Icono del sitio BRAINSTOMPING

La culpa es de Doug Ramsey: Los orígenes de Illyana Rasputin (V)

Alguno pensará que al final todo era cuestión de tiempo, pero en aquel momento Illyana tenía más pinta de unirse a la Patrulla X que a los Nuevos Mutantes, ya que ellos la aceptaban por quien era y no la miraban con terror. Así que el que ella acabara con los Bebés X y no con los mayores yo diría que bastante culpa de Douglas Ramsey, aunque aquello fuera de forma involuntaria. Presentado en New Mutants #13 como «el amigo informático» de Kitty Pryde, Doug era un alumno de Stevie Hunter -sí, la profesora de danza- que supuestamente no tenía poder alguno, pero que ayudó a Kitty Pryde a colarse tras el cortafuegos del Club Fuego Infernal, para que poco después y sin que ello tuviera ningún tipo de relación aparente, recibir una beca para estudiar en cierta prestigiosa Academia de Massachussets. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, que lo habíamos dejado con Illyana recordando su pasado demoniaco bajo una copiosa nevada en el último número de su miniserie, y así es como arranca el número 14 de Los Nuevos Mutantes…

Y aunque no lo parezca, estos cómics están dibujados por un Sal Buscema irreconocible por las tintas de Tom Mandrake.

A pesar de que Illyana ya había asomado de vez en cuando en números anteriores, como en casi todas sus apariciones en Uncanny la muchacha aparecía más como secundaria de fondo con un par de líneas que como un personaje principal, por lo que New Mutants 14 le da un vuelco por completo a la situación, ya que el cómic resuelve un cabo suelto de su propia miniserie -S’ym- y lleva a cabo la revelación de que Illyana es, en efecto, una mutante capaz de controlar los discos teleportadores del Limbo. Por lo demás, los Nuevos Mutantes son secundarios en su propio cómic y es en este momento en el que Doug empieza a liarla, porque es cuando el muchacho le dice todo ilusionado a Kitty que le han aceptado en la Academia de Massachussets y le da un disgustazo tremendo porque claro, detrás de esa academia está nada menos que Emma Frost y el Club Fuego Infernal. De hecho, esa trama continuará directamente en Uncanny X-Men 180 con ella acompañándolo «para protegerlo» o algo parecido y acabando los dos en las garras de una Emma Frost encantadísima de conocerse, volviendo la historia a New Mutants número 15, con Illyana teniendo que reclutar al equipo b para salvar a Kitty porque no puede recurrir a la Patrulla X, que están un tanto indispuestos en ese momento (cosas de que te rapte un señor todopoderoso para sus Secret Wars, es comprensible).

Vale que Emma Frost es una arpía y la escoria de la humanidad, pero lo de Doug también es un pelín lamentable, ¿eh?

Estos números son cruciales para el desarrollo de Illyana porque le dan bastante protagonismo y sacan a la luz la mayor parte de su trasfondo, puliendo la mayor parte de flecos y haciendo que Illyana se ponga por primera vez el uniforme de la escuela; para el número 16 empieza a establecer un vínculo con Dani Moonstar de la forma más casual, ya que son ellas dos las que se infiltran entre los guardias del Club Fuego Infernal y las únicas que consiguen escapar de ser capturadas por la Reina Blanca gracias a los discos teleportadores. Sin embargo pronto se descubre que los discos de marras son imperfectos, ya que a la ya mencionada tara de obligarla a pasar por el Limbo -lugar en el que en ese momento no se encontraba muy a gusto, a pesar de que supuestamente ya había sometido a S’ym- se une el hecho de que los condenados discos tienden a transportarte a la época que les viene en gana, provocando que cuando ambas intenten volver para ayudar a sus compañeros lo hagan meses después y los encuentren completamente asimilados por la Reina Blanca y siendo uno más de sus pupilos, los Infernales.

¿Cómo pudo pensar Louise Simonson que quitarse a estas dos de encima era buena idea para la serie?

