Hoy toca un poco de nostalgia de la buena, de la ochentera, hablando de un clásico entre los clásicos, de un personaje que creo historia en la televisión, varios spin-offs y que forma parte indeleble de los recuerdos de toda una generación… ¡Alf! Pero se trata de un Alf como nunca habíamos visto, uno que toma “prestados” elementos de otro mítico personaje para rendirle un sentido y emotivo homenaje pese a que este le habría arrestado sin dudarlo nada mas verle. Así que vamos a viajar de nuevo hacia el pasado para descubrir las apasionantes aventuras del Juez Bredd.
No cabe duda de que en su momento Alf fue todo un fenómeno, con su peludo y alienígena protagonista ganándose el corazón de millones de personas en todo el planeta y que ha pasado a formar parte de la cultura popular hasta el extremo de contar incluso con un discreto cameo en los Guardianes de la Galaxia de James Gunn o uno mas espectacular en Mr. Robot. Un fenómeno que partiendo de una serie de televisión que duro cuatro temporadas mas una película, contó también con un talk show, dos series animadas, videojuegos, toda clase de merchandising… y también una serie de cómics publicada por Marvel dentro de su linea Star y que contó con cincuenta números y varios especiales.
Y es en ese cómic, en su numero 35, en el que nos encontramos con una historia de lo mas peculiar, “Judge for Yourself”, en la que Michael Gallagher y Rusty Haller (entintado este por Marie Severin) nos contaron una historia que se salía bastante de lo habitual y llevaba a los lectores a un territorio de lo mas familiar. Aprovechando que su licencia creativa aun seguía en efecto, Alf le contó a la familia Tanner la historia de un futuro alternativo de su planeta natal, Melmac, en el que varios desastres nucleares habían destruido buena parte del planeta y solo sobrevivían algunas grandes ciudades, siendo la mayor de ellas ¡Melmega-City One!
Una metrópolis superpoblada, con un paro desbocado y escasez de alimentos básicos como la harina y la levadura, y por extensión el pan, que habían convertido a este alimento en el bien mas preciado en torno al cual se centraba todo el crimen de la ciudad. Y para contener esta ola de criminalidad se encontraba una fuerza policial de élite, de entre quienes destacaba el mas famoso descendiente de Alf, el Juez Bredd.
Creo que a estas alturas no hace falta ni explicar que toda esta historia es un descaradísimo y nada disimulado homenaje al Juez Dredd, pero no viene mal ser tan explicito como lo fueron aquí Gallagher y Haller. Un homenaje que no es nada raro teniendo en cuenta que cuando se publico este cómic en 1990 Eagle Comics y mas tarde Quality Comics y Fleetway llevaban siete años publicando una serie regular de Dredd en la que se recopilaban algunas de sus mejores historias, La Saga de la Tierra Maldita, el Día en el que la Ley Murió, los Jueces Oscuros, la Guerra del Apocalipsis, etc. Historias a cargo de algunos de los mejores autores del personaje y en muchos casos con nuevas portadas dibujadas para esta edición por Brian Bolland (a quien se homenajea en la imagen de arriba). Así que es normal que el publico estadounidense conociese bien al personaje y este entrañable homenaje fuese posible.
Homenaje que como las historias originales de Dredd aprovecha para dejar caer unos cuantos nombres tremendamente familiares para los fans del personaje. Así podemos encontrarnos con que Bredd acude a una escena del crimen en el Block de Carlos Ezquerra o a una emergencia en el bautizado en honor a Bill Sienkiewicz, quien se encargo de dibujar muchas de las portadas de Chronicles of Judge Dredd, una serie editada por Titan Books que entre 1981 y 1989 recopiló en un formato mas lujoso y a mayor tamaño que el habitual mas clásicos del personaje. Y por si eso no fuese suficiente, entre los compañeros de Bredd en el Departamento de Justicia nos encontramos a los Jueces Wagner, Grant, Grover (en honor a T. B. Grover, el seudónimo que utilizaban Grant y Wagner cuando escribían juntos) y Tharg (la mascota de 2000 A.D.)
A lo largo de toda esta corta historia los guiños al universo de Dredd no dejan de sucederse, demostrando un amplio conocimiento y cariño por el personaje. Desde la jerga utilizada por los ciudadanos del futuro, a que Dreed/Bredd no parece quitarse el uniforme jamás, las sentencias extremas por los crímenes mas ridículos. Homenajes que incluyen también cameos de lo mas familiares como ese Juez Jefe tuerto al que no se llega a dar un nombre pero que esta inspiradísimo en el Juez Jefe Griffin, o la Juez Hamderson, una telepata como no podía ser de otra forma.
E incluso una misión por la Tierra Maldita, rebautizada aquí como The Cursed Mirth (la Alegría Maldita) donde en lugar de residir los mutantes creados por la radiación de las guerras nucleares, viven incontables “bromistas” transformados por los letales gases de la risa utilizados en las guerras de esta realidad, entre quienes se encontraban los criminales responsables de todo lo que había estado sucediendo a lo largo de esta historia. Un homenaje exhaustivo en el que sin embargo no puedo evitar echar de menos algún cameo del Juez Muerte y sus Jueces Oscuros, pero teniendo en cuenta que todo esto solo había durado diez paginas no nos podemos quejar.
Esta pequeña historia no deja de ser una curiosa anécdota dentro de una serie que no dejaba de ser un intento de explotar la popularidad de la serie de televisión exprimiendo que el medio del cómic carecía de las limitaciones presupuestarias de la tele y permitía a sus autores volverse todo lo locos que quisieran para llevar a Alf a extremos a los que en imagen real no podría llegar. Pero también es un gran ejemplo de hasta que extremos ha llegado la popularidad del Juez Dredd, quien incluso antes del estreno de la infame película de Stallone ya se había ganado un hueco bastante grande en el imaginario colectivo de lo mas merecido.