiada porque si algo necesita la serie es un punto de “normalidad”. Sin embargo, y justo en la última página y cuando ya estábamos dispuestos a firmar la paz con la etapa de Wells, pasa esto:
Que a ver, la Gata Negra está muy ocupada con su millón de variant covers en su cada vez más recomendable serie regular a cargo de Jed McKay -que repito, los dos mejores guionistas que han empezado en Marvel en la era Cebulski son él y Christopher Cantwell- con lo que no sé hasta que punto una reedición de la relación entre estos dos es lo correcto; de entrada la original era completamente tóxica y asimétrica, con Peter poco menos que usándola como juguete sexual y ella con problemas mentales bastante preocupantes que fueron tratados con poquísima cabeza por parte de editores y guionistas, que se libraron del personaje cuando les resultó molesto y no se acordaron de él en unos cuantos años, con lo que nunca acabamos de enterarnos de cómo ella consiguió curarse de lo suyo.
Pero entre la etapa Slott y su serie regular se curó -con Slott llegó a convertirse en la reina del crimen de Nueva York por “vengarse de Spiderman”, tela- y ahora ella parece que ya está bien de lo suyo y es una Catwoman de la vida, con lo que uno se pregunta si ésto es precisamente lo que necesita Felicia Hardy o es Peter Parker siendo otra vez un desgraciado; lo que está claro es que la etapa Wells está poniéndose muchas cosas cuesta arriba, y si como muchos teorizan simplemente se está haciendo tiempo de cara a que llegue el “guionista de campanillas”, corre el peligro de convertirse en una de las etapas más envilecidas del personaje pese a que, repito, ni mucho menos estamos ante un mal cómic, solo uno que nos coloca en una posición a la que nos tendría que haber llevado durante meses y no haber pegado ese salto temporal.