Muy oportunamente el que Claremont puntualizara que Illyana es inmune a la telepatía en Uncanny 164 hace que el que las dos chicas consigan escapar otra vez de la bruja malvada que es Emma Frost -y sigue siéndolo, ¡a mí no me engaña!- sea la mar de creíble, posibilitando que el siguiente salto de Illyana sea a un tiempo más adecuado -tan solo una semana más tarde del salto original- y que puedan rescatar a sus compañeros… Hasta que asoman los Infernales y se pegan, pero como en esa bronca Illyana no hace gran cosa, lo dejaremos en que el grupo escapa, que Kitty se reconcilia con los Bebés X -a los chavales no les había gustado que los rechazara con tanta vehemencia cuando Xavier intentó meterla en el grupo- y que Illyana hace buenas migas con Dani Moonstar a pesar de que todos los Nuevos Mutantes siguen acojonaditos de una chavala que huele tanto a azufre. Pero claro, para Dani en ese momento todos menos Illyana están bajo sospecha de haber sido manipulados mentalmente por Emma Frost, con lo que el número siguiente Illyana toma el papel de mejor amiga de Dani que hasta entonces había tenido Rahne -y que muy bien no funcionaba aquello, porque era una relación completamente asimétrica en la que Dani hacía de madre- y es ella la que se da cuenta de que Dani está siendo acosada por el Oso Místico. Porque sí, es en ese momento en el que llega Bill Sienkiewicz…

No, Lockheed no se arrimaba a cualquiera.

De la Saga del Oso Místico y de la etapa Sienkiewicz en general ya hemos hablado no hace tanto (el primer post es del lejanísimo 2017, cuando no había ni pandemias, ni volcanes o guerras mundiales a la vista) así que supongo que recordaréis que es Illyana la que salva el día constantemente y la verdadera heroina de la historia, consolidándose por fin como Nueva Mutante y siendo aceptada ya totalmente por el grupo, finalizando así el enrevesado viaje de Illyana Nikolaievna Rasputin desde el copito de nieve a nuestra hechicera demoniaca favorita, un personaje que, unido a la llegada de Bill Sienkiewicz, despierta por completo a un spinoff mutante que no acababa de arrancar; y es que entre que Claremont no acababa de tener las ideas claras sobre la caracterización de muchos miembros del grupo y que hasta el propio Bob McLeod reconocería más tarde que el encargo le venía grande -ninguno de los personajes son precisamente un prodigio del diseño y tendrá que venir Sienkiewicz para arreglar eso- la llegada de personajes que contrastaban tanto como Warlock o la propia Illyana consiguió eclosionar a una serie que tras año y medio todavía parecía estar en periodo de gestación.

El que Illyana escondiera su «faceta demoniaca» iría para largo.

Y es que al final Illyana es uno de esos personajes que dejan claro que las mejores ideas de Chris Claremont suelen asomar cuando tiene otros planes, cuando se pone a planear una guerra mística mutante dándole poderes mágicos a Tormenta, colocando a Margali Szardos o Amanda Sefton como archimagas del copón y enviando a la hermana pequeña de Coloso a los infiernos… Para acabar encontrándose que es más interesante contar una historia sobre parásitos alienígenas, Jason Wyngarde mangoneando o sobre cómo Tormenta sale del armario y se queda sin poderes. Sí, había historias más interesantes que contar y era el momento de hacerlo y, aunque eso relegara a Illyana a un segundo o tercer plano durante casi tres años, la verdad es que ese trabajo a fuego lento le dió una legitimidad al personaje que, cuando por fin le llegó la hora de salir a escena, hizo que fuera aceptado mucho mejor que si hubiera sido uno de tantos personajes telapoderosos que salen de la nada y se comen el protagonismo de una serie. Illyana era una de los nuestros, la conocíamos desde hace mucho y todos sus oscuros secretos tenían sentido, pese a que por el camino hubiera tantos baches y sobresaltos. Por eso Illyana Rasputin es un gran personaje y por eso se ha convertido en la más famosa de los Nuevos Mutantes.

Que pena de película, si es que no ganamos para disgustos…
Salir de la versión móvil